Madrid

Madrid

Tan odiada como amada, fría como un témpano y cariñosa al abrazarte. No deja indiferente a nadie pero si te mira a los ojos te enamoras de ella.

La ciudad de Madrid.Artur Debat via Getty Images

Tan cercana y tan grande a la vez, tan de nadie y tan de todos. Tan odiada como amada, fría como un témpano y cariñosa al abrazarte. No deja indiferente a nadie pero si te mira a los ojos te enamoras de ella. Tan cercana y tan grande a la vez, tan de nadie y tan de todos. Tan odiada como amada, fría como un témpano y cariñosa al abrazarte. No deja indiferente a nadie pero si te mira a los ojos te enamoras de ella.

No quisiera que las siguientes líneas sean una oda a mi ciudad, en la que nací y han vivido mis antepasados. Con orgullo llevamos ser “gatos”. Tampoco un artículo que indigeste, aún más, a todos aquellos que ya viven saturados de situar a Madrid como el epicentro de todo.

Sólo trato de escribir sobre aquello que considero nos falla como ciudad, algo que estimo pensamos muchos, y que sentimos desde hace demasiado tiempo. Una sensación acumulada a través de tres décadas de que los gobernantes son peores que sus gentes. Una ausencia de liderazgo en la capital de España, donde no hay nadie capaz de levantar la ilusión colectiva por mejorar la ciudad y conquistar el futuro, que traiga ambición donde hoy sólo se observa continuidad con lo de siempre, simplemente aprovechar el rebufo de la capitalidad sin alterar nada sustancial en Madrid.

Me gustaría tener una alcaldesa o alcalde que tenga en su cabeza la ciudad que seremos dentro de varias décadas. Con objetivos transformadores en el desarrollo urbano, la movilidad y la adaptación al cambio climático; el reto principal que viven las grandes urbes del mundo y que, aquí, se sigue instalado en el modelo inalterable del urbanismo salvaje, el coche como primer instrumento para moverse y reticencias ante la transición energética. Estamos en el carril equivocado de la historia; en lugar de avanzar, retrocedemos. El conservadurismo se impone al progreso.

Te enganchas a Madrid por lo que es y quienes habitan en ella pero nunca por lo que puede llegar a ser ni por lo que se está construyendo mirando el futuro

Pero no sólo en estos aspectos, hace falta un liderazgo que sea capaz de transmitir al conjunto de los madrileños y madrileñas que, por una vez todos juntos, tengamos objetivos comunes sobre cómo debe ser la calidad de vida en Madrid, la creación de más oportunidades para cada madrileño y madrileña o la gestión del tiempo de cada persona. Equilibrar donde hoy sólo hay desigualdad. Una ciudad más homogénea en lo social siendo heterogénea en las libertades. Un liderazgo atrevido y visionario, dispuesto a contagiar ilusión a los madrileños. Profundizando en el orgullo que da vivir aquí.

Se requiere un liderazgo que sitúe a Madrid donde puede y debe estar, a la par de las grandes urbes europeas; Londres, Paris y Roma. Compitiendo sanamente con ellas en todo, desde lo cultural pasando por lo económico y primando nuestra enormes potencialidades que siguen siendo desaprovechadas, porque el dinamismo de Madrid no se traslada a la acción de sus gobiernos. Te enganchas a Madrid por lo que es y quienes habitan en ella pero nunca por lo que puede llegar a ser ni por lo que se está construyendo mirando el futuro y progreso bajo el bienestar colectivo e individual.

Y llegamos al actual alcalde, que destaca más por sus vaivenes y giros dentro de su partido que por su gestión en la propia ciudad que dirige

La sociedad madrileña avanza más rápido que sus actuales gobernantes y así llevamos estancados más de 30 años en la capital de España. Desde Tierno Galván nadie ha vuelto a conseguirlo, a Juan Barranco no le dejaron seguir ese legado y luego llegaron los años plomizos de Manzano, Botella y Gallardón, que algunas ideas tuvo y aplicó pero su problema era que no le gustaba ser alcalde de Madrid. Con Carmena vivimos de la generación de expectativas un tiempo hasta que comprobamos que fue un “quiero y no puedo”. Y llegamos al actual alcalde, que destaca más por sus vaivenes y giros dentro de su partido que por su gestión en la propia ciudad que dirige.

Ese liderazgo solo puede crecer gracias al talento, el trabajo constante, la mirada alargada, el compromiso duradero y algo tan sentimental como el amor por tu ciudad. Quizás ya esté creciendo aunque no quiera verse. Madrid lo agradecerá cuando tenga la oportunidad que hasta ahora no ha tenido.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Daniel Viondi (Madrid, 1975) es diputado del PSOE por Madrid