Marlenè, abuela de 63 años, sobre el cuidado de los nietos: "No sacrifico mis fines de semana para eso"
Tiene cinco nietos.

La presión social sobre los abuelos para que ejerzan de cuidadores habituales es cada vez más frecuente, una expectativa que parece haberse normalizado en muchas familias, donde se da por hecho que, tras criar a sus propios hijos, deben volver a asumir un rol similar.
Marlène ––nombre ficticio––, una mujer de 63 años y abuela de cinco nietos, ha decidido hablar abiertamente sobre unos límites que muchos no se atreven a expresar: no quiere, ni puede, dedicar su vida a cuidar a los pequeños de la familia. Y lo dice sin tapujos: “Yo también me estoy haciendo mayor. Ya no me apetece cuidar de los nietos a esta edad.”
“No voy a sacrificar mis fines de semana”
En una conversación con la revista Linda, Marlène explica que incluso antes de convertirse en abuela dejó claras sus condiciones. No porque no quisiera a sus futuros nietos, sino porque veía de cerca los efectos que esa responsabilidad tenía en otros abuelos.
Cuenta el caso de una conocida que, semana tras semana, dedicaba todo su tiempo libre al cuidado de su nieta mientras su hija salía de fiesta o se iba al pub. “Yo no iba a hacer eso de ninguna manera. Se lo he dejado muy claro a mis hijos".
Cinco nietos y una vida propia
Marlène se convirtió en abuela joven y hoy tiene cinco nietos, pero asegura que eso no la obliga a renunciar a su propio tiempo. “Tengo mi tiempo libre. Y con todo respeto: me estoy haciendo mayor y ya no me apetece cuidar a mis nietos a esta edad . Nuestros hijos también iban a la guardería. Si eso no funciona, siempre se puede buscar otra solución".
Su familia comprende su postura porque también han visto a personas de su entorno agotarse por asumir demasiadas responsabilidades. Marlène ha aprendido a gestionar su tiempo con claridad y honestidad.
Pese a sus límites, disfruta de momentos especiales con ellos: “El mayor tiene doce años; con él puedo ir al teatro o hacer planes divertidos.” También les permite quedarse a dormir en su casa, pero siempre bajo sus reglas: “En casa puedes hacer lo que quieras, pero aquí no quiero la casa patas arriba. Una tarde está bien, pero al final del día acabas agotada, y no necesito eso cada semana.”
“No quiero ser vivida por otros”
Aunque para algunos de su entorno su decisión resulta incomprensible, Marlène lo tiene claro: “Los que lo hacen con gusto no lo entienden. Y me parece perfecto, pero yo no sacrifico mis fines de semana por eso".
Tras una vida de trabajo, ella y su pareja han elegido una jubilación tranquila, sin tener que asumir tareas adicionales. “Solo cuidamos en emergencias. Cuando nació el tercero, nos ocupamos de los otros dos. O si realmente quieren salir una noche. Eso pasa unas cuatro veces al año.” Fuera de esas situaciones, su papel es más emocional que logístico, disfrutar de sus nietos sin obligaciones impuestas.
