Entra en un supermercado de Gibraltar y sale alucinada con lo que ha visto
“Es que estoy en otro país”

Una escapada de un día a Gibraltar puede dar para muchas cosas: vivir la experiencia de cruzar la Verja, aguantar una cola para entrar en el Peñón más larga que la de un tienda de Primark un sábado, pisar la playa solo para hacerse unas fotitos para Instagram… y, en el caso de la tiktoker andaluza Sara Domínguez, entrar en el británico Morrisons para darse cuenta de que un supermercado también puede ser una auténtica atracción turística.
En su vídeo que, por si quedaba alguna duda de cuál es su contenido, ha bautizado Cómo es un supermercado en Gibraltar, Sara se pasea por los pasillos del súper gibraltareño con la misma curiosidad de un turista al que de pronto se le han abierto las puertas a la Narnia del consumo británico: tartas que piden a gritos la compañía de una taza de té y un cartel bien grande advirtiendo de que tienen más azúcar que una fábrica de gominolas. “Hay un montón chocolates, galletas y cosas que no he visto en mi vida”, dice mientras enfoca las estanterías del pasillo más goloso del súper, donde se encuentra sorpresas como que los ositos Lulu, al cruzar la frontera, pasan a llamarse Barny y que las patatas Lays se ponen el disfraz de Walkers. “Es que estoy en otro país”, resume elevando a evento diplomático lo que no deja de ser un sencillo cambio de nombre.
Sin embargo, más allá del cambio de marcas, lo que de verdad deja a Sara boquiabierta se lo encuentra al final de la visita al Morrisons. Es en ese momento cuando descubre que en Gibraltar solo te puedes comprar una bebida energética si tienes más de 25 años, que te van a pedir el carné de identidad al pasar por caja, tal y como pretende hacer Galicia y otras autonomías españolas. También se queda a cuadros con el precio de las cremas de noche L’Oréal, que en España ronda los 8 euros de media y allí está a 5 libras. Pero por si esto no fuera suficiente, la joven andaluza no puede dejar de sorprenderse al ver como el supermercado le ha dedicado una sección a los 'bros', con una estantería completa digna de un gimnasio, repleta de "suplementos (proteínicos) como My Protein, que esto yo no lo he visto en el súper en mi vida", remata su paseo.
De la libra cara a la grasa de feria
En los comentarios, los seguidores de Sara Domínguez han entrado al trapo como si una visita al Morrisons fuese una cuestión de Estado. "Estuve ayer", le dice Sue, quien también le aconseja pagar en dinero metálico, y en pounds, para evitar que las comisiones de los bancos y el cambio desfavorable encarezcan la compra. "Si quieres que te salga rentable [la visita al súper] tienes que cambiar el dinero, porque la libra al cambio está cara y la vuelta del euro te la dan en libras”, le recomienda a la joven andaluza.
Miguel Hernández, en cambio, opta por asumir el papel de maestrillo corrigiendo una de las afirmaciones de Sara. Para ser exactos, la de la edad mínima para poder comprar algo en el pasillo de las bebidas energéticas: “No es que tengas que tener más de 25 años, es que te piden el DNI si aparentas menos de 25, pero la edad mínima para comprar bebidas energéticas en el Reino Unido es 18”.
Otros, sin embargo, optan por echar mano del sarcasmo. “Todo comida muy sana, dieta mediterránea”, ironiza AlvaroGT, que no ha visto tanta grasa junta desde que pasó por la sección de fritos de la feria de su pueblo. Luego está Juanito Palotes que rebaja la euforia por el hallazgo de los productos fitness en súper: "Los suplementos llevan en Carrefour años: de My Protein, etc, etc". Al final, el Morrisons ha conseguido lo impensable: que un simple paseo por sus pasillos genera más debate que un pleno del Congreso.
