En un pueblo de 300 habitantes todas las personas se llaman igual, pero tienen un secreto para diferenciarse
En ocasiones también comparten hasta el mismo apellido.
El nombre y los apellidos son, en la mayoría de culturas, la primera carta de presentación de una persona: un código social que nos distingue, nos conecta con nuestra historia familiar y nos diferencia del resto. Sin embargo, no en todos los países funcionan de la misma manera. En Rumanía, por ejemplo, solo se hereda el apellido del padre, una costumbre que ha dado lugar a situaciones un tanto peculiares.
En un pequeño caserío del noreste del país, la identidad colectiva se escribe casi con la misma firma: alrededor de 300 vecinos comparten el nombre, y en ocasiones hasta el mismo apellido. Esto ocurre en Țepeșeni, un pueblo situado dentro del distrito de Neamt, donde todos se llaman Țepeș, una singularidad que obliga a la comunidad a recurrir a apodos y segundos nombres para evitar confusiones en la vida diaria y en los trámites oficiales.
Țepeșeni ha heredado esa homogeneidad onomástica de raíces familiares y locales. Según recoge La Razón, el apellido Țepeș se vincula culturalmente con la figura histórica de Vlad Țepeș, también conocido como Vlad el Empalador, cuyo patronímico y leyenda han quedado anclados en la memoria colectiva de la región. Este fue gobernante de Valaquia en el siglo XV y destacó por su férrea defensa contra los otomanos.
¿Cómo se las arreglan?
Esta concentración de un mismo apellido es una rareza en Europa y llama la atención tanto de medios como de viajeros curiosos. En la práctica cotidiana los vecinos se diferencian mediante un segundo nombre, un apodo tradicional o un sobrenombre ligado a una característica personal o profesional, como “el alto” o “el frutero”. Estas distinciones se acaban incorporando incluso en el DNI y en las comunicaciones con la administración.
Este recurso oral y escrito evita errores en la correspondencia, en multas de tráfico y en otros procedimientos que en una ciudad se resuelven con nombres y apellidos distintos. Pese a los inevitables malentendidos, los habitantes de Țepeșeni consideran la situación como una curiosidad más de su identidad local y admiten que los sistemas informáticos y los números de identificación personal facilitan la gestión administrativa cuando el nombre no basta.
Al mismo tiempo, esta particularidad del pueblo atrae a senderistas y viajeros que recorren las rutas de la zona en busca de paisajes rurales y costumbres tradicionales. De esta forma, Țepeșeni recuerda que la identidad puede ser a la vez colectiva y perfectamente individual: un mismo apellido convive con apodos centenarios que cuentan historias personales, oficios y rasgos que no caben en un solo documento.