Soraya Sáenz de Santamaría y el significado del poder

Soraya Sáenz de Santamaría y el significado del poder

Auge y caída de la mujer que soñaba con ser la primera presidenta del Gobierno.

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"Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo". Este es el significado de 'poder' en el diccionario de la Real Academia Española. Y, además, es la palabra que ha acompañado a Soraya Sáenz de Santamaría en la última década. La mujer que lo tenía todo, cuya sombra llegaba a todas las esquinas de España.

La exvicepresidenta ha puesto punto final a su paso por la política hoy al mediodía en una reunión en la calle Génova con el nuevo líder del PP, Pablo Casado, el único que ha podido con ella. El que frustró -junto al ejército de María Dolores de Cospedal- el sueño de Santamaría de ser la primera presidenta de la historia de España. Al final se cumplió este verano aquella máxima de corrillo de que en el partido no la querían mucho.

Santamaría ha estado pensando durante todo el verano sobre su futuro, ha reflexionado, lo ha meditado. Algo más de un mes aislada, sin focos, alejada de la prensa. Y no le ha convencido las ofertas que salían de la cartera de Casado: integrarse en el Comité Ejecutivo Nacional como vocal y presidir una comisión en el Congreso. Algunos sectores del PP también la veían como posible candidata al Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid el próximo mes de mayo.

El entierro del 'marianismo'

Nada de nada. Hoy ha dado un portazo. Pero también su marcha supone enterrar definitivamente lo que quedaba de 'marianismo' en el Partido Popular. La exvicepresidenta del Gobierno era la alumna aventajada del expresidente, su ojo derecho, su heredera natural, el espíritu tecnócrata. El brazo de hierro con guante de seda que tanto fascinaba al antaño líder popular.

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Y Santamaría no ha logrado encontrar su hueco en este nuevo PP, ese partido que recupera sus aires aznaristas y aguirristas que gira (aún) más a la derecha y que dice que hay que hablar claro. Los abogados de Estado ya no son lo que eran en Génova. La política siente una profunda decepción por lo ocurrido en las primarias, donde ganó en la primera vuelta y perdió luego con los delegados. Sintió en sus carnes la 'traición' al principio popular de que gobierne el más votado. Así es este teatro.

Cuando se habla de poder hay que pensar en dos grupos: los que lo tienen y los que quieren tenerlo. Y Santamaría ha tenido mucho durante estos años, desde su designación como vicepresidenta, ministra de Presidencia y portavoz tras ganar el PP las elecciones de noviembre de 2011 por mayoría absoluta. El poder trae consigo muchos enemigos... y Santamaría se ha granjeado muchos.

Santamaría acumuló tanto poder como enemigos internos

Algunas veces tus peores enemigos pueden venir desde dentro. Santamaría ha sido acusada en privado por numerosos compañeros de haberse preocupado demasiado por su imagen, por sus ganas de heredar la corona popular, olvidando al mismo tiempo defender al partido en unos años muy duros provocados por los gravísimos casos de corrupción (especialmente por Gürtel). Se creó la muralla de la mesa del Consejo de Ministros y a la vez proclamaba que en su "puta vida" había cogido un sobre.

¿Hasta qué punto utilizó el poder? ¿Dónde están los límites? Sobre ella hay muchas leyendas, empezando por haber utilizado el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y sus informes contra sus adversarios políticos. Los 'cospedalistas' siempre han visto su mano detrás de cada filtración sobre la exministra de Defensa y los negocios de su marido. Ella siempre ha defendido ser una persona de Estado, leal a su país.

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La más querida del PP fuera de Génova

Cosas de la vida y de la política. Y un de las que más orgullosa siempre se ha sentido la saliente Santamaría es de ser el miembro más valorado del Gobierno de Mariano Rajoy (aunque no conseguía ni siquiera aprobar). Los suyos siempre han sabido que era más querida fuera que dentro de su partido.

Santamaría siempre estará unida también a los viernes de Consejo de Ministros. Era la cara que anunciaba los duros recortes que hizo Rajoy en La Moncloa en plena crisis económica. Años más tarde siempre los vendió como la época de salvación de España y de la recuperación económica.

El personaje de Santamaría no se puede entender sin el de Rajoy. Ascendió de su mano y siempre pisando moquetas oficiales, nada de Nuevas Generaciones y rellenar mítines. Todo arrancaba cuando se enteró de que Rajoy durante el Gobierno de Aznar buscaba asesores. La joven abogada del Estado cogió un autobús a la capital y se entrevistó con el jefe de gabinete Francisco Villar. Hubo conexión y entró en el equipo marianista. Luego, en la época de oposición a Zapatero, Rajoy le confió la secretaría de política autonómica y local en el PP. Un lugar clave, en el que se forjó políticamente, al ser la encargada de negociar los estatutos de autonomía de segunda generación.

Pero en esa época Rajoy todavía no tenía el total control del PP, con Aguirre acechando por detrás. Sería en 2008 cuando el expresidente consiguió callar a sus rivales internos en el congreso de Valencia. Allí dividió el poder entre dos mujeres: Santamaría a la Portavocía del Congreso y María Dolores de Cospedal a la Secretaría General.

Entonces comenzaba otra lucha interna que ha durado una década. Se crearon dos grupos dentro del PP, dos universos diferentes que se disputaban el poder. Siempre el poder. Una historia de recelos, plantones, feos protocolarios. Para la historia de la política española quedará la pasada fiesta del Dos de Mayo en la Comunidad de Madrid, cuando las dos se sentaron al lado -separadas por una silla vacía- y no se dirigieron ni la palabra.

"A Santamaría siempre le gustaban las cosas que parecían imposibles", confiesa un alto cargo del PP. Y una de las misiones que le encargó el presidente, y con la que se obsesionó fue el 'procés' catalán. Primero en la oposición estuvo en las fallidas negociaciones y fue la encargada de presentar ante el Tribunal Constitucional el recurso contra el Estatut. Ya en el Ejecutivo fue la encargada de gestionar la operación Diálogo, que no consiguió rebajar la tensión. Fue la cara del Gobierno durante el dramático 1-O. Las fotografías de la Policía cargando todavía son recordadas. Esto supuso un desgaste brutal de su imagen en Cataluña, pero también dentro de su partido. Casado y Cospedal han revelado posteriormente que estaban a favor de haber aplicado el 155 antes.

Ella, en cambio, siempre apostó por aguantar hasta el final el 155, hasta que no hubiera más remedio. Confió primero en que ERC forzara un adelanto electoral, y luego en el plan de frenar en los tribunales cualquier paso de la Generalitat. Misión imposible.

Santamaría es una personalidad política compleja. Hasta muchos en su partido han dudado de su ideología y convicciones. Un día se le veía con la mantilla, otro cantando en el crápula piano bar Toni 2. Un día lanzaba a los abogados del Estado, otro se abrazaba con Oriol Junqueras. Los sectores más a la derecha siempre la han visto como una política con tintes incluso socialdemócratas con mucha ambición personal. Los suyos en cambio siempre han defendido que representaba a una derecha moderna, más integradora, capaz de atraer a los votantes de centro y más jóvenes. Ella se puso esta etiqueta: "liberal combinando con alguno principios de tradición democristiana" y "de centro derecha".

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¡Ay, los votantes! Los partidarios de Santamaría siempre defendieron que era la más querida y la opción predilecta, pero nunca fue cabeza de cartel a ningunas elecciones. Los suyos... Sí, durante estos años se creó el clan de los 'sorayos', políticos con un corte tecnócrata que rodearon a la vicepresidenta y ocuparon el poder: José Luis Ayllón, Fátima Báñez, Álvaro Nadal, María González Pico, Alfonso Alonso, Juanma Moreno...

"A ella le gusta mucho trabajar, pero le gusta que trabajen igual sus colaboradores", comentaba recientemente uno de sus asesores principales. Y lo de que es solo una tecnócrata lo rebaten en privado los que le han acompañado durante las primarias: "Le ha cogido el gusto a esto". Sí, Santamaría es también (a su estilo) un animal político. El estrés, ha confesado en privado alguna ocasión, lo solía combatir durante las sesiones de control al Gobierno en el Congreso. Le encantaba esos 'cara a cara'. Hasta el presidente le decía alguna vez en voz baja que se calmara, que no se lo tomara tan a pecho.

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Lo que le reconocen amigos como enemigos es su prodigiosa memoria. Es capaz de acordarse y recitar artículos de leyes sin consultar nada. Además, siempre ha tenido un buen trato con la prensa -fue portavoz del Gobierno- y tiene también sentido del humor en las distancias cortas que sorprende a muchos. Los medios de comunicación han sido también otra de sus grandes obsesiones, para bien y para mal.

Y a Santamaría también le gustaba sacar ese punto de moderneo que ponía nerviosos a muchos en las filas populares. En público se ponía a hacer de dj con sus megacascos en un mitin junto a El Pulpo. ¡Y se formó la Gozadeeeraaaaa! Por cierto: en privado también pincha en fiestas de 'populares' y pone temazos de los ochenta si Mariano Rajoy están en la pista de baile. A la vez, sorprendía de vez en cuando con sus gafas de Terry Richardson setenteras. Todavía en la mente de algunos está aquella sesión de fotos para El Mundo en la habitación de un hotel madrileño o su baile en El Hormiguero.

Sáenz de Santamaría la mujer que estaba llamada a ser la primera presidenta del Gobierno ha dicho este lunes adiós a la política. No se sentará en el asiento en el que dejó su bolso durante la moción de censura. El poder se tiene... y se pierde.