Apagón nuclear en Alemania: ni la crisis energética de Ucrania evita el fin de una era

Apagón nuclear en Alemania: ni la crisis energética de Ucrania evita el fin de una era

Sólo se ha retrasado unos meses, pero ya es realidad: no hay centrales atómicas en funcionamiento. Se reabre así el debate sobre cuál es la opción más sensata en plena desvinculación de Rusia y con las emisiones contaminantes sin controlar. 

Alemania va a contracorriente. En un momento de crisis energética, causada sobre todo por la guerra de Ucrania y la necesidad de reducir la dependencia respecto de las fuentes de Rusia, cuando los países se aferran a las vías de suministro que ya tienen y las apuntalan, Berlín ha decidido llevar a cabo su apagón nuclear. No ha sido una decisión rápida, es una apuesta de Estado que viene de años y que se ha ejecutado el 15 de abril con apenas tres meses de retraso sobre el calendario previsto, precisamente a causa de la contienda y sus alteraciones. Ya no hay más: las tres últimas centrales, las de Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2 han sido desconectadas. 

El Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, apoyado por verdes y liberales, se ha mantenido firme en su decisión, que supone el fin de una era, más de 60 años de energía nuclear, en un país donde se descubrió la fisión, que abrió su primera planta en 1957, pero donde el movimiento de críticos se había intensificado mucho desde los años 70 del pasado siglo. Los accidentes de Chernobyl y Fukushima llevaron a Gerhard Schröder y a Angela Merkel a diseñar una hora de ruta de salida que ahora culmina. Desde 2003, Alemania ya había cerrado 16 reactores. Un proceso que se aceleró en 2011, tras la catástrofe de Japón. La propuesta de Merkel de renunciar a la energía nuclear fue aprobada por una amplia mayoría en el Parlamento alemán -con 513 votos a favor y 79 en contra-. 

Las dudas, sin embargo, aún mantienen dividida a la población: si en 2011 un 54% de los germanos se declaraba a favor del cierre, hoy hay un 59% de voces en contra. Frente a quienes insisten en la necesidad de evitar su peligrosidad, la exposición a nuevos accidentes, los que entienden que aún las emisiones contaminantes son demasiado altas (8,1 millones de toneladas per cápita en 2021) y es mejor quedarse con una energía muy limpia. Hasta ahora generaba el 5% de la electricidad consumida en Alemania.

En la actualidad, el país obtiene casi la mitad de su electricidad de energías renovables (el 44 % en 2022, según la Oficina Federal de Estadística). El ministro de Economía Verde, Robert Habeck, cree que el 80% de la electricidad de Alemania será renovable para 2030 y ha impulsado leyes para que sea más rápido y fácil construir parques solares y eólicos.

No es sólo en la calle donde está la polémica. La salida definitiva de la generación nuclear de electricidad sigue siendo un tema de intenso debate en la política, en favor y en contra de la medida. Mientras la ministra de Medio Ambiente, Steffi Lemke, del partido Los Verdes, ha manifestado su alivio por la medida, el Partido Liberal Demócrata (FDP), integrante también de la coalición de Gobierno, lo considera un "error estratégico". "El abandono de la energía nuclear hace que Alemania sea más segura", ha afirmado Lemke en declaraciones a la agencia DPA. "Los riesgos de la energía nuclear son, en última instancia, incontrolables en caso de accidente", ha añadido.

En cambio, el ministro de Finanzas y líder del FDP, Christian Lindner, cree que las tres centrales nucleares deberían quedarse en reserva y no ser desmanteladas. "Si tuviéramos que ponerlas en marcha en los próximos dos o tres años, tendríamos esa posibilidad", ha argumentado Lindner en entrevista con el canal de televisión Welt. Lindler ha responsabilizado a Los Verdes de frustrar esa posibilidad.

La organización ecologista Greenpeace celebró el abandono de la energía nuclear en la Puerta de Brandeburgo de Berlín, donde desplegó un cartel con la icónica figura antinuclear y el lema "¿Energía nuclear? No, gracias", además de una espada sobre una réplica de un dinosaurio. En el vientre del dinosaurio se leía "Energía nuclear alemana" y "¡Derrotada el 15 de abril de 2023!". Entiende que el día del apagón fue un "buen día" para la protección del clima y un éxito para el movimiento antinuclear. El director ejecutivo de Greenpeace Alemania, Martin Kaiser, exigió también que el Gobierno federal se centre ahora en la eliminación segura de los residuos nucleares acumulados durante décadas que serán radiactivos durante millones de años.

En la misma Puerta de Brandeburgo también protestaron algunas personas contra el cierre de las centrales nucleares. La asociación Nuklearia había anunciado en un llamamiento que quería dar un tinte positivo a la energía nuclear. "Consideramos que la energía nuclear es la mejor manera de preservar nuestra prosperidad y, al mismo tiempo, proteger la naturaleza y el clima", ha indicado. 

Al mismo tiempo, una veintena de científicos, entre ellos dos premios Nobel, apelaron el viernes a mantener en funcionamiento las últimas tres centrales para alcanzar los objetivos climáticos, ante la subida de las emisiones de CO2 ocasionada por el mayor consumo de carbón el año pasado, forzado por la invasión rusa de Ucrania y la apuesta por tener el menor contacto con Moscú. No quieren que se vuelva, ni temporalmente, a fósiles como el carbón, como ha permitido Scholz. La economía más grande de Europa está quemando el combustible fósil para producir electricidad al ritmo más rápido en al menos seis años, según muestran los datos compilados por Bloomberg. También está a punto de ser una de las pocas naciones en aumentar las importaciones de carbón en este 2023. 

Debate revivido

Actualmente hay 412 reactores nucleares en funcionamiento en 41 países de todo el mundo. La energía nuclear representó alrededor del 9,8% de la generación mundial de electricidad en 2021, por debajo del pico del 17,5% en 1996 y, por primera vez, también por debajo de la eólica y solar, que representan ya un 12%, según un informe del tanque de pensamiento ambiental Ember publicado este mes de abril. Es un sector potente, influyente.

El paso dado por Alemania abre el debate, un clásico, de nuclear sí o no. El contexto ha cambiado desde que Vladimir Putin entró por una docena de frentes en Ucrania el 24 de febrero de 2022, y los países europeos buscan donde sea para parchear y completar lo que antes les venía de Rusia, para buscar nuevas fuentes y completar la transición limpia, a la fuerza. Francia, con la mitad de emisiones que Alemania, con la mitad de dependencia de Rusia (los germanos superaban el 50%), está justo queriendo abrir seis plantas más, ya tiene 56. Bélgica ha retrasado una década, a 2035, su cierre de plantas y países como Polonia, que no tiene ninguna, se plantea abrir otras seis. España mantiene sus planes: no hay nuevas construcciones a la vista, sino la renovación de las plantas ya existentes; las licencias para operar esas plantas expiran entre 2027 y 2035.

A principios del pasado julio se dio un paso radicalmente nuevo en la consideración de la energía nuclear en la Unión Europea: el Parlamento comunitario, con una enorme división, aprobó que las inversiones en nuclear y gas sean consideradas ahora “verdes”, sostenibles, útiles para la transición energética insoslayable. Toda una victoria para la Comisión Europea, que presentó esta controvertida taxonomía el pasado mes de enero.

Argumentaba en su posición que la energía nuclear no emite CO2 ni otros gases contaminantes, aunque diversas organizaciones ecologistas se han opuesto siempre al lavado verde de estas energías -greenwashing-, recordando los residuos radiactivos que genera la nuclear o el gasto que genera su puesta en marcha y mantenimiento. Entiende la UE que si se quiere mantener vivo el objetivo para 2050 de eliminar todas las emisiones de CO2, hay que añadir estas fuentes como complementarias a las renovables, que siguen siendo la apuesta principal. Son “actividades de transición” que sirven como alternativa para el nuevo marco generado por la guerra.

Pese a que las dos energías sí serán incluidas en la taxonomía verde, su inversión tendrá una fecha límite. En concreto la Comisión establece el 2030 como fecha máxima para invertir en el gas y de 2040 para la nuclear. “La inclusión de ciertas actividades de gas y nucleares tiene un límite de tiempo y depende de condiciones específicas y requisitos de transparencia”, dice el texto del Europarlamento, así que no toda la nuclear o todo el gas se contarán como verdes, sólo aquellos que cumplan una serie de condiciones. 

En paralelo a este debate del club comunitario, cada país de la UE ha ido pensando qué hacer para soltar lastre con Rusia. Los Estados miembros pueden decidir por sí mismos con qué combinación de generación de energía alcanzarán los objetivos de protección del clima especificados para 2050. El camino es el mismo para todos, pero las formas de llegar las elige cada cual. Según cálculos de la CE, el 25% de la electricidad de la UE proviene actualmente de centrales nucleares.