Una pareja convierte su casa de ladrillos en una vivienda invernadero de 247 m2 en plena naturaleza
Los dueños limpiaron a mano 21.000 los materiales originales de la antigua casa rural en ruinas del siglo XIX que se encontraba en ese terreno, situado en Dinamarca.

Una mujer vive en una casa de cristal, en la que uno tiene la sensación de estar viviendo al aire libre, pero, a la vez, está protegido y a salvo en el interior. Se trata de una de las casas más bonitas del mundo y se encuentra en el norte de Dinamarca. Y es que la vidriera del invernadero que rodea toda esta vivienda está construida, en realidad, alrededor de una casa clásica y antigua de ladrillo.
La casa está en la ventosa isla de Mors, al norte de Dinamarca, donde Ana Mari Madsen y Rasmus Miler han "rediseñado" la vida rural trasladando una modesta casa de ladrillo a una estructura de cristal de 247 metros cuadrados, creando un refugio luminoso y cálido que permanece conectado con la naturaleza durante todo el año, según cuenta la publicación Stil.
Para reducir los costes, la pareja limpió a mano 21.000 ladrillos de una casa rural en ruinas del siglo XIX que se encontraba en ese terreno. Recuperaron y reutilizaron materiales de todas partes, desde la escalera circular rescatada de una antigua comisaría hasta ventanas y madera recogida en la zona.
La casa en sí es compacta, pero la terraza acristalada sirve como espacio vital ampliado: protección contra el frío, jardín e incluso dormitorio adicional. En los meses más cálidos, la cama plegable del otro lado se convierte en una habitación de invitados; en invierno, solo el sol puede transformar el espacio. Miler recuerda un día de febrero en el que la temperatura exterior era de -15 °C, pero cuando el sol atravesó las nubes, la temperatura dentro de la estructura de cristal subió a 22 °C.
La casa se abre a la vista de los campos, el fiordo y el cielo, como se puede ver un vídeo de youtube con un reportaje con los dueños de la casa sobre esta reforma, lo que es fundamental no solo para la paz cotidiana, sino también para la práctica de yoga de Ana Marija, donde la luz cambiante y las estaciones del año proporcionan ritmo e inspiración.
