"Lo que iba a ser un referéndum sobre Biden se ha convertido en un referéndum sobre Trump"

"Lo que iba a ser un referéndum sobre Biden se ha convertido en un referéndum sobre Trump"

Juan Verde, asesor español de Biden y Obama, sostiene que la ola republicana se ha “frenado”, que la división del país es “preocupante” y que, pese a todo, no habrá “parálisis” legislativa.

Juan Verde, durante su discurso en el evento "No Planet B Latino Summit", celebrado en Madrid en 2019. CRISTINA QUICLER via Getty Images

Juan Verde (Telde, Gran Canaria, 1971) es el español que más sabe del Partido Demócrata norteamericano. Ha sido asesor de los presidentes Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton, del vicepresidente Al Gore y de los secretarios de Estado Hillary Clinton y John Kerry. Siempre con la mirada en emergencia climática y en el voto latino.

Tras las elecciones de mitad de mandato de ayer -y ya van 16 campañas electorales en sus espaldas- atiende a El HuffPost de madrugada, pero en mitad del desvelo deja varias reflexiones claras: la ola republicana se ha “frenado”, la división del país es “preocupante” y Biden tendrá las cosas complicadas, pero de ahí a la “parálisis” hay un trecho que recorrer.

¿Cómo valora los resultados de estas Midterms? ¿Se ha frenado la ola roja?

Sí, se ha frenado. Ni a los republicanos les ha ido tan bien como se esperaba ni a los demócratas les ha ido tan mal como se auguraba. Los sondeos no se han cumplido. Estamos ante una victoria por la mínima para los republicanos en la Cámara de Representantes y aún hay que ver qué pasa con el Senado. No se han llevado el doblete, digamos. Mejora la situación para los demócratas, pero tampoco es un voto de confianza en absoluto. Las elecciones vienen a confirmar la división del país y la polarización extrema que existe, eso es grave.

¿Dónde queda el trumpismo, que parecía llegar llego de energía al 8-N?

Lo que iba a ser en un principio un referéndum sobre Biden se ha convertido ahora en un referéndum sobre Trump. No sale fortalecido, como se esperaba, porque los resultados son muy ajustados, porque aparece un posible candidato formidable a la presidencia que podría ser Ron DeSantis [reelegido con holgura como gobernador de Florida]. Lo que sí nos debería preocupar a todos es que esta nueva generación de republicanos trumpistas -de los que concurre un centenar-, pone en peligro la integridad democrática del país. De los 36 gobernadores que se renovaron ayer, casi 20 son personas que en su momento cuestionaron la legitimidad de las últimas elecciones, apoyan esas teorías de la conspiración, negacionistas. Las elecciones se ratifican primero en cada estado, por lo que son ellos los que van a tener mucho que decir en las próximas elecciones del 2024. Pero, por otro lado, creo que esto no significa que todos los republicanos ahora salgan bajo un mismo candidato, porque verdaderamente se empiezan a ver fricciones dentro del partido.

Decía la crítica Liz Cheney que el Republicano era “un partido viejo y respetable”, en pasado. ¿Han dejado estas elecciones sus costuras a la vista?

Así es, pero eso es bueno, el Partido Republicano que todos recordábamos de Ronald Reagan, de gente moderada, conciliadora, hoy no existe o son muy pocos con ese perfil los que quedan. El país está dividido pero no olvidemos que estos son los peores resultados que logra un partido en la oposición desde el año 2002. Un dato importantísimo. La polarización está, pero esto no ha sido una ola republicana, hay que insistir en eso.

Biden está tomando decisiones poco populares pero absolutamente necesarias. Los resultados de sus políticas los verán mis hijos

¿Y los demócratas? ¿Qué lectura hacen de lo votado? ¿Sienten que la suya es una victoria moral, al menos? 

Lo que voy a decir lo afirmo con cierto conflicto interno: como militante del partido de hace 30 años, era de los que pensaba que Biden estaba tomando decisiones muy poco populares y eso nos iba a pasar factura. Pero como ciudadano demócrata, es absolutamente refrescante el hecho de que tenemos un presidente de EEUU que con 79 años está pensando en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Está tomando decisiones poco populares pero absolutamente necesarias, como la mayor inversión en la historia en transición energética, la mayor inversión en la historia en I+D+i, la mayor inversión de la historia en educación y, también, una agenda social que no se había visto nunca o un plan para infraestructuras, clave en la economía y en la generación de empleo. Yo creo que los resultados de estas políticas los verán mis hijos, es distinto, todos creíamos que iba a ser peor pero esa hipótesis ha sido reconocida.

¿Hay alivio, pero no resignación? 

Efectivamente. Los indicadores macroeconómicos son generalmente buenos, con la excepción de la inflación, que sabemos que roza el 10%, pero fuera de eso EEUU tiene el desempleo más bajo en 60 años, del 3,25%, eso quiere decir casi no hay desempleo. Hay récord de salarios, un índice de ahorro altísimo… La economía va bien y la inflación tiene mucho más que ver con la situación global de la guerra de Ucrania y la cadena de suministros y la polarización entre China y EEUU, pero creo que faltan dos años para las presidenciales, siempre decimos que un año en política es una eternidad. Hay que ver la evolución.

¿Cómo puede afectar el resultado en las Cámaras a todo lo que Biden prometió y aún le queda por hacer? Él mismo asumió en campaña que todo va a ser “mucho más difícil”... 

Sin lugar a dudas, así será. Le va a resultar mucho más difícil sacar adelante los grandes proyectos legislativos que tenía en mente y que le quedaban en el tintero, pero tampoco diría que habrá una parálisis. Primero, porque en EEUU no hay disciplina de partido, por lo que se puede convencer a seis, siete, ocho republicanos de 435 congresistas, es factible. Segundo, porque sí, se pueden sacar cosas adelante a base de negociar mucho más, claramente. Es más costoso, no tendremos la mayoría que teníamos antes, así que saldrán proyectos más consensuados, quizá más diluidos, pero se pueden hacer muchas cosas. No nos olvidemos que esta es una situación que ya vivió el presidente Obama al final de su mandato, también Clinton. Y lo tercero es que en este tiempo los presidentes tienen además la opción de los decretos presidenciales, que si bien no te garantizan la continuidad, te permiten hacer cosas en ese tiempo de minoría.

¿De cara a 2024 cómo queda el escenario? ¿Se ha rebajado el entusiasmo de Trump, se le complican las cosas cuando supuestamente iba a lanzar su candidatura la semana que viene?

Pues sí y no. Trump igue siendo el candidato casi inevitable de los republicanos, el que hoy por hoy está mejor posicionado, sin lugar a dudas. Pero, efectivamente, estos resultados han sido una prueba, una consulta sobre él. Ya no lo tiene tan claro. Así y todo, es el candidato favorito y lo que se espera es que esta coyuntura no afecte a su candidatura.

No sé cómo se puede entender que no haya un mayor rechazo a lo que fue claramente un intento de golpe de estado (el asalto al Capitolio), que ese desprecio no se haya detectado en las urnas

¿Cómo se encaja que el ataque al Capitolio de 2021 y la defensa que de él sigue haciendo parte de los conservadores no haya calado más en el electorado, cuando fue la mayor agresión reciente a la democracia de EEUU?

Para mí, esa es la clave que saco a nivel personal y profesional, que el país está absolutamente polarizado, más que nunca, que lo que está en juego es la integridad del sistema democrático. En ese contexto, no sé cómo se puede entender que no haya un mayor rechazo a lo que fue claramente un intento de golpe de estado, que ese desprecio no se haya detectado en las urnas. Sobre todo, cuando tienes candidatos que censuran el sistema y no reconocen la legitimidad del presidente, de su administración. Anoche, de nuevo, Trump salió a decir que había irregularidades y cosas cuestionables. Cuando no les gusta el resultado de las elecciones, dicen que no es democrático. Esto es muy muy muy peligroso. La última encuesta que nos debería preocupar a todos los norteamericanos afirma que el 42% de la población cree que podríamos terminar en una guerra civil en los próximos 10 años. Si eso no es una señal inequívoca de cómo está la salud de la democracia más consolidada del mundo, no sé qué puede serlo.

Hay quien dice que eso son sólo mensajes catastrofistas. La cadena Fox, por ejemplo. 

Para mí, no lo son. Hay indicadores claros Yo soy optimista, pero es que algo así no se ha vivido nunca en este país. Ese distanciamiento entre la ciudadanía y los políticos, entre los votantes y los partidos tradicionales, esa apatía es francamente preocupante. Confío en que esto tiene que mejorar, pero ese Partido Republicano conciliador o, al menos, de talante negociador, prácticamente ha desaparecido.

No deja de repetir la preocupación que le causa esa división, que era uno de los retos de partida con que salía Biden. ¿Cómo se aborda ese problema, qué se debe hacer al respecto?

Debemos volver a encontrar áreas de encuentro, espacios de colaboración entre los dos partidos, porque se están radicalizando las formaciones y precisamente la fuerza que tienen muchos de estos candidatos trumpistas es la de las posiciones extremas. Eso es grave. Espero que la sociedad civil empiece también a reaccionar ante todo esto y aparezcan candidatos que estén pensando más en la salud de la democracia, no en el cortoplacismo miope de estos candidatos sensacionalistas. Sigo pensando que, al final, el sentido común y la lógica imperan en la política. Esa es mi esperanza, pero insisto en que me preocupa la situación. Incluso se calcula que hay 200.000 milicianos armados hasta los dientes. ¿Significa que vamos a una guerra civil? Es posible, pero muy poco probable.

¿Hay camino de vuelta, entonces?

Sí. Yo creo que una vez más se pone en tela de juicio la integridad del sistema democrático pero eso no significa en absoluto que estemos condenados a que ese sea el resultado final. La sociedad civil, desde luego, debe tener una mayor participación en la política, la solución pasa por eso, sobre todo viendo que más gente joven que nunca está votando, se está presentando a las elecciones. Ahí tenemos al nuevo gobernador de Maryland [el demócrata Wes Moore, de 44 años, que se convertirá en el primer afroamericano en su Estado en ocupar el cargo y el tercero en todo el país] o a la gobernadora de Massachusetts [la también progresista Maura Healy, de 51 años, primera gobernadora mujer en el Estado y también la primera gobernadora de todo el país en mostrarse abiertamente como lesbiana] Es importante. Son indicadores de que la sociedad, al final, busca consenso. Lo necesitamos.