Vicente Garrido, criminólogo con 30 años de experiencia, revela cómo detectar a un psicópata en el trabajo por un rasgo clave que siempre les delata: "Es una gran incongruencia"
a lo largo de una vida profesional afirma haberse cruzado con "un montón" de psicópatas.
Seguro que has oído esa frase de que la política y los despachos de altos cargos de empresas y organismos están llenos de psicópatas. No es que vayan a ser una especie de Dexter ni cometer delitos de sangre, pero sí que para llegar estos puestos de responsabilidad, en muchos casos, se requieren parte de estos rasgos, o más aún, favorece para alcanzarlos, aunque sea duro reconocerlo.
Vicente Garrido, uno de los criminólogos más reconocidos de España y referente internacional en el estudio de la psicopatía, lleva más de 30 años analizando este tipo de perfiles en contextos criminales, sociales y también laborales. Tiene claro que en el trabajo hay un rasgo que delata antes que ningún otro a un psicópata: la incongruencia radical entre lo que dice y lo que hace.
Así que no es una intuición ni una frase efectista. Es una pauta clínica y conductual que, según explica, se repite con una frecuencia sorprendente en entornos empresariales, especialmente cuando el psicópata ocupa una posición de poder, según explicó Garrido en el pódcast Roca Project.
El rasgo clave: discurso amable, conducta destructiva
"Es crucial fijarse en el comportamiento discrepante con el discurso", resume Garrido. En la práctica, esto suele traducirse en jefes o compañeros que predican valores positivos —equipo, familia, cooperación— mientras actúan justo al contrario. Él mismo da fe, porque a lo largo de una vida profesional afirma haberse cruzado con "un montón" de psicópatas.
Un ejemplo habitual es la del supervisor, que habla de "empresa-familia" pero fomenta divisiones internas, enfrenta a empleados entre sí o margina a quienes considera una amenaza para su ascenso o control. Esa gran incongruencia no es casual ni puntual: es estructural.
Desde el punto de vista criminológico, esta disonancia no responde a hipocresía común, sino a una instrumentalización del lenguaje. El psicópata utiliza el discurso como herramienta de manipulación, no como reflejo de valores reales.
Volatilidad emocional y castigos absurdos
Es segundo gran indicador es menos sutil: la volatilidad emocional. Garrido advierte de reacciones desproporcionadas, decisiones arbitrarias o castigos innecesarios ante frustraciones mínimas.
Cuando el psicópata tiene poder jerárquico, esa volatilidad se convierte en daño directo. "Si tienes capacidad para mandar, lo haces porque te dé la gana", explica. Y pone ejemplos extremos, pero reales, de empresarios que han vulnerado la intimidad o la dignidad de sus empleados simplemente por imponer control o satisfacer un impulso momentáneo.
En el entorno laboral, esto se traduce en cambios de criterio constantes, órdenes contradictorias, humillaciones públicas o represalias sin justificación profesional. No es mala gestión: es crueldad funcional.
La frialdad emocional que no se puede fingir
El tercer elemento es más difícil de detectar, pero igual de revelador: la incapacidad de conexión emocional real. Según Garrido, incluso cuando el psicópata resulta encantador en lo superficial, algo no termina de encajar.
En relaciones laborales más cercanas —compañeros de rango similar— esa frialdad se percibe con el tiempo. Conversaciones llenas de clichés, ausencia de empatía genuina y una sensación persistente de vacío emocional. "No pasas de la superficialidad", resume el criminólogo.
¿Qué hacer si no puedes irte?
Garrido deja claro que si hay alternativa laboral, hay que tomar distancia. Él mismo lo aplica como norma personal. Pero reconoce que no siempre es posible. Hipotecas, responsabilidades familiares o falta de opciones reales obligan a convivir con estos perfiles.
En esos casos, propone estrategias defensivas, no de confrontación: documentar órdenes, buscar testigos, apoyarse en otros superiores, evitar la exposición directa y proteger la salud mental como prioridad. Incluso recurre al estoicismo clásico —Séneca, Marco Aurelio— como marco mental para resistir sin desgastarse.
Más hombres que mujeres, pero con estrategias distintas
Desde el punto de vista estadístico, Garrido señala que la psicopatía es más frecuente en hombres que en mujeres, en una proporción aproximada de 7 a 3. Los datos de violencia grave respaldan esa diferencia en todos los países.
Eso no significa que no existan mujeres psicópatas. Las hay, pero su forma de actuar suele ser distinta: violencia relacional, aislamiento, difamación, manipulación psicológica fina. En el trabajo, eso se traduce en estrategias más sibilinas, menos visibles, pero igual de dañinas.