Diez claves para minimizar la resaca (cuando ya es tarde para evitarla)
“¡¡¡NO VUELVO A BEBER!!!”, ese mantra de la mañana después —aunque sólo sea un propósito que no se suele cumplir— quiere decir que se ha alcanzado la fase de arrepentimiento y, desde ese punto, sólo se puede ir a mejor.
Estas son las claves para hacerlo y conseguir que la resaca sea (algo) más llevadera:
Lo primero, algo rápido: tómate un vaso de agua tibia con zumo de limón para depurar el hígado (con lo que ha sufrido, ¡qué menos!).
Lo sentimos, pero la comida grasienta que te apetece ahora mismo es lo último que deberías comer. Si ingieres mucha grasa tu cuerpo tendrá que eliminarla por la misma vía metabólica que el alcohol, lo que hará que tarde más y te encuentres peor a la larga.
Mejor ingerir fruta y verdura de color verde. Te ayudarán a absorber el alcohol, especialmente las alcachofas y las manzanas. Los plátanos, además, aportan potasio. Créelo, te hace falta.
Evita los analgésicos, pues dificultan el proceso natural de eliminación del alcohol: recuerda que el único origen de tus males ahora mismo es la deshidratación.
Así que bebe litros y litros de agua (y no queremos tener que volver a repetírtelo).
Sal a la calle: quedarte en casa compadeciéndote no va a hacer que te encuentres mejor. Invade la casa de tu-amigo-con-piscina; un buen baño refrescante siempre ayuda.
Aire libre sí, pero no el sol: bastante deshidratado estás ya como para que el sol te quite el poco líquido que te queda en el cuerpo.
Sigue bebiendo agua (vale, hemos tenido que repetirlo, no nos fiábamos del todo).
La leche y los huevos, que contienen cisteína (un aminoácido que elimina el acetaldehído), te vendrán bien. También los alimentos con vitamina B, como los espárragos o el aguacate.
Y no te engañes: una cerveza no cura otra cerveza. Tomar alcohol al día siguiente pensando que la mancha de mora, con mora se quita, es un error fatal. Lo único que harás es aplazar la recuperación.
