10 falsos mitos sobre la gripe y el resfriado

10 falsos mitos sobre la gripe y el resfriado

PAUL BRADBURY VIA GETTY IMAGES

Te has lavado las manos constantemente y te has tomado las vitaminas, pero aun así tu compañero de trabajo te ha contagiado. Tal y como explica la doctora Sandra Fryhofer —que trabaja en el Piedmont Hospital de Atlanta (Estados Unidos) y fue presidenta del Colegio Estadounidense de Médicos—, el resfriado y la gripe son provocados por virus, no por la exposición a bajas temperaturas. Los siguientes mitos son casi tan comunes como los resfriados o las gripes:

1. Un resfriado puede acabar convirtiéndose en una gripe.

Falso. El resfriado común y la gripe son enfermedades respiratorias, pero las provocan virus distintos, según afirma el doctor Kenneth Steier, decano de Educación clínica y profesor de Medicina en la Touro College of Osteopathic Medicine de Middletown (Nueva York). Parecen idénticas porque ambas provocan síntomas similares a los de la gripe. Entonces, ¿cuál es la diferencia? La gripe causa síntomas más severos que el resfriado (fiebre, dolor muscular, cansancio extremo y tos seca). Sin embargo, el resfriado común suele provocar secreción o congestión nasal. Además, un resfriado no suele tener complicaciones que hagan necesario acudir al hospital. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CCPEEU) calculan que, cada año, se hospitalizan en Estados Unidos a más de 200.000 pacientes por complicaciones relacionadas con la gripe estacional.

2. La gripe no es tan grave.

Sí que lo es. Los CCPEEU estiman que entre un 5 y un 20% de estadounidenses se contagian de gripe cada año y que, además, 146 niños murieron la temporada de gripe pasada. "Esta ya es una buena razón para vacunarse", recuerda Steier. "Las personas que padecen asma o problemas de corazón o que tienen más de 65 años tienen más riesgo de fallecer o de salir mal parados tras una gripe, pues su sistema inmunológico no es lo suficientemente fuerte". También deberían vacunarse las mujeres embarazadas.

3. Hay que comer poco para acabar con la fiebre.

Para nada. De hecho, el cuerpo necesita lo contrario. "La fiebre es una reacción perfectamente normal que se produce cuando el cuerpo está intentando acabar con un virus como el del resfriado o el de la gripe", explica Steier. "La fiebre no tiene nada que ver con la cantidad de comida que se ingiere". Hay que beber más líquidos para rehidratarse y mantener un nivel calórico normal para reforzar el sistema inmunológico.

4. Tanto el calor seco como el frío son perjudiciales.

"Sí, el frío da frío y el calor da calor, pero ninguno de los dos es el culpable de la gripe o del resfriado. Los culpables son los virus", explica Steier. Aunque uno no se resfríe por culpa del viento, el aire húmedo puede ayudar si se padecen dificultades respiratorias, apunta Fryhofer. Ducharse, ir a una sauna o utilizar un humidificador de aire frío puede contribuir a aliviar los síntomas respiratorios característicos de la gripe y del resfriado.

5. No hay que salir con el pelo mojado.

Según Steier, no hay pruebas científicas que sostengan este viejo mito. La bajada de temperaturas en otoño y en invierno es significativa, y además coincide con la temporada de gripe y de resfriados, pero que el pelo esté mojado no tiene nada que ver con la gripe. Si no se puede utilizar el secador por falta de tiempo, no pasa nada, la salud no se verá perjudicada.

6. La vacuna de la gripe es la causante de la gripe.

Mentira. En el ámbito de la medicina, se sabe desde hace mucho que la vacuna de la gripe no transmite la gripe, pero aun así este rumor sigue circulando. Los CCPEEU afirman que los síntomas más comunes de la vacuna consisten en molestias, enrojecimiento, sensibilidad o hinchazón en la zona de la inyección. Puede que algunas personas experimenten dolor de cabeza, fiebre moderada y dolor muscular, pero no la gripe.

7. Hay que evitar los lácteos si se está enfermo.

"Los productos lácteos provocan más flemas". Esta frase la han escuchado muchos enfermos de asma, especialmente cuando eran pequeños. "No es verdad, a no ser que se tengan problemas de salud relacionados con los productos lácteos", desmiente Steier, refiriéndose a la intolerancia a la lactosa y a las alergias alimentarias. "Sólo entonces no se deben consumir productos lácteos si se está enfermo. No existe relación alguna entre los lácteos y las flemas". Si tienes más flemas de las que eres capaz de soportar y estás intentando deshacerte de un virus, aquí tienes algunos consejos para llevarlo mejor.

8. Si uno se vacuna contra la gripe, se volverá inmune.

No es cierto, asegura Steier. Generalmente, las vacunas nos protegen de los subtipos H1N1, H3N2 y el Influenzavirus B. Sin embargo, sólo cubren entre un 70 y un 80% de los virus de gripe existentes en cada temporada, señala el doctor. Contagiarse de gripe una vez no significa volverse inmune. Aun así, es mejor prevenir que curar.

9. No hay que hacer ejercicio.

Al contrario. "Cuanta más actividad física realices, menos resfriados tendrás", cuenta Fryhofer; "el ejercicio ayuda a prevenir los resfriados". Aunque, si ya estás constipado, el ejercicio no lo puede curar. Si tienes intención de ir al gimnasio estando resfriado, asegúrate de limpiar las máquinas que utilices después y de lavarte las manos a menudo para no contagiar a otras personas. Si no te apetece seguir tu rutina de ejercicio, haz lo que te pide el cuerpo. Limítate a estirar en casa.

10. Al toser, hay que taparse la boca (con las manos).

No, no y no. "Eso puede contagiar a otras personas", avisa Steier. ¿Cómo? Por ejemplo, una persona tose cubriéndose la boca con la mano y luego le da esa mano a otra persona o abre una puerta con esa mano. Hay que toser tapándose con el brazo. Si te das cuenta de que te has tapado la boca con las manos al toser, es aconsejable lavarse o utilizar un desinfectante de manos para evitar la propagación de gérmenes.

Este artículo se ha publicado originalmente en la revista U.S. News & World Report.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros

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