Soñaba con una Semana Santa sin sustos ni fastidios, abre la puerta del hotel y el plan se derrumba al acto
No salió como esperaba.

El medio polaco Kobieta ha compartido el testimonio de una mujer en el que cuenta lo que cómo sus planes para las vacaciones de Semana Santa, nada más abrir la puerta del hotel, se derrumbaron al momento.
Tras ver que sus cercanos no valoraban nada su trabajo en la cocina durante las vacaciones del año anterior dijo "basta". "Sin explicaciones, sin histeria: simplemente reservé un hotel. Exclusivo, en la montaña, con spa, sauna, buffet y vista al valle. Pascua con vistas. Sin lavar platos, sin cocinar, sin ollas ni sartenes", ha contado.
"Quería recuperar algo que se había quemado con el paso de los años. Contacto. Cercanía. Ser una familia, no sólo un grupo de personas bajo un mismo techo. ¿O quizá no fue el contacto el que se quemó sino yo?", ha cuestionado.
Al viajar en coche y ver el silencio de sus hijos, les propuso hacer un juego, pero a ellos no les apetecía hacer nada más que usar sus auriculares y la tablet. "Negué con la cabeza y me hundí más profundamente en la silla. Solíamos cantar en el coche en momentos como este", ha explicado.
Llegó al hotel y vio que todo era igual que en las fotos. "Por un momento me dejaron engañar. Realmente quería sentir ese alivio. Miré el interior como si estuviera en las fotografías: blanco, madera y calidez en exhibición. Pero esto era solo escenografía", ha detallado.
El buffet lo definió como "sacado de un catálogo", a sus hijos les gustó, pero, aunque supuestamente estaban sentados juntos en la mesa, se sentía como si estuvieran "cada uno por separado". "Nadie me preguntó cómo estuvo mi día. Nadie se rió. Yo tampoco. Mordí un trozo de mazurek (dulce tradicional polaco) y sentí como de repente lo dulce se volvía amargo", ha reconocido.
"Supuestamente esta sería una mejor manera de pasar las vacaciones. Pero lo único que ha cambiado es la decoración", ha razonado, antes de revelar que una discusión por la actitud que estaban mostrando terminaría de la mejor manera posible y ellos cambiaron su forma de ser.
"Las lágrimas acudieron solas a mis ojos. No se trataba de tomarse un descanso de cocinar. Se trataba de estar juntos, incluso en una mesa que no era 'nuestra", ha reconocido.
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