No sólo playas: Valencia tiene un "balneario natural" de cuatro piscinas ideal para un chapuzón veraniego
La erosión del agua sobre la roca caliza ha dado lugar a pozas de agua cristalina, cada una con su propia personalidad.

Mientras las playas del Mediterráneo atraen a miles de turistas cada verano, en el interior de la provincia de Valencia se esconde un paraje que parece sacado de un cuento. Rodeado de montañas, vegetación mediterránea y el murmullo constante del agua, este enclave ofrece una alternativa refrescante y serena al bullicio costero. Se trata de los Charcos de Quesa, un conjunto de cuatro piscinas naturales que, por su belleza y disposición, evocan la imagen de un balneario natural tallado en roca.
Ubicado en la comarca de La Canal de Navarrés, a unos siete kilómetros del núcleo urbano de Quesa, este espacio ha sido moldeado por el curso del río Grande a lo largo de los siglos. La erosión del agua sobre la roca caliza ha dado lugar a pozas de agua cristalina, cada una con su propia personalidad, que invitan al baño, al descanso y a la contemplación del paisaje.
El Charco de la Horteta es uno de los más conocidos y frecuentados. Su acceso sencillo y su entorno sombreado lo convierten en un punto de partida ideal para quienes desean explorar la zona. Desde aquí, un sendero conduce hasta el Abrigo de Voro, un conjunto de pinturas rupestres neolíticas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A escasa distancia se encuentra el Charco de las Fuentes, más profundo y rodeado de vegetación, perfecto para nadar con tranquilidad.
La Bañera, la más pequeña e íntima de las cuatro, ofrece un rincón recogido para quienes buscan un baño más privado. Pero sin duda, el Charco del Chorro de Corbera es el que más miradas atrae: una cascada que brota directamente de la roca y cae en picado hasta la balsa, creando una imagen icónica del lugar. La combinación de estos cuatro espacios acuáticos, tan próximos entre sí pero con características distintas, genera una sensación de armonía que recuerda a un balneario natural, sin intervención humana.
A pesar de su apariencia salvaje, el acceso a los Charcos de Quesa está bien acondicionado. Existen rutas señalizadas tanto para senderistas como para quienes prefieren llegar en coche. El área recreativa cuenta con mesas de picnic, fuentes, aseos, zonas infantiles y aparcamiento, lo que lo convierte en un destino ideal para familias. Además, se ha habilitado un sistema de acceso regulado durante los meses de verano: se cobra una pequeña tasa simbólica (1 euro por persona y 2 por vehículo) destinada a la conservación del entorno.
Este paraje forma parte de la Red Natura 2000, una figura de protección europea que garantiza la preservación de su biodiversidad. La flora y fauna del lugar, junto con su valor geológico y paisajístico, hacen de los Charcos de Quesa un enclave de gran interés ecológico. La presencia de especies autóctonas y la calidad del agua son objeto de seguimiento constante para asegurar su sostenibilidad.
El atractivo de este balneario natural no se limita al baño. Los alrededores ofrecen múltiples rutas de senderismo que permiten descubrir barrancos, miradores y antiguos caminos rurales. El propio pueblo de Quesa, con su aire tranquilo y sus vistas desde el cerro del castillo, complementa la experiencia con un toque rural y auténtico. La gastronomía local, basada en productos de la huerta y recetas tradicionales, añade un valor añadido a la visita.
