Pentación y el arte de la comedia

Pentación y el arte de la comedia

No quiere proporcionar cualquier cosa. Ni tampoco, al menos aparentemente, ir a lo fácil.

Joaquin Climent, Juan Echanove y Fernando Cayo.Pentación, Teatro de la Latina y Teatro Reina Victoria.

Pentación es una de las productoras privadas de teatro más importantes de España. En la actualidad gestiona tres teatros en Madrid en los que acaba de estrenar tres comedias. Todas ellas se caracterizan por tener una fuerte coartada cultural, al menos una estrella en su elenco acompañada de buenos actores, apreciados por la crítica y queridos por los espectadores, y un autor y/o un director de escena de altura o campanillas.

Comencemos con El cuidador en el Teatro Bellas Artes un texto del premio Nobel de literatura Harold Pinter. En este caso, es este autor el que ofrece la coartada cultural y la estrella es Joaquín Climent, popular gracias a sus simpáticos papeles televisivos. Actor que encarna un vagabundo, xenófobo, exigente y algo vago al que un petimetre admite en su casa. Una casa que no se encuentra en buenas condiciones. Que necesita más de una reparación y renovación, que el joven petimetre parece querer encarar con la ayuda de su hermano. Un contratista, también joven, campechano, de los que, a pesar de la edad, se siguen sentando con las piernas bien abiertas, y que sospecha ¿qué? de un hermano repeinado y de camisa arremetida en el pantalón.

  'El cuidador'.Pentación

Tres caracteres distintos cuyo contraste, por extrañeza, debería llamar a la risa. Pero la risa a penas se produce. Antonio Simón, el director, parece haberse olvidado que Pinter es un humorista. Siempre se está riendo con el típico y pérfido humor inglés. Un humor que no comprende el continente al que pertenece, donde se le sigue montando como si fuese un autor dramático, de cejas altas, y él es un bufón de pasiones bajas.

No pasa lo mismo en el Teatro Reina Victoria con El peligro de las buenas compañías. Las risas y sonrisas se producen. Aquí la coartada cultural la pone Javier Gomá Lanzón, filosofo apreciado, director de la Fundación Juan March y autor dramático desde que Ernesto Caballero montase un texto suyo en el Centro Dramático Nacional con mucho éxito. Un autor tradicional, conservador, de formas culturales de otro tiempo y cierta flema inglesa.

Quizás por eso en esta obra, un vodevil de parejas, en el que espectador lo sabe (casi) todo de los personajes se cuelen temas como las virtudes públicas y privadas y la dignidad. Las virtudes las pone “el cuñao” del protagonista. El mejor esposo, amante, amigo y familiar posible, un concursante de MasterChef en ciernes. Rol que por aspecto le va como un guante a Ernesto Arias, en el que, sin embargo, esta vez no se le ve cómodo. Quizás porque su personaje es tan consistente, se sale tan poco del guion, que cuesta creérselo y hacer que se lo crean.

  'El peligro de las buenas compañías'.Teatro Reina Victoria

La dignidad la ponen el resto de los personajes. El protagonista, papel que supondrá para Fernando Cayo nominaciones urbi et orbi en el suelo patrio y le convertirán en un actor de comedia. Un abogado de éxito profesional que aún quiere más y más. Éxito en la pareja y éxito con los hijos, a los que les dedica lo justo y necesario. Ese tiempo de calidad de las escuelas de negocio.

Personajes e interpretaciones que entroncan con el “cine de barrio” de Alfredo Landa, López Vázquez, Sacristán y muchos más, incluido Paco Martínez Soria. A los que Juan Carlos Rubio, su director de escena, ha querido dar un toque de comedia inglesa o americana de qualité. Con clase. Para lo que sitúa la acción en un club de jazz, mejor dicho, al ser cine de barrio en una boîte de prestigio, en el que los clientes salen al escenario, tocan el piano y cuentan, como si hicieran un monólogo.

A ambos le acompañan dos buenas actrices que representan a sus dos mujeres. Carmen Conesa y Miriam Montilla, una morena y una rubia que, sobre todo, se ríen. Ríen incluso en las peores circunstancias. Y por esas risas que ansían, son capaces de hacerse el harakiri.

  'Ser o no ser'.Teatro La Latina

Y de un teatro a otro. Al Teatro de la Latina para ver Ser o no ser. Aquí la coartada cultural la pone la película clásica en la que se basa. Película que puso a Lubitsch en la incipiente democracia española, momento en el que se estrenó en España a pesar de tener ya muchos años, ya que la película se rodó en 1942, y la crítica la convirtió en lo más de lo más. De tal forma que para aquellos que conscientemente vivieron esos movidos años, es y sigue siendo una referencia cultural.

Pues bien, de las enseñanzas de ese despertar democrático español, esta adaptación ha mantenido la máxima de que la comedia necesita su tiempo. Y le funciona. Pues el público acaba, literalmente estallando de risa al final de la función, sin que el propio Juan Echanove, protagonista y director de la obra, tenga que hacer casi nada en la escena final, excepto activar el código ser o no ser.

También ha mantenido esta producción la enseñanza de que hasta el actor de reparto tiene que ser bueno. Entre ellos destaca Lucía Quintana, la única mujer del elenco, por cierto. Cuyo personaje pone de manifiesto que las mujeres son antes que nada para nazis, culturetas, tiros y troyanos, objetos de deseo y reposo (sexual) de guerreros, cuando no una fantasía del hogar. Algo que se podía haber cambiado y adaptado a los tiempos que corren ya que la obra se ha versionado.

Así, la trágica invasión de Polonia se convierte en una comedia en la que se ridiculizan a los nazis y su ideología mucho antes de que lo hiciera La vida es bella de Roberto Begnini o los Malditos Bastardos de Tarantino. Además, lo hace a través de una compañía teatral que representa ese teatro que incluso ahora hay quién lo considera de prestigio. Un teatro hecho de clásicos como Shakespeare, de afectación y pose en la declamación y que son liderados por reconocidos nombres de la escena.

Así que, sí, el teatro comercial fiel a un público que demanda reírse ofrece comedias. Pero Pentación no quiere proporcionar cualquier cosa. Ni tampoco, al menos aparentemente, ir a lo fácil. La elección de producir y programar un Pinter ya es toda una declaración de intenciones.

Pero, como Hollywood, incluido el Hollywood que muere por un Oscar, tiene que reducir los contenidos a mínimos comunes denominadores que compensa con una alta calidad técnica. La fórmula para obtener el máximo de espectadores/clientes satisfechos que compren entradas una y otra vez y permitan a la empresa entrar en beneficios. Pues esto, por si alguien lo dudaba, es un business. Es el show business que debe continuar riendo.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.