El rescate más impactante de Rebeca Atencia, la veterinaria gallega que salva animales salvajes por todo el mundo
La directora del Instituto Jane Goodall Congo cuenta la historia de cómo logró rescatar a Fifi, una chimpancé encerrada en una jaula de un hotel en Guinea-Bisáu.
Rebeca Atencia (Ferrol, 1977) consiguió transformar la impotencia que le invadía el cuerpo cada vez que recibía la foto de Fifi, una chimpancé enjaulada durante casi dos décadas en un hotel de Guinea-Bisáu, en satisfacción y en una emoción y alegría desmedida el día que consiguió liberarla. A pesar de que esta veterinaria y primatóloga gallega lleva dos décadas rescatando, tratando y reintroduciendo chimpancés y es única en el mundo en lograr rescates casi imposibles de animales salvajes, este caso le impactó mucho más que otros.
Gracias a su puesto como directora del Instituto Jane Goodall Congo y del centro de rehabilitación de chimpancés en Tchimpounga, así como de ser a la mano derecha de la prestigiosa etóloga británica, recientemente fallecida a los 91 años, a Atencia le llegan mensajes y fotos pidiéndole que saque animales salvajes de los lugares en los que están en cautividad. Entre 2020 y 2021, varias personas se pusieron en contacto con ella para informarle del caso de Fifi y para pedirle que la sacara de ahí, tal y como cuenta ella misma a El HuffPost,
"La gente consigue mi teléfono o a través de otra persona me mandan información de un chimpancé que está en mal estado en tal sitio", relata la especialista. Con Fifi le enviaron información e imágenes del animal, que se encontraba encerrado en una putrefacta jaula de escasos tres metros cuadrados con un cartel en portugués que ponía Casa de Fifi y que estaba en un hotel de Bisáu, la capital del país.
"Recibí esa foto varias veces y cuando la veía me preguntaba todo el rato qué podía hacer y cómo podía sacarla de ahí. Nunca había viajado a ese país, pero al final conseguí contactos en Guinea Bissau, el dinero suficiente y pudimos rescatarla", recuerda esta veterinaria, que es la única persona en el mundo que llega a lograr estos rescates.
"Puede haber gente que diga que lo puede hacer, pero yo me muevo por casi todos los países y al final cuando hay rescates complicados me llaman a mí porque sé español, inglés, francés y me apaño en portugués y al final me sé desenvolver bien también con las instituciones", informa sobre su posición.
Un rescate a contrarreloj
Atencia celebra que pudieron trasladar a Fifi a un santuario de Nigeria, aunque el proceso hasta conseguirlo se demoró, ya que desde que llegó la primera vez al hotel donde se encontraba y hasta que pudo llevárselo pasó un año porque tenían que esperar la confirmación de los papeles de ambos países con los resultados de las pruebas sanitarias que habían tomado para que les confirmaran que el chimpancé estaba bien y se podía trasladar.
Durante ese primer viaje, que duró dos días, la veterinaria y primatóloga, además de las de Fifi, tenía que tomar muestras de otros cuatro simios que se localizaban en el país. El primer día estuvo hablando con miembros del Gobierno, visitó a un veterinario sin formación y a otras autoridades del país antes de tomar las muestras de los tres primeros animales, que eran Simao, Nze y Julio.
Cuando llegó a la capital para ver a Fifi y a Tita, la otra chimpancé, se dio cuenta que el macaco por el que viajó expresamente estaba en una jaula sin puerta. "Me encanta los retos. Cogía el avión al día siguiente y vimos que la jaula no tenía puerta, así que no podíamos sacarla y anestesiarla porque luego no podríamos volver a encerrarla. Fuimos a un mercado a buscar un soldador, porque siempre hay los mercados de África. Este vino, midió la jaula y le fuimos a comprar los materiales para que hiciera la puerta y así al día siguiente poder hacer todo", relata.
El proceso para anestesiarla también tuvo su miga. Consiguió pincharle una anestesia parcial -la completa no se atrevió por si sufría algún efecto secundario, ya que no podría entrar a ayudarla- y fue ahí cuando el soldador con una radial hizo un agujero para que Atencia pudiera entrar. En ese momento pudo administrarle la anestesia completa y sacar a Fifi para tomarle las muestras mientras el trabajador colocaba la puerta. Cuando terminó la tuvo que volver a encerrar, algo que define como "horroroso". "Esta vez era yo la que la enjaulaba", se emociona.
Además, la jaula precisamente no era un sitio ideal para tener un animal encerrado: "Estaba llena de suciedad, no se podía limpiar y era muy asqueroso. Es que era exactamente como me lo describía la gente, que llegabas ahí y te sacaba la mano pidiéndote agua porque no tenía y bebía agua de botellas que le daban las personas, igual que la comida. Llevaba más de 16 años ahí metida y no sé cómo pudo sobrevivir tanto tiempo".
Atencia, el día anterior, ya había alucinado al ver donde estaba el chimpancé Simao al encontrarse en los márgenes de una carretera por donde pasaban todo tipo de vehículos, con el suelo lleno de agua y mucha suciedad. "Eran unas condiciones terribles", resume.
Aproximadamente un año después de esos días, cuando por fin pudo llevarse a Fifi al santuario nigeriano en el que se encuentra hoy en día felizmente integrada con otros de su especie, la felicidad le invadió: "No sabes la satisfacción de llegar y sacarla, es algo que no te sé ni explicar con palabras, para mí es increíble. Me parece algo imposible y ahora puedo decir que sí, que la hemos salvado".
Sin embargo, la nota negativa fue que en ese tiempo en el que esperaban los papeles Julio, que estaba atado a un árbol con una correa de perro, se ahorcó mientras jugaba. "Fue una pena. Era muy pequeño y fue una verdadera lástima", se lamenta.
Atencia echa la vista atrás y rememora que de niña soñaba con salvar animales y devolverles la libertad, aunque muchas veces le dijeran que eso era una tontería. Ahora puede decir que lo ha conseguido y que cumple ese sueño de niña en su día a día.
"Por ejemplo, ahora estoy pendiente de Lola. Fui a buscar a Guinea Ecuatorial un chimpancé y me dijeron que había otro en peor estado y que si lo dejábamos se iba a morir, entonces estamos pendientes de los papeles para coger un avión y sacarla de ahí. También me han llamado para ir a Turquía a por un gorila, etc.", relata la veterinaria gallega, que insiste en que "emocionalmente son procesos de mucho dolor, pero cuando lo consigues y ves que se integran en grupos es algo increíble".
Nacimiento de la Ley Jane Goodall en España
El pasado 13 de octubre el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 anunció que se encuentra preparando el texto que componga en España la bautizada como Ley Jane Goodall con el fin de proteger a grandes simios como el orangután, el chimpancé, el bonobo o el gorila.
Atencia fue una de las que asistió a la reunión que mantuvieron ella y otras asociaciones y organizaciones con el ministro Pablo: "Van a sacar un proyecto de ley para la protección de grandes simios y la quieren llamar la Ley Jane Goodall. Nos llamaron porque pretende proteger, entre otras cuestiones, la dignidad, el derecho a la vida, a la libertad y a la no tortura de grandes simios".
Esta ley, que definen desde el Ministerio como "pionera en el mundo", viene a luchar contra lo que ocurrió durante décadas en algunas zonas españolas como Valencia, Alicante o Canarias en las que hubo mucho tráfico ilegal. "Estaban llenas de chimpancés, los tenían desde bebés para hacerse fotos y luego los vendían a circos. Por suerte, muchos han sido rescatados", explica la directora del Instituto Jane Goodall Congo.
"Tenemos un pasado triste y que decidamos cambiar esto es esa reconstrucción de lo que hemos destruido y darles el respeto de no ser maltratados, explotados o de tenerlos en cautiverio en una caja. Además de darle una mejor vida a estos chimpancés que quedan encerrados también se dan las herramientas para que esto no vuelva a pasar, ya que ahora tienes algo en lo que apoyarte", añade.
Atencia también agradece que se haya pensado en Jane como el nombre de la ley porque fue ella la que consiguió integrar que el proteger un chimpancé "no es estar loco" y que se trata de "proteger el conjunto de la selva, el animal y los seres humanos que viven ahí porque todo el conjunto pertenece a ese ecosistema". "Como decía ella, si todos contamos y decimos lo que vemos que está mal se puede hacer una fuerza conjunta para cambiar las cosas", finaliza.