Un joven de 31 años gana 250 millones de euros con el petróleo ruso: sus abogados afirman que siempre respeto la ley
Hay quienes cuestionan la legalidad de sus negocios.

La historia parece sacada de una novela sobre ambición, poder y fortuna, pero es real. Christoph Eppinger, un alemán de 31 años con raíces rusas, ha acumulado 250 millones de euros en apenas 30 meses comerciando con petróleo ruso en plena era de sanciones internacionales.
Su caso ha llamado la atención de todo el mundo por la magnitud de su riqueza, pero también por su valentía al decidir contarlo públicamente. Un gesto que es algo inusual entre quienes operan en los límites de la legalidad internacional.
El diario italiano Corriere della Sera publicó su historia, basada en una investigación del periodista del Financial Times Tom Wilson, quien siguió al joven empresario durante varios meses para documentar sus métodos, su ascenso meteórico y su ostentoso estilo de vida.
Una fortuna entre sanciones y vacíos legales
Hijo de un ingeniero y una médica rusos establecidos en Hamburgo, Eppinger siempre soñó con dedicarse al comercio de petróleo. De niño veía la serie Dallas con su abuela y admiraba a J.R. Ewing, el magnate petrolero del programa. Aquella fascinación se transformó en determinación años más tarde, cuando la invasión rusa de Ucrania alteró por completo el mercado energético global.
Tras la marcha de gigantes como BP y Shell, y con Occidente aplicando un tope al precio del petróleo ruso en lugar de un embargo total, se abrió una puerta a operadores dispuestos a asumir riesgos y Eppinger fue uno de ellos.
El alemán en 30 meses, movió 3,3 millones de toneladas de crudo, valoradas en unos 2.000 millones de dólares; obtuvo beneficios personales superiores al 10% de cada operación; y logró hacerse un hueco en un mercado que muchos consideraban inaccesible.
Sus inicios
Para operar sin restricciones, se mudó a Dubái con solo 27 años y fundó allí su empresa, aprovechando que las zonas francas no estaban sujetas a sanciones internacionales. Uno de sus primeros grandes movimientos fue abastecer a la refinería alemana Uniper en Fujairah (Emiratos Árabes Unidos), que se había quedado sin suministro.
Según cuenta el medio italiano, la primera entrega fue totalmente legal, pero la segunda –que llegó bajo bandera kazaja pero era claramente petróleo ruso–– estuvo a punto de costarle 100 millones de euros. Tras semanas de incertidumbre y trámites, pudo presentarse la documentación necesaria y el cargamento fue vendido.
Un estilo de vida extravagante
El periodista del Financial Times lo acompañó en cenas en La Guérite, el exclusivo restaurante situado frente a Cannes donde Eppinger celebró su 30 cumpleaños con 300 botellas de champán. Allí, cuelga en la pared una placa en su honor: “Christopher Eppinger. La leyenda de La Guérite. 300 botellas de cristal, 13 de junio de 2024”.
Además, su patrimonio le ha permitido:
- Adquirir Villa Mirta, una mansión que perteneció a un narcotraficante y que está renovando con un presupuesto de 14 millones de euros.
- Comprar otra casa para sus padres por 5 millones.
- Comenzar a coleccionar arte, con planes de adquirir una obra de Andy Warhol y hasta un Caravaggio.
¿Es un negocio legal?
El éxito de Eppinger ha llevado a muchos a cuestionar la legalidad de sus prácticas. Sus abogados, sin embargo, sostienen que no violó ninguna norma internacional ya que compró petróleo por debajo del precio tope establecido por Occidente; presentó certificados válidos que acreditaban el origen del crudo; y utilizó sistemas de transbordo y mezcla de mercancías en Fujairah con procedimientos admitidos por la legislación vigente.
Según ellos, su actividad se mantuvo dentro del marco permitido y aprovechó únicamente los vacíos de un sistema de sanciones diseñado para no colapsar el mercado global.
