Sus hijos molestan sin querer a un hombre en el tren y su reacción encoleriza a la madre: "Merecemos la extinción"
Deja una contundente reflexión sobre este tipo de situaciones.

Eran las 15:00 horas cuando Matilde Daverio, madre de cuatro hijos, sube a bordo de un tren junto a dos de sus cuatro hijos, que tienen seis y siete años, con un trayecto de Roma a Milán.
La mayor parte del viaje transcurre sin incidencias, sin escenas fuera de lo común. Sus hijos permanecen tranquilos, uno durmiendo y otro escuchando como Matilde le narra, en un tono silencioso, parte del libro El mago de Oz, para no molestar a los pasajeros de alrededor.
Cuando el que duerme despierta, juegan a las cartas durante un buen rato y dibujan aluna que otra viñeta y, casi sin darse cuenta, llegan finalmente a Milán. Cuando se preparan para viajar, el hermano pequeño, Giacomo, roza sin querer a un hombre que componía uno de los cuatro pasajeros de los asientos y que acompañó a Matilde y sus hijos durante todo el viaje.
La reacción del hombre fue evidente para ella: una inquietud y molestia que parecían haber activado un botón de cuenta atrás antes de que el hombre estallara en cólera. Y así fue, justo después de que disculpara con él "por las molestias", así como también lo hizo su hijo, encolerizó delante de todos los viajeros, alegando que había aguantado a sus hijos durante las tres horas de viaje.
"Y que la culpa no era de los niños, sino de los padres", relata Matilde sobre lo que expresaba el pasajero. Ella, con respeto y educación, le pidió que la próxima vez intentara solucionar este tipo de situaciones con calma y, sobre todo, hablándolo con respeto y educación, además de hacerlo cuando sucede, no ya al final del viaje.
"Buscó la aprobación (que no recibió) de los demás viajeros, que se convirtieron en curiosos espectadores de esta triste y pequeña escena fundada en la nada", ha añadido Matilde, quien contó su historia en una carta dirigida al director del diario italiano Corriere Della Sera.
Dejó una reflexión muy contundente sobre este tipo de situaciones: "Incluso si los niños (como no fue mi caso) hubieran estado agitados, nerviosos o llorando por diversas razones, seguirían siendo niños viajando. Si el umbral de tolerancia a la presencia e incomodidad de dos o más niños es tan bajo, entonces quizá merezcamos la extinción para finalmente dar paso a la paz y al silencio (eterno)".