Milán, profesor que se disfraza de Batman en el metro para comprobar los efectos: "Con la ciencia también hay que ensuciarse las manos"
Su objetivo era medir qué ocurre cuando un elemento inesperado y disruptivo irrumpe en una rutina.

Imagina un día cualquiera en el metro de Milán y de repente, como si estuvieras en Gotham, ves a alguien disfrazado de Batman. La sorpresa es ya mayúscula, pero más aún ver a un superhéroe coger el metro. Que sepamos, es más de deslizarse entre edificios y trasladarse por tierra o aire con sus batvehículos.
No era una campaña publicitaria ni una broma viral, sino un experimento científico. Detrás del disfraz está Francesco Pagnini, catedrático de Psicología en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, con una década de experiencia en Universidad de Harvard. Su objetivo era medir qué ocurre cuando un elemento inesperado y disruptivo irrumpe en una rutina tan automática como un trayecto diario en metro.
"Con la ciencia también hay que ensuciarse las manos", resume Pagnini en una entrevista al Il Corriere. Y para comprobarlo, decidió vestirse de Batman y subirse a los trenes del Metro de Milán acompañado por su equipo de investigación.
Romper el "piloto automático"
La cuestión es ver cómo cambia nuestro comportamiento cuando dejamos de movernos en modo automático. Pagnini investiga desde hace años el concepto de atención plena, entendido como capacidad de estar presente con la mente y el cuerpo en el aquí y ahora.
"Lo contrario de la atención plena es la distracción que se produce cuando transitamos por lugares familiares pensando y actuando según esquemas predefinidos", explica. El metro, subraya, es uno de los escenarios más claros de ese "piloto automático": miradas perdidas, móviles, auriculares y una atención mínima a lo que ocurre alrededor.
Para alterar ese estado hacía falta algo fuera de lo común. "Nuestro experimento necesitaba un elemento disruptivo. Batman era perfecto".
Batman entra en el vagón y no es Halloween ni Carnaval
Pero el diseño del estudio, aparte de directo y medible, mostraba mucho más. En una primera fase, una investigadora aparentemente embarazada subía al tren mientras otro miembro del equipo observaba si los pasajeros estaban dispuestos a ceder su asiento. Esa era la situación de control.
En la condición experimental, Pagnini aparecía disfrazado de Batman, entrando por otra puerta del vagón. Nada más. Sin hablar, sin interactuar directamente. Solo estar ahí.
El resultado fue que el 67,21% de los pasajeros cedió su asiento cuando Batman estaba presente. En la situación sin el superhéroe, el porcentaje bajó al 37,66%. Dicho de otro modo: dos de cada tres personas mostraron un comportamiento prosocial frente a poco más de una de cada tres en condiciones normales.
Más atención… incluso sin "ver" a Batman
Uno de los datos más llamativos llegó después. Al entrevistar a los pasajeros, el 44% de quienes cedieron el asiento afirmó no haber visto a Batman. Y aun así, su comportamiento había cambiado, ¿como era posible?
"Algo en el ambiente del vagón se transformó", explica Pagnini. La presencia inesperada del superhéroe aumentó la sintonía social, lo que en psicología se denomina prosocialidad: mayor atención a las señales del entorno y una disposición más alta a ayudar a otros. Parece que la conclusión es que, como en las películas, en la realidad también necesitaríamos superhéroes.
"Las personas 'ven' más a su alrededor. Por ejemplo, detectan antes a pasajeros vulnerables y actúan en consecuencia", señala el investigador.
El experimento no estuvo exento de anécdotas. Antes de bajar al metro, el equipo se reunió en el campus universitario. "Fui a tomar un café vestido de Batman y me encontré con el decano, mi jefe. Me miró sorprendido y me preguntó qué hacía así. Le contesté: 'Te sacrificas por la ciencia'", recuerda entre risas.
También hubo limitaciones metodológicas. El comité ético que aprobó el proyecto pidió a Pagnini que no usara una máscara completa para evitar incomodar a los pasajeros. "A mí me habría gustado llevarla", admite. Se ha quedado con las ganas si variaban los resultados con todo el disfraz, incluida la famosa máscara.
Poca broma con este experimento. Los hallazgos no se quedaron en una curiosidad urbana. El trabajo fue publicado en la revista científica estadounidense Nature Mental Health, especializada en salud mental y comportamiento.
