Crisis muy distintas, con consecuencias muy similares

Crisis muy distintas, con consecuencias muy similares

España se caracteriza por su mal comportamiento en situaciones de recesión.

Background of stockmarket financial investment in finance business ,cryptocurrency,and fund during coronavirus crisis covid-19TERADAT SANTIVIVUT via Getty Images

Desde el estallido de la pandemia, los economistas hemos debatido sobre la crisis que hoy vivimos, remarcando en todo momento las claras diferencias entre esta crisis y las pasadas. Aunque tratemos de comparar los efectos de unas y otras, contrastándolas constantemente en la tribuna pública para observar el deterioro, lo cierto es que la actual no puede compararse con ninguna otra crisis pasada, pues, atendiendo a su origen y sus causas, no hablamos de problemas siquiera similares. 

Observando la situación que vivía la economía en los años anteriores al estallido de la crisis en 2008, debemos saber que en aquel caso estábamos ante una crisis financiera. Analizando la situación vemos que la crisis de 2008 fue la consecuencia de una serie de desequilibrios que acumularon muchas economías, y al mismo tiempo. En este sentido hablamos de una crisis derivada de una burbuja inmobiliaria y financiera, con un elevado nivel de endeudamiento de empresas y hogares, así como un excesivo apalancamiento de una gran parte del sistema financiero. Esto hizo que el sistema colapsara, generando el estallido de una crisis a la que hoy denominamos “Gran Recesión”.

Por otra parte, la crisis que hoy vive el planeta muestra unas causas muy distintas. En esta, la interrupción de la actividad económica se produjo por la necesidad de controlar un virus que se expandía, en tanto en cuanto se generaba actividad económica. Sin embargo, reanudar la economía era bastante más sencillo. La correlación entre contagios y actividad económica establecía una dicotomía temporal que nos obligaba a cerrar la economía. Pero al no apreciarse esos problemas estructurales que sí mostraba la economía en 2008, la presente debía acabar con el control de la emergencia sanitaria. Por ello, una vez controlada la situación y disipado la elevada incidencia, podremos volver a operar con normalidad.

Hasta aquí, hemos hablado de causas y no de consecuencias. Y es que, aunque las primeras sean muy distintas, debemos saber que, en lo que a consecuencias se refiere, hablamos de unas incluso más drásticas que en la crisis anterior. A la luz que ofrecen los datos, observamos que lo que comenzó siendo un problema de oferta, por la duración de la pandemia, ha empezado a ser un problema de demanda; como en 2008. Una situación de la que sí avisaron los economistas, siendo un claro condicionante para la recuperación, así como la contención de pérdidas. 

Así pues, es preciso resaltar que España, como reflejan los indicadores, es nuevamente de los países que más pérdidas registran de la Unión Europea. Incluso en un contraste global, después de Argentina, es la economía más dañada por la crisis derivada del COVID19; una situación a la que debemos sumar el hecho de que es de los países que presenta una mayor incidencia en materia de contagios. Como en 2008, nuestro país vuelve a mostrar ese comportamiento procíclo que nos caracteriza, dejándonos un deterioro que promete hacer nuestra recuperación más gradual y tardía que la del resto.

Asimismo, no se observan problemas estructurales. Los desequilibrios son menores; las empresas y las familias están menos endeudadas y el sistema financiero está más sano y capitalizado. No obstante, no debemos olvidar que España lleva años postergando reformas que condicionan el comportamiento futuro de nuestra economía. Esta situación, aun siendo menos prioritaria, es fundamental. Pues, como en 2008, se observan desequilibrios que en el futuro podrían ocasionar otra crisis como la pasada. 

En definitiva, y pese a hablar de dos crisis muy distintas, lo cierto es que España sigue mostrando un peor comportamiento que el conjunto de economías homólogas. Además, las reformas que no acaban de llegar amenazan con debilidades estructurales que, nuevamente, podrían hacérnoslo pasar mal en un futuro muy próximo. Es hora de trabajar por una España más resiliente y fortalecida, pues los datos muestran como el deterioro español, independientemente de sus causas, es ya una máxima para nuestro país.