Una mujer de 52 años deja de teñirse el pelo y se le cierran puertas: "Eres demasiado madura para este puesto de trabajo"
Tras su decisión empezó a sufrir edadismo laboral, con entrevistas despectivas, prejuicios y un mercado que penaliza la experiencia visible.

Si en España hay ayudas para mayores de 52 años será por algo, reflexionarán muchos tras leer esto. Y es que a partir de los 50 es mucho más complicado conseguir trabajo e incluso mantenerlo. Si no, que se lo digan a esta mujer, que sabedora de estas dificultades ocultaba sus canas, hasta que un día dejó de hacerlo...
Pero, ¿qué pasa si, como en el caso de Jillian Bowman, empezó a teñirse el pelo con 17 años, cuando le salieron las primeras canas? Durante décadas fue un gesto automático, casi mecánico. Hasta que llegó la pandemia y, como tanta gente, dejé de hacerlo. Quería mostrarse tal y como era, además. Un craso error, al menos laboralmente, según explica a Business Insider.
Cuando las canas cambian el trato
Pero no solo en lo laboral. El cambio fue casi inmediato. En la calle, en tiendas, en espacios públicos, la gente empezó a tratarme con una amabilidad extraña, como si fuera una anciana. Más sonrisas, más paciencia, más condescendencia.
Pero en las entrevistas de trabajo ocurrió lo contrario, pero en las entrevistas de trabajo ocurrió lo contrario. "De repente, dejaron de preguntarme por lo que sé hacer hoy", relata al mismo medio. Dejaron de interesarse por arquitectura digital, agentes de IA, marketing moderno o gestión del cambio. Empezaron a preguntarme por proyectos de hace 10 años, como si mi carrera se hubiera detenido en el tiempo.
"Me recuerdas a mi madre"
El episodio más claro ocurrió en 2021, en su primera entrevista por vídeo tras dejar visibles las canas. "Era para un puesto de CMO. La entrevista inicial la realizó una reclutadora junior", recuerda, y "no me preguntó nada sobre marketing digital. Nada sobre estrategia. Nada sobre crecimiento, liderazgo o transformación. Solo sobre marcas antiguas de mi currículum".
Pero lo peor vino después, cuando antes de terminar le preguntó directamente por qué no había hecho ninguna pregunta relevante para el puesto. Su respuesta fue devastadora: "Me recuerdas mucho a mi mamá, y ella ni siquiera sabe usar su móvil. No quería hacerte una pregunta que no pudieras responder y avergonzarte", le soltó.
En otra ocasión también recuerda lo que le pasó cuando optaba para un puesto de directora de marketing. Le dijeron que su madurez no era adecuada para el equipo, no por falta de experiencia, ni por carencias técnicas. Por madurez.
