Los humanos nos hicimos monógamos para evitar las enfermedades de transmisión sexual y ser más competitivos

Los humanos nos hicimos monógamos para evitar las enfermedades de transmisión sexual y ser más competitivos

PIXABAY

Los humanos prehistóricos pueden haber desarrollado normas sociales que favorecen la monogamia y castigan la poligamia gracias a la presencia de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y a la presión de grupo. A esa conclusión ha llegado una nueva investigación de la Universidad de Waterloo, en Canadá.

Como cazadores-recolectores que comenzaron a vivir en poblaciones más grandes de agricultores asentados, la propagación de enfermedades de transmisión sexual podría explicar un cambio hacia la aparición de normas sociales que favoreciera tener una pareja sexual fija frente a muchas.

El trabajo, publicado en la revista Nature Communications, empleó técnicas de modelado por ordenador para simular la evolución de los diferentes comportamientos de acoplamiento social en las poblaciones humanas en base a los parámetros de transmisión de la enfermedad y demográficos.

"Esta investigación muestra cómo eventos en sistemas naturales, como la propagación de enfermedades contagiosas, pueden influir fuertemente en el desarrollo de normas sociales y, en particular, nuestros juicios dirigidos al grupo", ha explicado Chris Bauch, profesor de Matemáticas Aplicadas y Cátedra de Investigación de la Universidad en Waterloo. "Nuestra investigación muestra cómo los modelos matemáticos no sólo se utilizan para predecir el futuro, sino también para comprender el pasado", añade.

El estudio, realizado por el profesor Bauch y Richard McElreath, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, encontró que cuando los tamaños de población se hacen más grandes, la presencia de enfermedades de transmisión sexual disminuye las tasas de fecundidad entre los hombres con múltiples parejas. Este cambio de la conducta de apareamiento demuestra ser más beneficioso para los individuos y grupos.

En las poblaciones de los primeros cazadores-recolectores, era común que unos pocos hombres monopolizaran el apareamiento con múltiples mujeres con el fin de aumentar su número de descendientes. En estas pequeñas sociedades donde existe un máximo de 30 individuos sexualmente maduros, los brotes de infecciones de transmisión sexual son de corta duración y tienden a no tener un efecto tan significativo en la población.

LOS GRUPOS MONÓGAMOS, MÁS COMPETITIVOS

Sin embargo, a medida que las sociedades evolucionaron alrededor de la agricultura y el tamaño de los grupos creció, la investigación predice que la prevalencia de infecciones de transmisión sexual se incrementó entre las redes polígamas que se superponen. Con la ausencia de la medicina moderna, la infertilidad por sífilis, clamidia y gonorrea probablemente habría sido alta.

Con la ausencia de la medicina moderna, la infertilidad por sífilis, clamidia y gonorrea probablemente habría sido alta.

Esto hizo que fuera más ventajoso para los hombres tener relaciones sexuales monogámicamente y, lo más importante, castigar a otros machos que no lo hacían. Por lo tanto, los grupos que hacían cumplir las normas sociales monógamas podrían ser más competitivos que los grupos que carecen de estas normas.

"Nuestras normas sociales no se desarrollaron en completo aislamiento de lo que sucedía en nuestro entorno natural. Por el contrario, no podemos entender las normas sociales sin entender sus orígenes en nuestro entorno natural", afirma el profesor Bauch. "Nuestras normas sociales fueron moldeadas por nuestro entorno natural. A su vez, el medio ambiente está determinado por nuestras normas sociales, como estamos reconociendo cada vez más", explica.

Los investigadores han señalado que las ETS pueden ser uno de los muchos factores —incluyendo la elección femenina, el estrés patógeno y los impactos tecnológicos— que modificaron el comportamiento humano desde la poligamia a la monogamia.

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