Linares o la bomba de relojería que ha estallado tras una agresión policial

Linares o la bomba de relojería que ha estallado tras una agresión policial

La localidad jiennense es la que más paro sufre en toda España. El malestar y la tensión social vienen de lejos.

Antiguas instalaciones de la factoría Santana Motor en LinaresEFE / José Manuel Pedrosa

Quienes conocen la zona temían algo así “pronto”. Linares era “una bomba” a punto de estallar. Paro, hambre, el desinterés de las distintas administraciones... Este sábado, la mecha prendió en forma de revuelta popular tras la paliza que dos policías dieron a un padre y su hija de 14 años en una terraza. El parte de los disturbios deja 14 detenidos (todos ya en libertad), una veintena de policías heridos y destrozos por valor de 30.000 euros en el mobiliario, según fuentes municipales. “De un problema entre dos partes ha saltado lo que ha saltado. Ha sido la gota que colma el vaso”, confiesan los vecinos.

“Con el paro que hay, con la crisis que hay, o se invierte allí o Linares es una bomba de relojería”, lamenta José Luis, habitante de la localidad jiennense. “Uno de los síntomas más grave es que cierra El Corte Inglés y si en un lugar cierra El Corte Inglés ya sabes que todo va fatal”. “Mira, con esto de la policía la gente se ha echado a la calle. Para muchos las protestas han sido, incluso, como una válvula de escape con todo el coronavirus y los problemas que hay”, apunta.

Los datos dan la medida de hasta qué punto Linares es zona de riesgo y no solo en lo epidemiológico. Se trata de la ciudad con más paro de toda España. Entre sus más de 57.000 habitantes, el desempleo se eleva hasta un 30,9% de la población en edad activa, con datos de diciembre de 2020. La pandemia ha disparado la brecha social, el hambre y el descontento. El último en sentir cómo están las cosas allí, hasta este sábado, había sido el presidente andaluz, Juanma Moreno, recibido con una sonora pitada a su llegada al consistorio.

Con el paro que hay, con la crisis que hay, o se invierte allí o Linares es una bomba de relojería"
José Luis, vecino de Linares

Absoluta dependencia de la fábrica de Santana

Quedan muy lejos los tiempos en los que esta ciudad jiennense, la segunda más grande de la provincia, fue uno de sus grandes motores económicos. Al calor de su actividad minera y, sobre todo, de la fábrica automovilística de Santana había trabajo, dinero y crecimiento social. Cerca de 10.000 empleos dependían únicamente del negocio de automóviles fundado en 1954 dentro del llamado ‘Plan Jaén’ para revitalizar uno de los muchos puntos absolutamente hundidos en aquellos años.

Nadie de la zona, mayor o joven, desconoce qué significa el nombre ‘Santana’ en la provincia. Rara es la familia que no tuvo algún miembro trabajando allí.

“Linares siempre ha dependido de Santana, por empleos directos y por la cantidad de filiales y empleos indirectos asociados a la fábrica”, explica Isabel. Destaca que este municipio “no tiene mucho campo, a diferencia de otras zonas cercanas; aquí lo que había era mucha industria, comercio, ocio...”. Había, en pasado.

En las últimas décadas la mina y la fábrica desaparecieron después de años languideciendo entre soluciones a la desesperada que no solucionaron nada. Todo ello ayudó a conformar lo que ahora “parece un pueblo fantasma”, prosigue esta ciudadana. “Vas viendo cómo cierran tiendas, cómo mucha gente joven se ha ido porque no hay nada... Los que organizaron los disturbios el fin de semana eran muy jóvenes, no sé si esos son la representación del pueblo, pero con los ánimos encendidos cualquier excusa vale para prender la mecha”.

Linares ahora parece un pueblo fantasma
Isabel, ciudadana de la localidad

“Cuando se cerró Santana en 2011 hubo muchas promesas de invertir dinero, el llamado Plan Linares Futuro, porque no solo se cerró la fabrica, sino todos los negocios alrededor, pero todo se quedó en promesas”, detalla José Luis, que recuerda que la ruina social había comenzado mucho antes de la clausura definitiva de la industria.

Linares no fue ajena al ‘pelotazo’ inmobiliario, en su auge y en su hundimiento, especialmente en su hundimiento. “Con el ‘boom’ de la construcción, la cosa mejoró algo, como en todos los sitios, pero en 2008 cuando la burbuja explotó, lo hizo como en pocas partes. La cantidad de edificios vacíos o a medio construir que puedes ver aún hoy es una barbaridad”, comenta, mientras repasa el aspecto de buena parte de la localidad.

Imágenes que devuelven al pasado

En el recuerdo de los paisanos y de la prensa nacional quedan las sonadas protestas y acciones de grandes cantidades de trabajadores de Santana en los años 90 que ya entonces veían amenazado su futuro. Las cargas policiales y las batallas con los manifestantes más violentos formaron parte de las imágenes de aquel tiempo.

Años después volvieron esas ‘fotografías’ de contenedores derribados, barricadas, por otras causas, con otros protagonistas, pero siempre bajo la consigna de querer inversión y oportunidades laborales para la ciudad. Hasta este fin de semana.

¿El futuro? “Nadie lo sabe”, confiesa cualquiera al que se le pregunte en la zona, pero no parece haber perspectivas de mejora. “Quizás esto no se repita, pero se necesita empleo y que la gente joven vea posibilidades”, señala Isabel. “O cambia la cosa y se mete dinero o me temo que esto va a ir a peor”, sentencia algo más pesimista José Luis.