Una mujer se da cuenta de que está pagando una tarifa mensual por su móvil aunque no había reemplazado nunca su tarjeta SIM
No le llamó la atención en 10 años.

A menudo aceptamos condiciones de uso, firmamos contratos o nos suscribimos a servicios sin leer detenidamente lo que estamos aceptando. Es una práctica común, para ahorrarnos unos minutos, pero puede tener consecuencias inesperadas.
Por eso, es fundamental prestar atención a la letra pequeña de cualquier documento que firmemos. Algunos contratos pueden no ser del todo transparentes, y omitir detalles importantes que afectan directamente a nuestros derechos como consumidores. Leer con atención cada apartado, especialmente aquellos relacionados con plazos, penalizaciones o condiciones de cancelación, puede evitar muchos problemas futuros.
Además, no basta con revisar los contratos solo al principio. Es recomendable hacer una revisión periódica de los servicios contratados y de las facturas que recibimos, para asegurarnos de que seguimos pagando por lo que realmente necesitamos. Esto es especialmente importante en el caso de personas mayores, que pueden ser más vulnerables a cargos innecesarios o condiciones poco claras.
Un caso real
Estar bien informados nos permite tomar decisiones más seguras y responsables. Si no se hace pueden ocurrir casos como el de una mujer húngara de 80 años que descubrió, tras una década, que había estado pagando cada mes una tarifa por un servicio de telefonía móvil que nunca llegó a utilizar.
Veronika ––nombre ficticio utilizado por el medio local HVG–– fue contactada en 2015 por Magyar Telekom, filial húngara de Telekom, la mayor empresa de telecomunicaciones de Europa. La compañía le ofreció una promoción en la que podía reducir el coste de su línea fija si añadía una suscripción móvil al paquete.
Un servicio que jamás había usado
La mujer, confiando en que sus gastos no aumentarían, aceptó la oferta por teléfono. Según contó su hijo, Veronika pensó que nunca usaría el móvil, pero que así podría llamar más barato desde su teléfono fijo. El contrato se formalizó de manera verbal por llamada y la compañía activó la línea móvil, enviando una tarjeta SIM que la usuaria jamás llegó a sustituir ni utilizar.
Durante los siguientes diez años, las facturas se pagaron automáticamente mediante domiciliación bancaria. Veronika nunca revisó en detalle los cobros, ya que el banco descontaba la cantidad correspondiente cada mes sin incidencias. No fue hasta una revisión reciente de sus cuentas cuando descubrió que llevaba una década pagando por un servicio que jamás había usado.
La mujer había abonado miles de florines húngaros cada mes por su suscripción móvil. Según la familia, no hubo tráfico alguno en la línea, lo que demuestra que la tarjeta SIM nunca fue activada. “No hubo tráfico durante diez años, ni siquiera reemplazamos la tarjeta SIM, pero no nos advirtieron al respecto”, explicó el hijo de Veronika al medio HVG.
La respuesta de Telekom y la polémica legal
El hombre presentó una reclamación a Telekom, solicitando el reembolso total o parcial de las cantidades pagadas. Sin embargo, la empresa rechazó la petición, argumentando que no tiene obligación legal de monitorear el uso real de los servicios ni de advertir sobre gastos innecesarios.
La compañía añadió que los clientes, al firmar un contrato, se comprometen a pagar las tarifas mensuales “independientemente del uso real”. Telekom también aclaró al medio HVG que los usuarios pueden suspender temporalmente un servicio si no desean utilizarlo, pagando una tarifa reducida en lugar de cancelarlo.
