Historia de un rescate

Historia de un rescate

La cadena de solidaridad de deportistas y empresarios que sacó de Afganistán a las deportistas del equipo femenino de baloncesto en silla de ruedas.

Una mujer camina por un mercado de Kabul, en septiembre de 2021.Marcus Yam via Los Angeles Times via Getty Imag

El 15 de agosto de 2021 recibí una petición de Antonio Pampliega, periodista de guerra que fue secuestrado por Al Qaeda durante nueve meses, porque en sus viajes por todo el mundo había conocido a Nilofar, la capitana del equipo de baloncesto en silla de ruedas de Afganistán. Nilo trabajaba en la Cruz Roja internacional, hablaba inglés y estudiaba derecho. En cuanto llegaron los talibanes a Kabul, le pidió ayuda a Antonio para salir de allí porque temía por su vida.

A través de una compañera de trabajo me llegó su petición de auxilio y me preguntó ”¿qué se te ocurre?”. Yo le envié la misma petición a Jorge Garbajosa, presidente de la Federación de Baloncesto, y él se puso en marcha con el Consejo Superior de Deportes (CSD) y “las alturas”. Allá donde no llegaba yo podrían llegar seguramente los políticos.

Antonio, a su vez, conocía a gente del Centro Nacional de Intelgencia (CNI) y del Ministerio de Defensa, que fueron los que ayudaron a su liberación. Entre todos conseguimos el salvoconducto para que Nilo y su marido llegaran al aeropuerto, pudieran entrar y llegar a uno de los aviones que Defensa puso para evacuar a todo el que pudiera.

Nilo llegó a España y ahora vive en Bilbao porque un equipo de baloncesto en silla de ruedas le ha ofrecido de todo: casa, contrato, una forma de vida...

Tenían ya todo, incluidos los salvoconductos, y estaban a las puertas del aeropuerto cuando ocurrió el atentado y todo se vino abajo.

El resto de las niñas de la selección pidieron ayuda a Nilo y esta hizo un grupo de WhatsApp con Antonio por el que se comunicaban. Ellas fueron enviando sus pasaportes, las que lo tenían, para generar los salvoconductos, muchas tienen más discapacidad que Nilo. Alguna de ellas, de hecho, sufren serios problemas de movilidad.

Tenían ya todo, incluidos los salvoconductos, y estaban a las puertas del aeropuerto cuando ocurrió el atentado y todo se vino abajo. Volvieron a sus casas, golpeadas, humilladas y muy mal anímicamente.

Antonio y yo decidimos que lo intentaríamos de nuevo. Y nos pusimos manos a la obra. Margarita Robles, ministra de Defensa, nos dio mucha información sobre qué hacer. Muchas de las jugadoras ya tenían pasaporte porque habían volado para competir en otros países pero otras no.

  Una mujer herida tras el atentado del Estado Islámico contra la multitud que esperaba para acceder al aeropuerto de Kabul, en agosto de 2021.WAKIL KOHSAR via AFP via Getty Images

Empezamos a pedir dinero para cubrir los gastos que se generaban. Los deportistas que fueron comentaristas durante los JJOO, con los que nos comunicábamos a través de un grupo de Whatsapp, respondieron con sus donaciones: Dani Ballart, Almudena Cid, Gervasio Deferr, Gemma Mengual, Eli Pinedo, Theresa Zabell o Patricia Rodríguez, entre otros.

He llamado a muchas puertas: deportistas célebres, fundaciones, particulares... Como en todo, ha habido respuestas positivas y negativas.

Hay una fundación que nos ha pedido discreción y no voy a decir el nombre pero, entre los grandes donantes, destaco la ayuda de la empresaria María Tato, (Energías Hills) que nos ha enviado dinero para la manutención y alojamiento de las chicas una vez que han podido salir de Afganistán.

Mencionar también la generosidad de Qatar Airways, que nos ha ayudado con casi todos los billetes para los traslados a Madrid de una manera generosa y altruista. La implicación también fue sobresaliente por parte de las autoridades del Ministerio de Asuntos Exteriores: Hilda Jiménez, Juan Duarte y Paula Sánchez, que estaba en la Embajada española de Islamabad (Pakistán).

Muchas de ellas han vendido todo lo que tenían en Kabul para poder salir y una de ellas, ya en Islamabad, vendió hasta sus pendientes para poder renovar el pasaporte.

Las jugadoras pidieron repetidamente visados a Pakistán e Irán y los han ido consiguiendo poco a poco. Muchas de ellas han vendido todo lo que tenían en Kabul para poder salir y una de ellas, ya en Islamabad, vendió hasta sus pendientes para poder renovar el pasaporte.

En marzo de este año pudimos traer a Latifa y su hermano, que están en el centro CEAR de Getafe. Tres más, junto con sus respectivos acompañantes, llegaron a Islamabad entre abril y mayo, y después de muchos trámites (renovación del visado porque se les caducaba, ampliación del pasaporte, etc.) el 5 de agosto han conseguido el visado de la Embajada de España para volar a Madrid.

Llegaron este 9 de agosto, y fueron recibidos por Cruz Roja y CEAR, que les ayudaron en la llegada y los trasladaron a un lugar pertinente.

En Kabul quedan otras tres jugadoras pidiendo visados insistentemente para poder salir, esperemos que podamos sacarlas de allí cuanto antes.

Ahora mismo tenemos a otras tres jugadoras en Teherán, que ya han pasado la correspondiente entrevista con la embajada y están a la espera de conseguir la autorización por parte de Exteriores para poder conseguir el estatus de refugiadas en España.

Aún quedan otras tres jugadoras pidiendo visados insistentemente para poder salir, esperemos que podamos sacarlas de allí cuanto antes. No las dejaremos desamparadas. Cuando puedan salir de Kabul, volveremos a pedir ayuda para poder traerlas como a sus compañeras.