La información ya no es poder para unos pocos

La información ya no es poder para unos pocos

Los dirigentes y líderes que tengan la capacidad de entender y aprovechar antes la revolución tecnológica propiciarán un desarrollo de sus entornos mayor al del resto, lo cual los situará en una posición de ventaja que no será valorada de forma conveniente inmediatamente, pero que les ayudará a dejar un legado que recordado por generaciones futuras.

Son pocas las personas que no habrán escuchado la frase "la información es poder", refiriéndose al poder que tienen los que la poseen, situándolos en una posición de ventaja respecto al resto. Al igual que antes de la aparición de la imprenta el conocimiento estaba en manos de unos pocos que tenían acceso a los libros, el invento de la imprenta supuso un crecimiento exponencial de las sociedades, al poner a disposición de todos el conocimiento.

Gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, estamos ante una revolución que nos sorprende cada día con nuevos avances y nuevas posibilidades, lo que está llevando a un crecimiento mucho mayor de nuestra sociedad, si lo comparamos con épocas pasadas; y esto no ha hecho más que empezar.

Los dirigentes y líderes que tengan la capacidad de entenderlo y aprovecharlo antes propiciarán un desarrollo de sus entornos mayor al del resto, lo cual los situará en una posición de ventaja que no será valorada de forma conveniente inmediatamente, pero que les ayudará a dejar un legado que recordado por generaciones futuras.

En nuestro país hubo un dirigente regional que siempre actuó como líder, que lo entendió hace muchos años: Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que fue presidente de Extremadura durante 25 años, mucho antes de que existieran muchas de las herramientas que creemos que llevan toda la vida con nosotros, como Facebook, Twitter o Youtube. En el año 1998 lanzó el reto de que toda la región se incorporara a la sociedad de la información, con el compromiso de no dejar a nadie fuera. En Extremadura habían pasado todas las anteriores revoluciones de largo y no estaba dispuesto a que la última también lo hiciera.

Ahora estamos en una de las etapas más importantes del desarrollo de esta nueva sociedad de la información, la de la generación y aprovechamiento de los datos. Por eso se están popularizando conceptos de los que hasta hace poco nadie había escuchado hablar y que sonaban más a película futurista que a realidades tangibles: Big Data, Open Data, Smart Cities....

Siendo conscientes de esta nueva realidad y del potencial que tiene el aprovechamiento de los datos que se generan para crear valor, las empresas están contratando a científicos de datos, profesionales que se encargan de analizar, interpretar y comunicar los datos, traduciéndolos para que las empresas hagan uso de ellos. Esto también ha provocado la aparición de empresas infomediarias, que son las compañías que generan productos, aplicaciones o servicios de valor añadido, a partir de la información del sector público. Esto solo es la punta de un iceberg que está surgiendo y que amenaza con hundir a las sociedades que no sean conscientes y aprovechen esta nueva realidad.

Para entender esto y que no parezca una temática reservada solo para frikis intentaré poner una serie de ejemplos que demuestran lo presente que va estando en nuestras vidas: muchos dispondrán de aplicaciones en el móvil que les avisen de la llegada del autobús urbano a la parada cercana a su casa; de hecho, ya existen empresas de basura que adaptan diariamente su recorrido para recoger los contenedores que están llenos, algo que se puede conocer gracias a sensores instalados en ellos, ahorrando combustible y reduciendo las emisiones de CO2; también hay una aplicación de móvil a través de la cual se pueden saber los aparcamientos que están libres en una zona, evitando dar vueltas sin sentido, con el consiguiente ahorro de tiempo y reducción de la contaminación.

Ante esta nueva realidad y la gran cantidad de fondos públicos que se van a poner a disposición para adaptarnos a la nueva revolución, corremos el riesgo de que se cree una burbuja que desaproveche una gran parte de estos recursos económicos: una vez más, la tecnología se convertiría en el fin y no en el medio, y veríamos cómo nuestras ciudades se llenan de sensores, pero sin que haya una estrategia detrás. Y para los que se pregunten cómo se puede evitar esto, les emplazo a un próximo artículo que me permita extenderme algo más, intentando no aburrir.