Torres solo compone borracho

Torres solo compone borracho

Si tiene que pensar fríamente, falla. Él es un ejecutor inspirado. Carece del talento del que mete goles en cualquier circunstancia.

Dice Jorge Valdano en el primer número de la revista Líbero que Maradona se acordó de un comentario de su hermano cuando regateó al portero inglés Peter Shilton en su famoso gol del Mundial de 1986. Maradona, cuenta Valdano, había experimentado una jugada similar a la de México siete años antes. En aquella ocasión, en lugar de sortear al portero, disparó a la portería y no marcó. Su hermano le dijo: "Deberías haberlo regateado". Siete años después, esa frase le pasó a Diego como un relámpago por la mente antes de meter el gol más bonito de la historia del fútbol.

¿A qué velocidad funciona la cabeza de un genio? Hay quien dice que Fernando Torres, el discutido delantero de la selección, sólo marca cuando no piensa. Es decir, no tiene los relámpagos mentales que tenía Maradona. Su cuerpo no responde cuando el cerebro se activa y le presenta varias opciones para elegir. Su primer gol ante Irlanda, es un buen ejemplo de ello. En cuanto el defensa irlandés cayó, Torres pensó lo que iba a hacer y lo ejecutó. No pensó en nada más. Cogió aire, recogió el balón, esquivó a un hombre de verde y disparó. Soltó el aire. Sin pensar. Durante cuatro segundos su cabeza no dudó un instante. No improvisó movimientos. Diseñó la casa y la construyó del tirón.

En esos instantes, cuando un delantero afronta la gloria, su cerebro recibe impulsos parecidos a los de un poeta cuando se topa con la inspiración. Una mezcla de recuerdos, talento, aprendizaje, entrenamiento y ambiente se deben coreografiar. Si algo falla, el verso no sale, la pelota no entra. Torres es igual que el músico que sólo compone borracho. Si tiene que pensar fríamente, falla. Él es un ejecutor inspirado. Carece del talento del que mete goles en cualquier circunstancia. Del que puede adaptar su juego a los problemas del juego.

Le pasó otras tres veces a lo largo del partido. En el minuto 34 pudo centrar o tirar. Tuvo que pensar, y falló. Además, su velocidad juega en contra de su mente. En la mayor parte de las ocasiones, Torres afronta una carreta de 20 metros antes de disparar. Esas carreras son un cortocircuito constante en su cabeza. Cuanto más espacio para pensar, menos opciones de elegir bien. De esta manera, Torres jamás metería el gol de Silva. Una jugada improvisada. El canario presentó soluciones espontáneas ante las complicaciones que le fueron surgíendo. Fue capaz, en apenas 4 segundos, de desechar opciones. De pensar.

Cuenta Valdano en la misma entrevista de Líbero, que Maradona le confesó que mientras ejecutaba su mayor obra en el 86, pensaba en todo momento en darle la pelota. "Pero venía un inglés, y le tenía que esquivar, venía otro y lo mismo...", le dijo el genio en el vestuario. Maradona elegía, pensaba, y mientras el cuerpo le respondía, casi siempre tomaba la decisión correcta.

Algún analista simple podría pensar que esa capacidad de inspiración se relaciona con la capacidad intelectual del deportista. Nada que ver. En algunos casos es puro entrenamiento. A base de repetir el mismo movimiento cada día, la memoria del cuerpo hace que la jugada salga sola. En otros casos, es puro talento. Es ahí, cuando funciona el talento, cuando llegan los relámpagos. Y ese talento no lo tienen todos. Torres tiene talento, pero sólo llega a su cuerpo cuando no respira.