En el corazón de la provincia de Yunnan, al suroeste de China, se encuentra una ciudad que parece haber sido esculpida por la geografía misma. Yanjin, con más de 400.000 habitantes, no solo es un ejemplo de adaptación humana al entorno, sino también un fenómeno urbano que ha capturado la atención del mundo por una razón singular: es la ciudad más estrecha del planeta. Encajada entre dos imponentes cadenas montañosas y dividida por el río Nanxi, Yanjin se extiende a lo largo de varios kilómetros con una anchura que en su punto más angosto no supera los 30 metros.

La vida en Yanjin transcurre en una franja de tierra que serpentea junto al río, donde las viviendas, comercios y escuelas se alinean como si fueran piezas de un rompecabezas cuidadosamente ensamblado. La ciudad se ha desarrollado en dos franjas paralelas al cauce del Nanxi, conectadas por puentes que permiten el tránsito entre ambas orillas. Esta disposición ha obligado a sus habitantes a construir hacia arriba, con edificios de varios pisos que aprovechan cada centímetro disponible. Muchas de estas estructuras están elevadas sobre pilotes, una solución arquitectónica que busca mitigar los efectos de las frecuentes crecidas del río.

A diferencia de otras urbes que se expanden en todas direcciones, Yanjin ha tenido que crecer de forma lineal. Esta limitación ha generado desafíos únicos en términos de movilidad, planificación urbana y acceso a servicios básicos. Las calles son estrechas y el tráfico, aunque limitado, puede volverse caótico en horas punta. Aun así, los residentes han aprendido a convivir con estas condiciones, desarrollando una cultura urbana profundamente adaptada a su entorno.

Históricamente, Yanjin fue un punto estratégico en la ruta de la sal entre las provincias de Yunnan y Sichuan. Su ubicación, aunque hoy representa un reto logístico, fue en su momento una ventaja comercial. La ciudad floreció gracias al comercio fluvial, y aún hoy conserva vestigios de esa época en su arquitectura tradicional y en los mercados locales que bordean el río. Sin embargo, el auge económico ha dado paso a una realidad más compleja, marcada por la necesidad de modernizar infraestructuras sin alterar el delicado equilibrio geográfico.

El paisaje que rodea Yanjin es tan impresionante como intimidante. Las montañas que la flanquean no solo limitan su expansión, sino que también representan una amenaza constante. Los deslizamientos de tierra y las lluvias torrenciales son riesgos habituales, y aunque se han implementado medidas de prevención, la vulnerabilidad sigue siendo alta. A pesar de ello, la ciudad ha logrado mantenerse en pie, gracias a la resiliencia de su población y a una planificación urbana que, aunque forzada por la topografía, ha sabido encontrar soluciones creativas.La ciudad más estrecha del mundo, encajada entre dos montañas escarpadas y hogar de 400.000 habitantes