"Las mujeres no lloran, las mujeres facturan": cómo rentabilizar el despecho más allá de Shakira

"Las mujeres no lloran, las mujeres facturan": cómo rentabilizar el despecho más allá de Shakira

En el mundo de la música, artistas como Taylor Swift, Beyoncé o Miley Cyrus han dedicado incluso álbumes enteros a sus exparejas.

Taylor Swift, Shakira y Rocío Jurado, tres de las artistas que más canciones de despecho han interpretadoGetty Images/El HuffPost

“Me dejaste de vecina a la suegra
Con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda
Te creíste que me heriste y me volviste más dura
Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”

Hace unos meses se hablaba de que Rosalía era la Despechá, con el que ha sido su hit del verano, pero Shakira le ha quitado sin duda la corona de las rupturas amorosas convulsas con la session #53 junto a Bizarrap. La colombiana no se ha guardado ni una sola indirecta a Gerard Piqué en el tintero. 

Que si decir el nombre de su novia Clara Chía “clara-mente”, que si al catalán no le “sal-pique” o que ella vale más que “dos de 22”. Ha generado una revolución que ha batido todos los récords: en un día y medio había superado las 63 millones de reproducciones en YouTube. Y su impacto en redes sociales ha sido rotundo. Famosos y anónimos se han volcado en comentar la canción, bien sea a través de memes, reflexiones y, cómo no, de polémicas y críticas.

Muchos han señalado que la cantante de Loba se ha pasado con los dardos a Piqué, especialmente al mencionar a Chía o cosificarla comparándola con un Twingo o un Casio, e incluso hay quien ha pensado que el tema no es conveniente para sus hijos Milan y Sasha, que viven el proceso de separación de sus progenitores.

Por otro lado, hay quien defiende que la artista se lucre con el daño que le ha hecho su expareja, que es libre de hacerlo al igual que Perales cantaba el ¿Y quién es él?, Fito Cabrales el Soldadito Marinero o el mismísimo Julio Iglesias y su Hey.

En esas críticas hacia Shakira hay quien ve un trazo de machismo, ya que en ningún momento se cuestiona el rol de Piqué como padre ante una supuesta infidelidad o de doble rasero ante una tendencia que ha ocupado la historia desde sus inicios. El despecho, como bien dice Shakira en su canción, da dinero, lo que pasa es que desde el Rata de dos patas de Paquita la del Barrio o Rocío Jurado a Shakira, Miley Cyrus Taylor Swift, los códigos y los contextos han cambiado.

A lo largo de la historia, el desengaño ha ocupado cientos de miles de canciones. Incluso algunos como el compositor Robert Schumann, quien como el arquitecto ha recordado en Twitter compuso su cuarta sinfonía por un despecho.

La gestora y divulgadora cultural Ana Martín-Gaitero Serna lo define como algo “universal” que se lleva haciendo toda la historia de la música. “De hecho me hace gracia porque mis ejemplos pueden ser desde la ópera hasta el reguetón y lo encontramos en todas partes. Es un tema universal, también por supuesto, sentimientos como el amor, la alegría. Pero creo que en la creación prima el desamor, el hablar desde el despecho, precisamente por el potencial dramático que tienen estos sentimientos, también el sentido dramatúrgico”, señala a El HuffPost. De hecho, ni hasta la misma Shakira es la primera vez que escribe de desamor, basta con recordar la letra de Ciega, sordomuda o Si te vas.

Además, Martín-Gaitero apunta a que estas canciones tienen en muchos casos una línea narrativa: “O sea, son historias que tienen introducción, nudo y desenlace y algunas tienen hasta moraleja”.

“Si vamos a la ópera esta narración durará varias horas. Si escuchamos una copla durará varios minutos, lo cual no quiere decir que no dé tiempo a presentar un personaje ficticio, hablarnos de su vida, de sus problemas, incluso de su final que habitualmente es muy trágico, muy dramático. Y si escuchamos Ella y yo de Don Omar y Romeo Santos, nosotros también lo vemos con ese giro o plot twist, que diríamos, que nos deja locos al final. No hay tanta distancia entre entre unos géneros y otros”, añade.

Eso explica que hasta los más indies han caído en cantarle a esa tercera persona o esa pareja que les rompió el corazón, que se lo digan a Los Planetas y su Pesadilla en el parque de atracciones, el Mierda seca de las Cariño o el intercambio de pullas que se lanzaron tras su ruptura en 2009 Nacho Vegas y Christina Rosenvinge.

Sin embargo, el contexto histórico de lo que se habla en cada canción y las historias no siempre son iguales, ejemplo de ello es el género de canción por despecho por excelencia es la copla, de la que tal y como recuerda la experta han hablado Stephanie Sieburth o Lidia García en ¡Ay, campaneras!. “Durante la guerra y la dictadura muchísimos oyentes de según qué músicas aprovechaban esas historias para cantar y para vivir otra vez otra serie de duelos que a lo mejor no tenían que ver con el desamor, sino con historias muy duras de haber perdido familiar o saber que el amor no va a volver por un difícil motivo”, detalla.

Para la especialista, las coplas “son canciones que hemos utilizado a lo largo de la historia para evadirnos con otros sentimientos porque nos han evocado realidades que conocemos y también han tenido un carácter ficcional muy, muy interesante, que a nosotras han transmitido historias que ni no serán afines ni pretendemos que lo sean”. 

Si se ha reproducido a lo largo de los años es porque es sinónimo de éxito. Cuando a alguien le deja su pareja y, en casos concretos, inicia una relación con otra persona, el sentimiento que invade a cualquier persona es el de querer salir a bailar No te vistas que no vas de las K-Narias o La Tusa de Becky G y Nicky Minaj, quedarse en el cuarto con el Cry me a river que le dedicó Justin Timberlake a Britney Spears (con clon de la cantante en el clip incluida) o cantar a voz en grito Olvídame y pega la vuelta, de Pimpinela.

Esto no es un sentimiento aislado. Tal y como explica la psicóloga Teresa Terol, “la música tiene una función de conexión con nosotros mismos y es un gran impulsor emocional”.

Este fenómeno se da tanto con melodías instrumentales, pero sobre todo, con las que tienen letras y si estas incluyen pullas que puedas dedicar a tu expareja, se multiplica por diez. “La letra directamente es un mensaje, que son palabras, y desde la psicología sabemos que lo que decimos tiene directamente una reacción emocional automática y genera una conducta”, señala Terol.

“Si yo tengo un pensamiento de ‘vaya mierda, me has dejado, nunca más podré estar sola y no podré encontrar a nadie nunca en mi vida’, mi emoción va a ser tristeza y desamparo y mi conducta va a ser el llanto. Al final, nos gusta sentirnos comprendidos, cuando tenemos emociones que son de tristeza o me han roto el corazón, escuchar a otras personas que sienten o han sentido lo mismo, eso genera cierto alivio a través de la empatía”, explica.

Precisamente, hay quien, como la escritora Carmen Pacheco, le ha visto más críticas a esta canción por la poca ambigüedad de la letra. “Creo que lo que nos falla a muchos de la canción de Shakira no tiene que ver con feminismo o moralidad sino con una cosa mucho más simple: no queda sitio en la letra para nosotros”, señala.

Este sentimiento, especialmente si hay un trasfondo común de por medio, se traduce en cifras y en rentabilidad. Desde artistas como Paquita la del Barrio que ha dedicado su carrera a despotricar contra “esos hombres” —con disco recopilatorio 45 años cantándole a los inútiles— a Taylor Swift o la propia Shakira, que también ve ingresos por cada reproducción.

La estadounidense es considerada la reina de las rupturas y con sus temas All too well y We’re never ever getting back together (y todo el álbum Red dedicado a su relación con Jake Gyllenhaal, aunque también con píldoras a Harry Styles, John Mayer y Taylor Lautner) ha marcado un antes y un después en lo que a bandas sonoras de desamor se refiere. De hecho, esta última canción es la favorita para los corazones rotos, según los usuarios de Spotify.

Su single Style es uno de los más directos y productivos de Swift en lo referente a rupturas. Era un dardo directo a Harry Styles, que incluyó en 2014 en su álbum 1989. Con él consiguió mantenerse en el número seis de Billboard durante seis semanas consecutivas. De 1989 vendió 11 millones de copias en todo el mundo, solo superado en su discografía por Fearless que consiguió 12 millones.

Eso sin hablar de Lemonade, el álbum de Beyoncé que en 2016 dedicó a la la supuesta infidelidad de su marido Jay-Z. Con él y con cortes como Sorry —en el que lanza perlas como “solo me quiere cuando no estoy, mejor llama a Becky la del pelo”— consiguió ser la primera mujer en colocar las 12 canciones del LP en la lista Hot 100 Billboard.

Adele no se queda atrás en este podio de divas que han monetizado su ruptura con su exmarido Simon Konecki con su disco 30, especialmente con su single Easy on me, partiendo como uno de los favoritos a los Grammy 2023 y convirtiéndose en el álbum más vendido de 2021.

Más allá de grandes artistas que han aumentado sus ventas, también los hay que han saltado a la fama con un disco de desamor. Es el caso de Rosalía y El Mal Querer, todo un álbum conceptual sobre las distintas fases del desamor, o el Sour de Olivia Rodrigo. Especialmente el tema drivers license que haría referencia a un supuesto triángulo amoroso entre Rodrigo, Joshua Bassett (con quien compartió reparto en High School Musical: El Musical: La Serie) y la también actriz Sabrina Carpenter.

Uno de los puntos en los que se pone el foco es tanto en Piqué como en Chía, es decir, en el otro sujeto que no es la propia cantante. Para Terol esa es la cuestión y no tanto que Shakira, Taylor o Beyoncé expresen cómo se sienten tras una ruptura o infidelidad.

“La tristeza es un mecanismo de supervivencia que nos impide ser escuchados y entendidos. El desamor que es algo tan humano que a los propios artistas su obra les ayuda a volcar las emociones que tienen y dialogar con el mundo sobre sus propias emociones y sobre lo que están sintiendo”, señala.

Pero pone el límite en “el otro”. “Por un lado, está que si alguien tiene derecho a contar y expresar algo sobre sus emociones y cómo se siente”, recuerda Terol. Es como la gente que muestra toda su vida en prensa rosa, por ejemplo, y luego se quejan de que se meten en su vida. Vienes de contar tu vida, tienes que ser congruente, son cosas que luego van a dificultarte”, añade.

La tristeza es un mecanismo de supervivencia que nos impide ser escuchados y entendidos. El desamor que es algo tan humano que a los propios artistas su obra les ayuda a volcar las emociones que tienen
Teresa Terol, psicóloga

Para ella, la clave está en la “asertividad”: “Mi derecho empieza y termina donde empieza el del otro a su intimidad, que me parece lícito y válido”. ”Una cosa es que exprese mi dolor personal en algo mío, pero cuando hablamos de relaciones hay que aplicar la asertividad, porque una cosa es que hable de mí y de mis emociones y otra cosa es que haya una tercera persona, no podemos solo mirar por nosotros”, añade.

Tal y como recuerda la psicóloga, pensar únicamente en los sentimientos de uno mismo y de que se tiene derecho a expresar sin límite es signo de “agresividad”, mientras que la “pasividad” se muestra únicamente dejando al otro expresarse sin marcar límites.

“La asertividad que es lo que sería lo adecuado es encontrar un equilibrio entre tus derechos y los derechos del otro, que a veces chocan y se pierde un poco porque si tienes derecho a contar lo que te dé la gana, pero tengo derecho a la intimidad, ¿cómo compensamos las dos cosas? Con las relaciones sociales no solo puede ser lo que uno quiera, hay que hablar”, recuerda.

Terol achaca que este “despecho” viene de una tendencia social por la que se acepta que “si alguien te trata mal, tienes derecho a tratar mal”. Así que los pensamientos que incitan al sufrimiento ajeno como el Ojalá te murieras de Putochinomaricón o el “llora, nena, llora, llora, las que juegan se quedan solas” de Daddy Yankee en Ella me levantó.

“Si alguien te ha tratado mal, habla de él, si tú te comportas igual, habla mal de ti. Entraríamos en el mundo de la gestión emocional y de las rupturas de pareja. Habla de ti mismo, la venganza es una emoción destructiva, no para el otro sino de ti mismo”, explica. ”Hay una premisa en la asertividad que es que las críticas se hacen en privado y las alabanzas en público”, detalla.

Además, en el caso de Shakira indica que “no es adecuado hacer arte con los sentimientos del otro”. “No es una crítica, hacer una crítica de algo habla de ti no de mí. No tenemos derecho a hacer críticas en público ni a humillar públicamente”, explica.

En el caso de Shakira, al igual que Swift, que Olivia Rodrigo, Beyoncé o Taylor Swift se habla de mujeres despechadas, incluso se han leído publicaciones en las que tachan a la cantante de Hips Don’t Lie como “resentida”. Esto no ha sucedido con otros cantantes y artistas masculinos que han plasmado su desamor.

Eso era precisamente de lo que se quejaba Taylor Swift en una entrevista, donde denunciaba que no se le cuestionase tanto a otros artistas como Ed Sheeran o Bruno Mars, que también escribían a sus ex.

Martín-Gaitero se queja de que el machismo está presente en toda la industria musical y que las creadoras tienen el foco puesto en sus obras no solo en la forma de componer. “Es un reflejo de la sociedad actual. No solo eso, diría que es normal en cierta medida, que históricamente ha estado atravesada por cuestiones patriarcales, ese paternalismo, en muchísimos casos de machismo y misoginia abiertamente”, añade.

“La sociedad creo que avanza a pasos agigantados y todavía hay sectores de la música como la creación, la recepción del público o la propia crítica que se queda siendo muy pobre en ocasiones, sí que hace una lectura distinta de estos temas”, apunta.

Uno de los puntos que le llama la atención, pese a lo explícito del caso de Shakira, es que se dé por verdadero una creación que puede ser ficción. “Un hombre cantando el desamor, pues simplemente se ha inspirado y canta sobre su vida y se dice ‘qué bien, qué imaginación’, pero si Taylor Swift escribe numerosos álbumes contando sus historias siempre es la repetitiva, siempre la de las rupturas, siempre la dramática, la lectura que se ha hecho es muy distinta”, señala.

Un hombre cantando el desamor, pues simplemente se ha inspirado y canta sobre su vida y se dice ‘qué bien, qué imaginación’, pero si Taylor Swift escribe numerosos álbumes contando sus historias siempre es la repetitiva, siempre la de las rupturas, siempre la dramática, la lectura que se ha hecho es muy distinta
Ana Martín-Gaitero, gestora cultural y divulgadora

Tal y como recuerda, el letrista no es siempre el que canta, excepto en géneros como la canción de autor. “Aunque sabemos que hay muchísima realidad y creo que muchos artistas sí que han tenido tanto éxito porque todos conocemos o creemos conocer la realidad que hay detrás de esas canciones, independientemente de eso, por supuesto, las artistas también son magníficas actrices e intérpretes en muchas ocasiones”, detalla.

Esta búsqueda por una historia real no es más que por la necesidad de conocer la vida ajena. “El cotilleo nos apasiona. Por ejemplo, si saca mañana un disco Rihanna querré pensar que todo lo que canta es actual, de este último año y a lo mejor está cantando canciones que están escritas en un cajón desde 2015. Pero yo me querré creer que todo son señales, todo son indirectas y todos son temas actuales”, bromea Martín-Gaitero.

La experta pone el ejemplo de Manuel Alejandro, quien decía que se nutría de la vida personal de Rocío Jurado para componerle sus temas. “En esa época quizá sólo la prensa rosa hablaba del tema, pero Rocío Jurado lo aprovechaba y sacaba pues canciones increíbles. Y por supuesto, también fama y rédito económico de lo que pasaba. Quién conozca la vida de la folclórica sabe perfectamente de qué habla en cada canción”, recalca.

Esto, en una época donde las redes sociales y los medios son prácticamente instantáneos hace que la vida personal de los artistas está aún más expuesta y que, por tanto, se aprovechen de ello. “Creo que es completamente coherente, que estén cantando sobre los que supuestamente son sus temas personales, en el momento en el que está ocurriendo todo, cuando todo es muy frenético”, apunta.

También entra el factor de que una mujer hable en estos términos más o menos mordaces y que muestre una rabia o un enfado, un sentimiento poco asociado a las mujeres, tal y como recuerdan desde la plataforma feminista Equipo Ágora, donde además recuerdan que no se juzga igual la maternidad que la paternidad.

La rabia que presentaba Residente tirándole beef a J Balvin precisamente en su sesión con Bizarrap no se le permite a Shakira con su expareja. Esto también es sesgo del machismo, según Martín-Gaitero.

“Por ejemplo, he leído alguna vez en algunas ocasiones a cantautoras que se vinculan al mundo de la canción de autor o incluso del rap y decir ’estoy atravesando este momento de mi vida, estos son los pensamientos que me atraviesan y sentimientos que atraviesan, pero no me siento cómoda escribiendo una canción desde esta rabia porque se me van a echar encima para decir que a lo mejor no es lo más feminista”, recuerda.

Para Terol, el problema con el feminismo radica en la presentación que hace de las mujeres y la frase “las mujeres no lloran, las mujeres facturan”. “Es una aberración, en lugar de ir a mejor, queremos ir a peor. ¿Queremos decir que las mujeres tampoco lloran? Si te han roto el corazón es normal que llores, tendrás derecho a ello y a estar mal. Justamente hay una lucha por humanizar al hombre, que pueda expresar emociones y no sea culturalmente esa figura que tiene que ser fuerte, no puede llorar, etc. porque culturalmente se educa para eso”, explica.

Según ella, esta frase es un “pensamiento que justifica que tienes derecho a ganar dinero con todo esto”. “Está bien ganar dinero con tu trabajo, pero no a costa de algo que no es saludable mentalmente”, sentencia.

Todas estas canciones, despechos y desamores no dejan de ser productos culturales y Martín-Gaitero enfatiza que se los juzgue como tal: “Pretendemos hacer técnicas intelectuales y muy exhaustivas de temas que quizá no lo sean y no pasa nada porque no lo sean. Y, sobre todo, creo que le estamos colgando la responsabilidad a nuestras artistas de que siempre, todo lo que produzcan a partir de ahora si ellas son feministas, todo lo que produzcan tiene que ser feminista. Y no es así”.

Escribir desde la rabia es lícito, aunque tal y como apunta Terol, no en determinadas situaciones y con determinados códigos personales. Pero las despechás van a seguir existiendo y van a poder tener su propia banda sonora.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es