Hay una alternativa a los productos químicos agresivos para quitar tornillos oxidados: en 24 horas estará fuera
Olvídate de uno de los mayores enemigos del metal.

Si alguna vez has intentado aflojar un tornillo viejo y oxidado sin éxito, no estás solo. El óxido es uno de los enemigos más persistentes del metal, y suele aparecer cuando este se expone a la humedad del aire o a la lluvia.
En ese proceso, el oxígeno reacciona con el hierro y forma una capa marrón rojiza que no solo afea las superficies, sino que, si no se trata, termina perforando el material. Con el tiempo, esa corrosión puede inmovilizar piezas enteras, como los tornillos de una silla o las bisagras de una puerta.
Para evitar su aparición, el portal Tornillos y Más recomienda lubricar los tornillos con productos multiusos o aplicar imprimaciones protectoras antes de pintar. Asimismo, conviene pintar o sellar las superficies metálicas para impedir que la humedad penetre. Un sellador adecuado puede marcar la diferencia entre un metal brillante y uno corroído.
Cómo recuperar los tornillos
No obstante, a veces, la oxidación es inevitable. Sumisur señala que, en el ámbito industrial, es habitual recurrir a distintos compuestos químicos, como desincrustantes y desoxidantes, para eliminar este óxido de piezas metálicas.
Además, pueden emplearse herramientas abrasivas, como discos de láminas o de repaso, para limpiar superficies afectadas por óxido, siempre que este sea superficial y no haya provocado daños estructurales como perforaciones o corrosión profunda.
También existen tecnologías más avanzadas, como los sistemas de limpieza por láser, capaces de retirar el óxido de forma precisa. Sin embargo, su aplicación aún no está tan extendida como los métodos tradicionales mencionados anteriormente.
Sin embargo, en casos en los que los tornillos no se encuentran tan oxidados, no hace falta recurrir a productos químicos, sino que hay un truco casero que nos puede ayudar. Un ingrediente tan común como el agua carbonatada, la misma que se mezcla con lima o ginebra en los bares, puede ser una alternativa eficaz para aflojar tornillos oxidados.
El secreto, cuenta House Digest, está en su composición. Minerales como el sulfato de potasio y el bicarbonato de potasio le otorgan al agua con gas una naturaleza ligeramente alcalina. Esa alcalinidad ayuda a disolver la oxidación leve y a limpiar las superficies metálicas sin dañarlas. En otras palabras, es una solución suave pero funcional, ideal para quienes prefieren métodos menos agresivos que los productos químicos industriales.
Paso a paso para aplicar este método casero
El procedimiento, además, es sencillo. Basta con verter una cantidad generosa de agua carbonatada sobre los tornillos oxidados y dejarla actuar durante al menos 24 horas. Durante ese tiempo, los minerales del agua irán descomponiendo el óxido poco a poco. Aunque la efervescencia pueda parecer leve, su acción química es más poderosa de lo que parece.
Pasado ese tiempo, revisa los tornillos. Si aún conservan restos de óxido, utiliza una esponja abrasiva, como la Scotch-Brite de alta resistencia, para frotar la superficie. El óxido se desprenderá con facilidad. Luego, enjuaga con agua limpia, seca y prueba a girar los tornillos, que ya deberían salir sin resistencia.
También puedes sumergir tornillos pequeños en un recipiente con agua con gas y dejarlos reposar durante la noche. A la mañana siguiente, el óxido se habrá ablandado y se desprenderá con un leve cepillado.
En definitiva, la próxima vez que te enfrentes a un tornillo oxidado, recuerda que no necesitas recurrir a soluciones químicas costosas. Un poco de agua con gas y paciencia pueden ser suficientes para devolverle la vida a tus herramientas y mantener tus metales como nuevos.
