Muchos se muestran reacios a acudir a las reuniones de exalumnos y apuntan los principales motivos
Muchas veces generan incomodidad o decepción.
En la vida, cada etapa tiene su propio ritmo, su gente y sus emociones. Cuando dejamos atrás una parte importante de nuestro pasado —como el colegio o la universidad—, solemos pensar que siempre podremos volver a conectar con las personas y las sensaciones de entonces.
Sin embargo, con el paso del tiempo, descubrimos que volver al pasado es imposible. Las personas cambian, evolucionan, toman caminos distintos y construyen nuevas realidades. Por eso, aunque los reencuentros pueden despertar nostalgia y curiosidad, también suelen poner en evidencia cuánto hemos cambiado y lo difícil que resulta recuperar la cercanía de otros tiempos.
En los últimos años, cada vez más personas confiesan sentirse reacias a asistir a reuniones de exalumnos, esos encuentros pensados para revivir viejos recuerdos pero que, en la práctica, muchas veces generan incomodidad o decepción. Según diferentes testimonios, hay tres motivos principales que explican por qué tantos prefieren evitar este tipo de eventos.
1. “Ya no hay nada que decir”
Durante la etapa escolar o universitaria, las amistades surgen de la convivencia diaria. Se comparten risas, preocupaciones y sueños en común. Sin embargo, una vez que cada uno toma su rumbo —al casarse, mudarse o iniciar una carrera diferente—, las vidas se separan y los intereses dejan de coincidir.
Con el paso de los años, los recuerdos compartidos siguen siendo los mismos, pero las conversaciones se agotan rápidamente. Muchos asistentes reconocen que, tras una o dos horas de anécdotas del pasado, llega un silencio incómodo. Intentar hablar sobre el presente puede sentirse forzado, porque las realidades son demasiado diferentes.
2. Una competencia de logros
Otro de los motivos más citados es el ambiente de comparación y apariencia que suele instalarse en estos encuentros. No faltan las conversaciones sobre coches, empleos, ascensos, barrios o los logros de los hijos. Aunque muchas veces estos temas surgen de forma natural, para quienes escuchan pueden generar una sensación de insuficiencia o malestar. En este contexto, algunos acaban exagerando sus logros o fingiendo una felicidad que no sienten, solo para no quedarse atrás.
3. Solo asisten quienes se sienten “exitosos”
Finalmente, otro factor que explica el creciente desinterés es que las reuniones de exalumnos acaban reuniendo a un grupo cada vez más reducido y homogéneo. Por lo general, asisten quienes atraviesan un buen momento personal o económico, mientras que aquellos con dificultades prefieren mantenerse al margen.
Quienes no tienen un trabajo estable, enfrentan problemas familiares o simplemente no desean hablar de su situación actual, optan por no asistir. No quieren comparaciones, ni miradas de lástima. Así, las reuniones dejan de ser un punto de reencuentro para convertirse en un espacio reservado para unos pocos.