Todos hemos sido niños. Y todos hemos tenido que acompañar a algún adulto (padres, abuelos, tíos...) a algún restaurante para comer. Y como también todos hemos podido comprobar, los más pequeños de la casa siempre son los más 'maltratados' en los restaurantes.

Y esto no es una opinión, sino una evidencia. Y es que, siendo objetivos, el público infantil es el menos deseado por cualquier establecimiento de restauración, ya que en su mayoría suelen ser poco controlables -algo totalmente lógico por la edad-, y pueden llevar a cabo actos poco agradables para el resto de clientes: gritos, voces, golpes, correr, saltar...

Esto puede tener alguna incidencia para explicar la 'estafa' de los restaurantes con los más pequeños y la calidad de los platos que ofrecen en los conocidos como menú infantil. Y es que, en la mayoría de los casos tienen poco de saludable o creativo, tal y como explica un experto en el sector, Michael Bauer.

De hecho, una reciente investigación de centros de consumo examinó 456 menús infantiles y llegaron a la conclusión de que más del 50% de ellos tienen escalope y en su mayoría acompañados de patatas fritas, y en casi ningún caso, con una guarnición sana: nada de verduras.

Por este motivo, Bauer lo tiene claro: "Los niños a menudo se llevan lo que sobra de la cocina, lo que ya hay allí", aseguró al medio BuzzFeed News, de Alemania. De hecho, apuntó que las comidas de los niños rara vez están incluidas en el precio del restaurante en su país. Y señala que la mayoría de la gente no calcula cuántas patatas fritas van destinadas a los platos de los niños, ni cuánto cuestan ni cuánto es el margen de beneficio.

Otro de los motivos por el cual es más fácil para los restaurantes no incluir los menús infantiles en el precio o directamente que los platos carezcan de calidad nutritiva, radica en que los menores son percibidos dentro de los establecimientos como "un mal necesario", para que los padres acudan, apunta el experto. 

Además, los más pequeños no suelen querer platos más allá de patatas o pasta, ya que el resto de salsas y especies tienen demasiado sabor para su paladar, algo que hace que los restaurantes decidan incluir platos fácil de preparar, económicos y fáciles de mantener durante horas como patatas fritas o filetes empanados.

En cambio, las verduras son más difícil de elaborar, de mantener y menos económicas: "Las verduras son más caras y mucho más difíciles de producir porque no pueden mantenerse calientes durante mucho tiempo sin cambiar su consistencia y color", aseguró Bauer. En cambio, “las patatas fritas o la pasta no tienen este problema; por eso acaban en los platos de los niños”, expuso.