Miguel y Antonia, propietarios del único supermercado de un pueblo de Almería que cerrará por la jubilación de ambos: "Estamos intentando que alguien se lo quede, no pierdo la esperanza"
“Por mi edad, ya me tenía que haber jubilado”, explica Miguel.

El Hijate, una pequeña pedanía de Alcóntar, puede quedarse en los próximos días sin su tienda de referencia. Miguel y Antonia, que regentan desde hace décadas el local conocido por los vecinos como Supermercado Miguel, han anunciado su jubilación y han puesto el establecimiento en traspaso o alquiler, junto al estanco anexo, ofreciendo además la posibilidad de una vivienda ligada al negocio para quien se haga cargo.
El cierre, si finalmente no aparece relevo, dejaría sin acceso directo a la compra diaria a algo más de 500 residentes de la pedanía. “Estamos intentando que alguien se lo quede, yo no pierdo la esperanza de encontrarlo”, afirma Antonia en declaraciones recogidas por La Voz de Almería. Para los vecinos, el cierre supondría un nuevo golpe a la vida cotidiana y una señal preocupante en un territorio que ya padece los efectos de la despoblación.
Los habitantes tendrían entonces que desplazarse cerca de 12 kilómetros hasta el núcleo de Alcóntar o, en el peor de los casos, conducir más de 20 kilómetros para llegar a localidades como Baza o Serón para realizar compras básicas, con el coste y la incomodidad que eso implica para personas mayores y familias sin vehículo. Un escenario que muchos vecinos consideran “insostenible” y que, advierten, podría agravar aún más el aislamiento de la pedanía.
Contra la despoblación
El caso de El Hijate llega en un momento en que la provincia de Almería afronta un serio problema demográfico: la Junta de Andalucía ha identificado decenas de municipios del interior en situación de riesgo por despoblación y ha diseñado una estrategia para priorizar ayudas e inversiones en las localidades más vulnerables. Esa situación convierte el cierre de cada comercio, cada farmacia o cada línea de transporte en un empujón más hacia la soledad del territorio.
Vecinos y responsables locales llevan tiempo señalando que la pérdida de servicios esenciales acelera la salida de población y dificulta la llegada de nuevos residentes. Por eso el llamamiento de Miguel y Antonia no es solo una oferta comercial, sino una petición a la comunidad para mantener viva la rutina cotidiana del pueblo y evitar un deterioro social que, según residentes, sería inmediato y palpable en los frigoríficos y en la vida diaria.
Miguel refleja el dilema de muchos comerciantes rurales: seguir trabajando para no dejar desprovisto al pueblo después de años de oficio. “Por mi edad, ya me tenía que haber jubilado. Sería una pena que el pueblo se quedara sin este supermercado”, declaró ante los medios. Mientras tanto, la pareja mantiene el anuncio y la esperanza de encontrar a alguien dispuesto a asumir el negocio y con ello conservar un servicio que para El Hijate es, en estos momentos, esencial.
