Yellen, la más necesaria, en el momento más delicado

Yellen, la más necesaria, en el momento más delicado

Me parece perfecta la elección de Janet Yellen como presidenta de la Reserva Federal. Europa y el mundo estarán menos expuestos con una persona que ha demostrado ser sensible a los riesgos recesivos, de aumento del desempleo, sin marginar el otro objetivo de estabilidad de precios que tiene asignado ese banco central.

Empiezo por el final: me parece perfecta la elección de Janet Yellen como presidenta de la Reserva Federal. Lo anticipé el pasado 30 de julio, apenas emergió la carrera entre ella y Lawrence Summers, en el post en Finanzas a las nueve. Ahora me alegro: Europa, el mundo, estará menos expuesto con una persona que ha demostrado ser sensible a los riesgos recesivos, de aumento del desempleo, sin marginar el otro objetivo de estabilidad de precios que tiene asignado ese banco central. Y lo ha hecho desde la autoridad técnica y el dialogo en el seno del Federal Open Market Committee (FOMC), el órgano ejecutivo de la reserva Federal.

De la Reserva Federal dependemos todos. Y las decisiones que tendrá que adoptar el banco central estadounidense no son precisamente las más fáciles de su historia. Quien finalmente asuma su máxima responsabilidad, muy probablemente la actual vicepresidenta Janet Yellen, tendrá que llevar a cabo la más ingrata y delicada de las operaciones: retirar el ponche de la fiesta. Ir reduciendo los estímulos monetarios que tanto a través de tipos de interés como de las masivas compras de bonos han permitido que esa economía, donde se originó la crisis todavía vigente, esté creciendo significativamente más que el resto y encaminando la tasa de desempleo al 6,5% marcado como objetivo por la Fed.

Del ritmo al que se adopten esas decisiones de vuelta a la normalidad, y muy especialmente de su comunicación a los mercados financieros, dependerá que su impacto no contribuya a generar episodios adicionales de inestabilidad financiera. La experiencia del pasado mayo, cuando Ben Bernanke advirtió de que estaba cercano ese particular momento de la verdad, generó convulsiones no poco importantes. Especialmente en algunos mercados emergentes, aquellos que en mayor medida han recibido flujos de liquidez en dólares extraordinarios como consecuencia de esas condiciones monetarias excepcionalmente laxas. El mismo Bernanke ha rectificado recientemente y ha prolongado la vigencia de la tercera edición de quantitative easing, por el que viene comprando 82.000 millones de dólares al mes en bonos del tesoro estadunidense. Cuándo y cómo finalmente concluya ese particular helicopter drop, tendrá que decidirlo casi con toda seguridad la profesora Yellen.

Y lo hará con criterio, estoy seguro. Pero no solo con el suyo, sino también escuchando visiones distintas como las de su colega Richard Fisher, presidente de la Fed de Dallas, su principal opositor en el seno del FOMC cuando Yellen y Bernanke defendían orientaciones más adaptativas, más estimuladoras de la demanda, de política monetaria en el seno del FOMC.

Esa actitud flexible, para tratar de convencer en lugar de imponer su opinión, es una de las principales diferencias que le ha favorecido respecto a Larry Summers. También puede hacer gala Yellen de la máxima autonomía respecto a operadores e instituciones financieras. Este aspecto es tanto más importante cuanto mayores son las competencias en materia de regulación financiera que ha asumido la Fed tras la legislación reciente en respuesta a la crisis financiera. Entre los apoyos recibidos estos días es destacable el del propio Summers, que además reconoce su valioso aprendizaje de Yellen cuando esta fue su profesora de macroeconomía en Harvard, en 1976.

Lo dicho. Equipamiento académico y técnico excelentes, experiencia dilatada en banca central, y capacidad para convencer escuchando, son credenciales más que suficientes. Que sea la primera mujer que ocupa la presidencia en los 100 años de historia de esa institución es un exponente favorable, dice mucho en favor de la modernización social y visión de ese país para no desperdiciar el capital humano disponible.

Suerte, profesora.