El feminismo de la concejala Botella
"Somos feministas y no de boquilla, pero no estamos de acuerdo en apoyar la huelga feminista, lo que diríamos es respetarla». En estas declaraciones de María Jesús Botella, concejala del Ayuntamiento de Córdoba -¿o más bien deberíamos decir concejal?-, se resumen a la perfección todos los ingredientes mediante los que identificar a esa corriente que Miguel Lorente denomina «neomachismo».
Con este término se designa en definitiva una nueva estrategia del patriarcado para reproducirse, en perfecta armonía con el neoliberalismo triunfante y por tanto con la máxima defensa de la libre elección de las mujeres como criterio ético desde el que medir su emancipación. Una propuesta sin duda ideológica -el machismo es una ideología- y mediante la que se apuntalan discursos que pretenden hacer invisible la discriminación sistémica de las mujeres y, en paralelo, la posición privilegiada de los hombres.
La apelación de Botella al «somos feministas», dejando muy claro que no lo son «de boquilla», contrasta evidentemente con sus infundadas declaraciones sobre la brecha salarial y con su falta de apoyo a la huelga del 8M. Ya sabemos de la capacidad de muchos políticos y de muchas políticas, no digamos de quienes forman parte del partido que (des)gobierna el país, para decir una cosa y justamente la contraria incluso en una misma frase.
Pero en este caso, la hermanísima de aquella señora que también nos dejó claro que en materia de sexualidad mejor es no mezclar peras con manzanas, ha superado a sus colegas demostrando justamente su ignorancia. De una parte, con respecto a la realidad misma. La negación de la brecha salarial solo se entiende como estrategia de apoyo no solo al presidente que hace unas semanas pasó literalmente del tema, sino también como un respaldo triunfal, y no solo de boquilla me temo, a quienes continúan interesados en mantener las jerarquías del patriarcado, comenzando por los poderes económicos y continuando con los políticos que en nuestro país continúan descaradamente desconociendo el mandato del artítulo 9.2 CE.
Por otra parte, sus declaraciones y su toma de posición política evidencian justamente que no tiene idea de lo que implica ser feminista, y si la tiene es evidente que ha decidido no militar con las reivindicaciones que merecen tal calificativo. Como en la mayoría de quienes niegan la potencia transformadora del feminismo, se mezcla la ignorancia, que es la madre de casi todos los prejuicios, con unas convicciones políticas que mal casan con las propuestas redistribuidoras y emancipadoras por las que las mujeres llevan siglos luchando. Algo que podemos constatar, en el caso del PP, simplemente analizando las partidas que en la Ley de Presupuestos han dedicado a la igualdad, o bien las reformas legislativas que de manera tan negativa han incidido en la situación de las mujeres. Empezando por la reforma laboral, pasando por la Lomce o la ley de régimen local de 2013, y terminando en la pasividad vergonzosa ante las exigencias del Pacto de Estado contra la violencia de género que, me temo, apoyaron, en este caso sí, "de boquilla".
Por todo ello no nos debería extrañar que el PP no apoye en nuestro Ayuntamiento una moción a favor de la huelga del 8M, que se limite a respetarla -como si el ejercicio de un derecho fundamental requiriera de una especie de concesión graciosa de quién gobierna- y que además la concejala Botella se atreva a decir públicamente lo que me temo muchas y muchos de su partido callan porque son esclavos de lo políticamente correcto. Yo, sin embargo, creo que las desacertadas palabras de la concejala popular son un argumento más a favor de la huelga del 8M. Porque nos demuestran que la igualdad tiene poco que hacer en este país mientras que su partido siga gobernando, y que el feminismo, como bien dijo hace unos días Ana de Miguel en Córdoba, es lo contrario a la ignorancia.
Este artículo fue publicado originalmente en Diario de Córdoba