El rumbo del cónclave más incierto que elegirá al nuevo papa y determinará el futuro de la Iglesia
El Vaticano se enfrenta al proceso de elección más internacional hasta la fecha; entre los 133 cardenales que tienen poder de voto, hay un total de 71 nacionalidades diferentes. Pese a que el papa Francisco nombró al 80%, figuras desconocidas decidirán quién ocupará la silla de San Pedro.

El cuerpo del papa Francisco yacía en la basílica de San Pedro mientras fieles y curiosos daban su último 'adiós' al que ha dirigido la iglesia católica los últimos doce años. Entre tanto, los hilos en el seno del Vaticano ya han comenzado a moverse para elegir a un nuevo sucesor. En este baile de máscaras, diferentes pálpitos dentro del país religioso danzan entre intereses y convicciones, entre postulados conservadores y reformistas, entre los diferentes rumbos que puede adoptar la sacrosanta institución. En otras palabras, una vez ya concluido el funeral del pontífice, la fe queda relegada a un segundo plano y entra al ruedo el juego político con diferencias imperceptibles de congresos y parlamentos. Ante esta situación, el papa Francisco intentó dejar lo más atado posible su relevo, pero la realidad plantea un escenario más convulso de lo que se podría esperar.
Una vez concluido el funeral y ya comenzado el proceso de 'sede vacante', la silla de San Pedro necesita un nuevo sucesor, alguien que tome la batuta para dirigir a la iglesia católica y a todos sus seguidores los próximos años. Para ello, se llevará a cabo el cónclave, una reunión del Colegio Cardenalicio que tiene la misión de elegir a un nuevo papa. Los cardenales menores de 80 años provenientes de todo el mundo se encierran con llave en la Capilla Sixtina sin ninguna vía de comunicación y totalmente aislados del mundo exterior. Las votaciones son secretas -dos por la mañana y dos por la tarde, excepto el primer día que sólo habrá una- y permanecerán clausurados hasta que una de ellas dictamine que la fumata -lo único que orienta al exterior de lo que esta sucediendo dentro- sea blanca. Con la muerte del pontífice, el cónclave podrá comenzar a partir del 5 de mayo. A raíz de ahí, el futuro está en el aire.
Desde 2013, Francisco ha nombrado a 108 de los 133 cardenales electores -20 fueron elegidos por Benedicto XVI y los 5 restantes por Juan Pablo II-. Esto hace una incidencia del 80% dentro del cónclave, donde los postulados y cercanía con el anterior pontífice fueron elementos determinantes para su nombramiento. Pese a ello, el estado de la convección que elegirá al nuevo líder de la iglesia católica está más revuelto de lo que estos datos podrían hacer llegar a pensar. Dentro de los nombramientos, emerge el escenario más disperso de los últimos tiempos: el cónclave más numeroso e internacional que se recuerda. Los 133 cardenales provienen de 71 países diferentes. La mayoría no se conocen, algunos ni siquiera hablan italiano y, entre todo el caos, la Capilla Sixtina será espectadora y la primera en conocer quién será el sucesor de San Pedro y el nuevo portador del anillo del pescador.
Aunque desde la iglesia católica no se reconozca que en su seno conviven diferentes ideologías, la realidad es que entre los electores hay dos bloques que apuestan por diferentes rumbos de la iglesia. Los conservadores, centrados en los valores tradicionales propios del catolicismo como la familia y la sexualidad; y los reformistas que pretenden seguir en la línea de los avances que ha llevado a cabo el papa Francisco dentro de la institución los últimos años. Pese a los nombramientos que llevó a cabo el pontífice, la realidad es que la decisión final está más en el aire que nunca debido a la cantidad de actores desconocidos que actúan en la película. Incluso los europeos -que históricamente han protagonizado la silla de San Pedro- a penas alcanzan el 39% de los cardenales.
Moisés Ruiz, profesor de Liderazgo y Comunicación Política de la Universidad Europea, ha reflexionado sobre la complejidad del proceso y las tensiones entre las facciones conservadoras y aperturistas dentro de la Iglesia. Según Ruiz, “el anterior Papa tenía una filosofía más aperturista, buscando conectar con una sociedad cambiante, mientras que los conservadores luchan por mantener una visión más tradicionalista de la Iglesia”. Además, afirma que la Iglesia se encuentra "ante la decisión más difícil en los últimos 120 años" teniendo en cuenta el panorama político y social de todo el mundo. "Las dos perspectivas principales en la iglesia católica reflejan las mismas divisiones que vivimos en la sociedad: la radicalización de las posturas conservadoras frente a las más progresistas que en la institución son moderados", resalta.
La crisis de fe que afronta el mundo es otra de las claves que, a juicio de Ruiz, deberían de influir en la decisión de elegir al nuevo papa. "Para la mayoría de cristianos que nos encontramos en la periferia -estamos bautizados, pero no tenemos una férrea conexión con la institución-, es más interesante uno que tenga la capacidad de abrir la Iglesia al resto de la sociedad; al igual que cuando un partido presenta a un líder, es más atractivo el que quiere ganar las elecciones que quien tiene las ideas más 'puras'", explica. "Si se cierra en sí misma, fortaleciendo a los creyentes más comprometidos, podría perder su relevancia en la sociedad. Por el contrario, un Papa más periférico, conectado con las problemáticas sociales, podría revitalizarla".
Ruiz también recalca que esta crisis de fe viene acontecida por las posiciones más conservadoras que precedieron al papa Francisco y que se necesitarán varios mandatos aperturistas para acercar a la institución católica a la sociedad que ya ha avanzado en este siglo. "Incluso en las personas que tienen el poder de elección no hay ninguna mujer con lo que se puede entender que todavía hay muchos pasos por andar. Elegir una opción más conservadora con el contexto social y político puede suponer un retroceso más grande de lo que se puede pensar. Es por ello que la decisión que tomarán los electores es tan importante para una institución que además de concentrar la fe de los católicos, también juega un papel clave en lo político y lo social", desarrolla.
El procedimiento católico que comienza con el encierro de los cardenales en la Capilla Sixtina necesitará de dos tercios de los votos (89 sufragios) para que la fumata expulse el color blanco que todos los fieles esperan para conocer al nuevo papa. Según estimaciones del propio Colegio Cardenalicio, las posiciones públicas de los elegidos que tendrán derecho de voto están muy ajustadas. La negociación y la persuasión jugarán un papel clave para entregar el anillo del pescador. De los 41 cardenales con poder decisión, que expone la institución católica, los conservadores tienen más peso del que se podría esperar, pero la incertidumbre juega un papel clave.
Respecto a la bendición a las parejas del mismo sexo, algo en lo que el anterior pontífice avanzó tímidamente, 11 de lo cardenales están en contra mientras que 5 están a favor, entre los que son ambiguos o se desconoce su postura, residen el resto de los 25. Por otro lado, en la ordenación de mujeres como diáconos -el tercer grado de la iglesia católica- son 20 de los cardenales los que están en contra y 3 a favor, el resto de la muestra de 41, de nuevo, en el aire. En otros temas como el cambio climático se cambian las tornas y sólo una minoría está en contra, con lo que, incluso dentro de los grandes grupos ideológicos, también hay matices.
"Es una decisión que no sólo afectará a los católicos, sino que también impactará en el papel de la Iglesia en la sociedad mundial. ¿Será un papa que mire hacia adentro, reafirmando las creencias más tradicionales, o uno que busque expandir la influencia de la Iglesia en el mundo, reconociendo su papel como una fuerza cultural y política?", se pregunta Moisés Ruiz al igual que todos los fieles de la institución, la población mundial y la Capilla Sixtina que acogerá a los cardenales que tendrán en su mano el rumbo de la Iglesia.