Este es el robot que la Policía de Dallas utilizó para matar al sospechoso del tiroteo

Este es el robot que la Policía de Dallas utilizó para matar al sospechoso del tiroteo

AFP

El Departamento de Policía de Dallas ha desvelado este lunes los detalles del robot que se utilizó para matar al sospechoso del tiroteo que tuvo lugar la semana pasada en Dallas (Texas, EEUU).

A través de Twitter, la policía informó de que el robot era un Remotec Andros Mark V-A1 y no un Model F-5, tal y como se había dicho anteriormente.

El robot que se ha utilizado es el Remotec Andros Mark V-A1.

Se empleó para acabar con la vida del sospechoso de abrir fuego durante una protesta organizada por el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan) y de matar a cinco agentes, además de herir a varios. El sistema está diseñado para neutralizar bombas, pero la policía lo usó para colocar un explosivo. Esta decisión mantuvo a los agentes a salvo, pero algunas personas cuestionan las consecuencias de que la policía coloque armas de alta tecnología sin supervisión.

El Andros Mark V-A1, fabricado por la empresa de tecnología militar Northrop Gurmman, cuenta con una cámara de vigilancia y un brazo extensible con una pinza giratoria. Se controla de manera inalámbrica y, además, puede subir escaleras. En este caso, el robot se ayudó de la pinza para colocar un explosivo C-4 que la policía detonó para matar al sospechoso.

Según el doctor Robert Latiff, no habría sido posible recurrir a una opción sin consecuencias letales. Latiff es un ex general de división de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que trabaja como experto en tecnología en la Universidad estadounidense de Notre Dame.

"Si hubiera dispuesto de mucho tiempo —pero no contaba con ello— y de recursos, la policía podría haber reducido al sospechoso", explica Latiff en un correo electrónico a la edición estadounidense del HuffPost.

"Hay que recordar que estaban en medio de lo que se puede considerar como una situación de combate. Aunque las medidas que tomaron fueron distintas (y generarán mucha discusión), no veo que sea diferente a una situación en la que un agente de policía pudiera haber disparado al responsable desde lejos", añade.

En cierto modo, el robot Mark V-A1 es una herramienta como otra cualquiera. No es un robot con inteligencia artificial programado para matar como Terminator. Pero Illah Nourbakhsh, profesor de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos), advierte de que ignorar las consecuencias de la aplicación de estas tecnologías puede resultar desastroso.

"En el futuro, los robots de este tipo tendrán más características extra y proporcionarán nuevas opciones para que el robot lleve a cabo actividades que ni siquiera los ingenieros o los agentes de compra que se encargan de abastecer a los departamentos de policía imaginan", afirma Nourbakhsh. "Estos nos lleva a un Lejano Oeste en el que las máquinas sofisticadas desatan el potencial creativo de los usuarios".

Pero también añade que existen preocupaciones éticas: "No hay ningún tipo de legislación, directrices o supervisiones que se apliquen a la situación de matar con un robot que coloque una bomba".

La Policía de Dallas no utilizó a este robot de la manera para la que está diseñado. Según Nourbakhsh, a medida que los robots mejoran, la diferencia entre el diseño original y la función real será más grande, y eso podría acarrear problemas. Constantemente se ven muestras de ello en la tecnología en desarrollo.

Por ejemplo, en los smartphone: cuando lo compraste, aunque fuera hace un par de años, lo más probable es que no hubiera una manera sencilla de evitar que las autoridades leyeran tus mensajes en caso de que te consideraran sospechoso de haber cometido un delito. Actualmente, hay una gran cantidad de aplicaciones de mensajería segura y eso ha transformado a tu teléfono en un dispositivo con unas funciones más avanzadas.

Aplicando esta lógica a la maquinaria pesada —a la que se le puede dotar de armas—, se puede entender la preocupación actual.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.