Mariuccia, 98 años y aficionada al windsurf: "No como hasta las 11:00, sólo tomo medio litro de agua"
El deporte, la lectura y consumir comida de su propia huerta son algunos de los secretos de su longevidad.

Maria Carla Rivano, a la que todos llaman Mariuccia, cumplirá el próximo 20 de noviembre 99 años. Practica cada verano windsurf en Cerdeña, lugar en el que pasa sus vacaciones, aunque nació en la provincia de Génova y ahora vive en Roma. ¿Cuál es el secreto de su longevidad de esta italiana? Pues resulta no ser sólo uno, como ha contado al Corriere della Sera. Es una mezcla de buenos hábitos.
Pero quizás el que más llama la atención es que no come nada hasta las 11:00, cuando, para empezar el día sólo necesita "medio litro de agua a temperatura ambiente, que bebo despacio", explica. "No toda, dejo un poco en la botella. Después le añado un suplemento de potasio y magnesio para los huesos y la presión arterial, por supuesto", añade Mariuccia. Su marido, Mauro, se encarga del resto. "Me hace zumo de kiwi o naranja cada mañana y una infusión de hinojo para que mi estómago y mi digestión sean estupendos", relata al mismo medio.
Otro de sus secretos es mantener la mente ocupada, en concreto lo hace leyendo y escuchando las noticias. Y uno más es seguir la filosofía "de la planta a la mesa", resalta esta mujer. Es decir, siempre tiene fruta y verdura de su propio huerto. Y dice que suele comer un poco de todo, aunque prefiere comer alimentos de origen vegetal. Además, incluso se hace su propia mermelada casera, sin conservantes, por supuesto, añade.
Su vida está marcada por su afición por el deporte. Es más, cuando se quedó viuda de su primer marido tenía 80 y decidió empezar a jugar al golf y, a los 90, comenzó a tocar el piano, explica al Corriere della Sera. "Cuando uno enviuda, los días se hacen interminables. La primavera parecía eterna, así que busqué distracciones. Compré un piano de segunda mano para mis nietos, que tengo seis, y yo también me acabé involucrando", dice esta activa mujer.
Su segundo marido, Mauro, en cambio, no parece tener mucho que ver con ella en este aspecto. Es 30 años más joven, ingeniero electrónico y justo lo contrario que ella, relata la mujer: Mientras a él le gusta madrugar y desayunar enseguida, "yo necesito mi tiempo, no me apetece comer nada más despertarme", concluye esta joven nonagenaria.
