El director de un colegio gana la guerra contra el uso de bicicletas de rueda grande: "Tiene riesgo"
El principal problema radica en que van a una velocidad mucho mayor, por lo que se registran más casos de siniestros que con las normales.

El director de un colegio de primaria de los Países Bajos (situado, en concreto, en una de las provincias de Gelderland), Tom Streng, consideraba desde hace tiempo negativo el creciente número de bicicletas de ruedas anchas (conocidas por su denominación en inglés fatbikes), con las que acudían los alumnos al recinto escolar.
Según este director, el uso par ir al colegio de este tipo de bicicletas, que hace tiempo que están muy de moda, creaba a menudo situaciones peligrosas. Sin embargo, el directivo ha encontrado una solución sencilla para garantizar que los alumnos dejen de ir con esas bicicletas de ruedas anchas, un curioso caso que ha publicado el periódico local Gelderlander.
Todo empezó al final del curso pasado, cuando aparecieron varias bicicletas de ruedas anchas en el patio de esta escuela primaria, denominada St. Jozef, de Oudewater. Y, al ver que el número no disminuyó este curso, el director Streng decidió intervenir, algo que finalmente acabó con éxito.
Streng tiene varias razones para no defender el uso de estas "bicicletas gordas". Le preocupa la seguridad vial, especialmente durante las actividades grupales donde se usan bicicletas gordas y bicicletas normales. "Los niños en bicicletas gordas son mucho más rápidos que los niños en bicicletas normales, y esa diferencia de velocidad supone riesgos", explica el director.
Además, las ruedas anchas de las bicicletas gordas simplemente ocupan más espacio en el cobertizo en el que se guardan en la escuela, y su presencia fomenta el llamado "deseo de bicicletas gordas", añade: "Los niños están empezando a rogarles a sus padres que les den una bicicleta gorda porque ven a otros estudiantes usándolas en el patio del colegio". Este director también considera que las bicicletas gordas son perjudiciales para la salud. Cree que es mejor que los estudiantes hagan ejercicio antes de empezar la jornada escolar y acudan andando o cogiendo el autobús.
Pero, la pregunta que se hacían muchos padres era si son realmente tan peligrosas estas fatbikes. Pues, según el centro de conocimiento SafetyNL de los Países Bajos, sí lo son. Una investigación realizada a finales del año pasado arrojó cifras alarmantes: cientos de usuarios de bicicletas eléctricas y casi 96 de fatbikes acabaron en urgencias. Actualmente, se está llevando a cabo una revisión de la normativa en ese país para que los menores de 18 años usen casco cuando van en ellas.
En realidad, estas fatbikes no están originalmente pensadas para usarlas, en general, por las ciudades. Están diseñadas para circular por terrenos con arena, nieve o barro, lo que las versátiles para los paseos todoterreno, ya que sus neumáticos anchos proporcionan un agarre y una estabilidad muy buena, lo que permite a los ciclistas maniobrar por esos terrenos abruptos.
El director Streng explicó todas estas razones en su carta semanal a los padres, solicitando amablemente que sus hijos fueran enviados a la escuela en bicicletas normales. Y esa simple carta resultó efectiva: ahora ya no hay bicicletas de ruedas anchas en el patio de la escuela.
¿Cómo logró el director deshacerse de estas bicicletas de ruedas gordas tan fácilmente, con sólo una solicitud? Según Amy-Jane Gielen, experta en cambio de comportamiento, "los padres son conscientes de los peligros de las bicicletas gordas, pero este deseo de comprarlas genera un efecto dominó, incitándolos a comprarlas para sus hijos". Como resultado, aumenta la cantidad de estas bicicletas en el patio del colegio.
“Cuando una institución, como en este caso la escuela primaria, establece claramente un estándar, es más fácil para los padres decir que no a sus hijos”, explica la experta. Aunque entiende por qué las bicicletas de ruedas gordas se quedan en casa, le sorprende el apoyo tan rápido que ha recibido el director de los padres. "Sospecho que esto también tiene que ver con la cultura escolar en St. Joseph".
Lobke Vlaming, directora de la Fundación Padres y Educación, comprende, en cambio, la disposición de los padres a cooperar. Explica que la clave está en que suelen responder razonablemente cuando se les explica el problema con claridad y el director comparte sus preocupaciones.
Vlaming sospecha que, además, el estrecho vínculo entre la escuela y los padres también contribuye a la buena voluntad. "Los padres suelen enojarse por preocupación e impotencia. Pero, si se responde con rapidez a los problemas que plantean y se discuten los conflictos con calma, como se haría con los vecinos o la familia, se desarrolla de forma natural la confianza y se establecen líneas de comunicación fluidas".
El director Streng reconoce que existen en su centro unas bases de comunicación estrecha y cree que, en efecto, eso ha ayudado a que los padres escucharan su petición. "Somos una escuela pequeña. Por eso conozco bien a los padres, y ellos también me conocen a mí".
