Qué es el Síndrome de la Tiara y por qué lo sufren más las mujeres

Qué es el Síndrome de la Tiara y por qué lo sufren más las mujeres

PIXABAY

Todos sabemos qué es una tiara. Las princesas (de cuentos o reales) se han encargado de dejarlo claro en sus apariciones en grandes eventos, pero ¿qué hay del Síndrome de la Tiara? ¿Qué es exactamente?

El término Síndrome de la Tiara hace referencia a la actitud pasiva que toman generalmente mujeres (aunque no únicamente) en sus puestos de trabajo, cumpliendo escrupulosamente con su deber sin hacerlo notar, esperando que algún superior las detecte para coronarlas con una tiara (que puede ser un aumento o un reconocimiento de cualquier tipo). Fue acuñado por Carol Frohlinger y Deborah Kolb, fundadoras de Negotiating Women, y pone sobre la mesa ese techo de cristal que muchas mujeres se ponen a sí mismas a la hora de hacer ver lo que valen.

No es nada nuevo que las mujeres están acostumbradas a verse como sujetos pasivos: la princesa que debe ser rescatada, besada para ser devuelta a la vida, elegida, encontrada por un príncipe encantador que recorre la ciudad zapato en mano como un fetichista cualquiera. Pero la cruda realidad dice que los jefes suelen tener mejores cosas que hacer que sentarse a monitorizar lo que hacen sus empleados y con qué intenciones.

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La Directora de Operaciones de Facebook Sheryl Sandberg, todo un referente en cuanto a mujeres y condiciones de trabajo, aporta sorprendentes estadísticas al respecto que ejemplifican la situación: una apabullante mayoría de mujeres sólo se presentaría como candidata a un puesto de trabajo si considera que cumple el 100% de los criterios requeridos, mientras que los hombres se lanzarían en plancha a por ello cumpliendo sólo un 60% de dichas capacidades.

¿CÓMO COMBATIR EL SÍNDROME DE LA TIARA?

Las creadoras de este término dan cinco claves para enfrentarse a este síndrome: inteligencia, recursos, marcar la diferencia, buscar cierto apoyo y tener absoluta confianza en una misma. Casi nada. Pero quizá pueda ayudar algo tan sencillo como empezar por recoger algunos datos y aprender a presentarlos de la manera más exitosa tras cada proyecto. Poco a poco.

Ambas recomiendan recalcar los méritos de los compañeros para tratar de crear un ambiente donde el sano reconocimiento de las valías esté normalizado. No hay que cortarse al decir que haces bien las cosas que haces bien. La modestia está muy bien, pero puede ser un lastre en un entorno competitivo; es oportuno presumir de los logros y no hacer caso de los que intenten avergonzarte por ello, total, una mujer en el trabajo siempre va a ser asociada a ciertos estereotipos dañinos. Mejor dejar de lado todos estos tópicos —y dejar de aplicárselos a tus jefas— y empezar a poner caras, nombres y apellidos a todo eso que una hace y resuelve mejor que nadie.

Hacerse valer es hacerse ver, y para ello hay que empezar por el principio. Hacer que colegas y superiores vean que estás ahí y que lo que haces brilla mucho más que ninguna diademita. Confiar en las capacidades de cada uno y tenerlo claro, si en algún momento puede parecer que te estás quedando atrás, la pregunta es simple: "¿Estoy esperando mi tiara?".

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