Quique Bassat: “Hay que dejar de hablar de la inmunidad de grupo”

Quique Bassat: “Hay que dejar de hablar de la inmunidad de grupo”

El epidemiólogo y pediatra aleja la idea de una inmunidad comunitaria y defiende una vuelta al cole presencial: "Confío en que traiga soluciones, más que problemas".

Quique Bassat, epidemiólogo y pediatra.CORTESÍA DE LA AEP

Quique Bassat, epidemiólogo y coordinador del Grupo de Cooperación Internacional de la Asociación Española de Pediatría (AEP), celebra que la situación epidemiológica en España está “mejorando”. Y, sin embargo, es muy crítico con la gestión y la (falta de) prevención de las diferentes olas pandémicas en el país, especialmente en este quinto repunte. “Esta quinta ola era la más fácilmente prevenible de todas, y mira lo mal que lo hemos hecho”, lamenta. El epidemiólogo menciona los viajes escolares de junio, las fiestas y el descontrol. “Lo hicimos muy, muy mal”, sentencia.

Este quinto coletazo, más explosivo que los anteriores pero menos mortal —y esto hay que agradecerlo a la vacunación—, va ya en descenso, mientras el plan de inmunización continúa avanzando. La incidencia acumulada se sitúa en torno al medio millar de casos por 100.000 habitantes —todavía lejos de los 25 por 100.000 que aspira a alcanzar Sanidad—, y la población con al menos una dosis de vacuna supera el 70%. Precisamente contra esa “cifra mágica”, planteada en un principio como el umbral para llegar a la inmunidad de rebaño, se revuelve Bassat. “Hay que dejar de hablar de la inmunidad de grupo”, pide en esta entrevista con El HuffPost

Curiosamente, el epidemiólogo, que además coordinó el Grupo de Trabajo de la AEP para la Reapertura de la Escolarización tras la pandemia, espera como agua de mayo la ‘vuelta al cole’. Tiene fe en ella como un elemento que pondrá “cierto orden” en el grupo de población más afectado en esta quinta ola: los adolescentes. “Confío en que la vuelta al cole traiga soluciones, más que problemas”, dice. 

¿Cómo valora la situación actual de la epidemia en España?

Estamos en una quinta ola con un predominio claro de los jóvenes entre los infectados, que han sido los grandes impulsores de la transmisión, sobre todo el grupo de personas de entre 10 y 29 años. Ahora empezamos a ver mejoría en los indicadores, y aquellas comunidades que han estado peor, como Cataluña, empiezan a respirar un poco más tranquilas. 

Esta ola es muy diferente a las previas en su impacto en el sistema de salud; lo que se ha saturado ha sido la atención primaria y no los hospitales, en general, y este ha sido el efecto de las vacunas. Los que tenían más riesgo de ponerse enfermos ahora están bien protegidos, y los que no tienen tanto riesgo son los que se han estado infectando. Hay un porcentaje fijo de los infectados que acaba requiriendo hospitalización, y aunque en el grupo de jóvenes es bajo (en torno al 1%), las cifras de infecciones han sido muy altas (hasta 35.000 por día en todo el país), de ahí los datos de casos graves.

Ahora mejora todo, aunque muy lentamente. La subida fue espectacular, había días en los que la incidencia subía 70 puntos, cosa que no habíamos visto antes; el descenso va a ser más lento, de unos 10 o 15 puntos diarios. Nos va a costar mucho más bajar de lo que nos ha costado subir. 

Los vacunados no son invulnerables a infectarse, pero sí están protegidos, en general, frente a la enfermedad grave

¿Qué es lo que más le preocupa a día de hoy? 

Lo más preocupante sería que hubiera algún cambio en la tendencia en las infecciones entre los vacunados. Ya hemos visto que los vacunados no son invulnerables a infectarse, y que muchos, incluso con la pauta completa, se pueden contagiar e infectar a otras personas; sabemos que los vacunados sí están protegidos, en general, frente a la enfermedad grave (con algunas excepciones en aquellos que tienen enfermedades más graves).

En cierto modo, la gente puede respirar tranquila si está vacunada; aunque se puedan contagiar, será muy raro que desarrollen enfermedad grave. Eso es lo que tenemos que estar vigilando: si de repente los vacunados pierden su protección y empiezan a enfermar de forma grave, ahí volveríamos otra vez a la casilla de salida, y eso sería muy preocupante. 

Primero se habló del 70% de vacunados para alcanzar la inmunidad de grupo; ahora ese porcentaje sería mayor. Incluso aunque alcancemos un 90% de vacunados, ¿qué tipo de ‘normalidad’ será? 

Creo que hay que dejar de hablar de la inmunidad de grupo, porque es un concepto cada vez más elusivo, más difícil de alcanzar; habría que hablar más bien de lo que algunos llaman control funcional de la pandemia, que significa tener la suficiente cobertura vacunal como para garantizar que no hay muertes ni ingresos en UCI. Eso ya sería un gran cambio. El virus va a seguir transmitiéndose; podrá bajar mucho la incidencia, pero seguirá habiendo brotes mientras haya gente susceptible de infectarse. 

Ahora ya hablamos de un 85% o 90% para llegar a ese famoso control comunitario o inmunidad de grupo, pero no tiene mucho sentido. Es como en el sarampión: necesitas un 95% de inmunizados, porque es muchísimo más transmisible que el covid, y no se habla de inmunidad de rebaño, porque es casi imposible llegar. 

Es erróneo seguir hablando de estos umbrales a los que queremos llegar, porque le da una esperanza a la gente de que se va a acabar todo, y en realidad se va a normalizar todo por su propio peso cuando los brotes que haya sean pequeños y fácilmente controlables, pero no desaparecerá la transmisión. 

Hay que dejar de hablar de la inmunidad de grupo, porque es un concepto cada vez más elusivo, más difícil de alcanzar; habría que hablar de control funcional de la pandemia

Quizás cometimos el fallo de pensar que llegar al 70% de población inmunizada sería casi como erradicar el virus, cuando entre los epidemiólogos eso no se planteaba.

No, porque tienes países vecinos con una cobertura vacunal de un 1%. Mientras el virus circule en algún sitio del mundo, mientras haya aviones que juntan una ciudad con la siguiente en 24 horas, no estaremos a salvo de que el virus vuelva a reproducirse. En una zona geográfica determinada sí que se puede aspirar a un control muy bueno de la transmisión, como en Australia, que tienen 0 casos la mayor parte del año, y cuando hay un brote lo controlan inmediatamente.

Creo que se puso tanto peso en la cifra mágica del 70% porque era algo aspiracional, y nos unía a todos en el objetivo común de vacunarse lo más pronto posible. Pero, más allá de eso, tenemos que aspirar a la vacunación universal y a ser capaces de controlar los brotes que siga habiendo de una manera fácil. Si tienes un brote con 50 casos, podrás hacer un rastreo efectivo de todos los contactos, no como ahora, que estamos desbordados, porque con miles y miles de casos al día es imposible hacer eso. 

  Varias adolescentes se registran para recibir la primera dosis de la vacuna en Xátiva, Valencia, el 10 de agosto de 2021.  Jorge Gil/Europa Press via Getty Images

¿Qué opina sobre la posibilidad de poner una tercera dosis de refuerzo a la población?

Si tuviéramos vacunas para todos en todas partes, bienvenida sea la tercera dosis. Sabemos que una tercera dosis probablemente refuerza la respuesta de anticuerpos, lo cual no es necesariamente sinónimo de mejor protección; es verdad que entre quienes tienen la pauta vacunal completa, quienes están desarrollando la enfermedad al contagiarse son aquellos que no han sido capaces de montar esa respuesta inmunitaria igual que las personas sanas, y que son los trasplantados, los inmunodeprimidos. Para ese grupo específico de personas de mucho riesgo, probablemente sí será necesaria una tercera dosis.

Pero aquí se está hablando a veces de una tercera dosis para todos, y ahí no estoy de acuerdo. No hay ninguna evidencia de que esto sea necesario: la gran mayoría de las personas con la pauta completa están bien protegidas, y mantienen niveles de anticuerpos buenos. Además, hay muchos sitios en el mundo que no han empezado todavía ni con la primera dosis, con lo cual me parece inmoral hablar de esto. 

Se está hablando de una tercera dosis para todos, y no estoy de acuerdo. No hay ninguna evidencia de que esto sea necesario

¿Todavía no se sabe cuánto dura la inmunidad?

Los datos que estamos monitorizando son en tiempo real; los primeros vacunados, que son los participantes en los ensayos en fase III, se vacunaron entre marzo, abril y mayo de 2020, y sabemos que estas personas siguen estando protegidas. No ha habido brotes específicos entre estas personas vacunadas. También sabemos que los que se contagiaron en su momento, incluso en la primera ola, la gran mayoría sigue protegidos, ha habido muy pocos casos de reinfección.

Se puede asumir de forma bastante segura que la protección dura, por lo menos desde el año pasado. Puede que algún día veamos que todos los que se vacunaron en enero de 2021 empiezan a reinfectarse; ahí se podrá decir que la protección frente a la reinfección duró equis meses, pero de momento los estudios demuestran que sigue durando. 

Somos campeones olímpicos en poner una norma, y luego flexibilizarla, saltársela, darle la vuelta y empeorar la situación

Dice Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología, en una entrevista en El País que “esta podría ser la última ola del virus si lo hacemos bien”. ¿Está de acuerdo?

Ojalá, ojalá, yo soy el primer interesado en que sea así, pero no nos podemos poner muchas medallas en cuanto a haberlo hecho bien. Esta quinta ola era la más fácilmente prevenible de todas, sin duda, y mira lo mal que lo hemos hecho. Somos campeones olímpicos en poner una norma, y luego flexibilizarla, saltársela, darle la vuelta y empeorar la situación. Con los ejemplos de junio de los viajes escolares, Mallorca, las fiestas, lo hicimos muy, muy mal. A pesar de haberlo hecho muy mal, a pesar de haber visto esta ola explosiva, no hemos sido capaces de tomárnoslo en serio ni de reinstaurar ciertas medidas o poner un poco de orden en lo que estaba pasando. 

La gran ventaja ahora es que nos acercamos al 70% de población vacunada y probablemente el virus encontrará menos personas susceptibles entre las que transmitirse. También, cuando llegue la vuelta al cole en septiembre, volveremos a un cierto orden en este grupo de edad que ha sido tan difícil de controlar, que han sido los adolescentes, los niños y, en menor medida, los adultos jóvenes. Confío en que la vuelta al cole traiga soluciones, más que problemas, porque ahí las cosas están bien controladas, los protocolos han funcionado muy bien, y por lo tanto debería disminuir drásticamente la transmisión, por lo menos en los menores de 18 años.  

Confío en que la vuelta al cole traiga soluciones, más que problemas. Los protocolos han funcionado muy bien

Justo quería preguntarle cómo vislumbra que será la ‘vuelta al cole’, Veo que lo considera algo positivo.

Sí, a lo mejor me equivoco, pero me extrañaría. Al virus le cuesta mucho penetrar cuando se encuentra con una serie de medidas de prevención sencillas pero bien implementadas. Incluso en enero de 2021, con el inicio de la tercera ola, tuvimos incidencias altísimas y, a pesar de eso, las escuelas permanecieron abiertas y no fue ninguna catástrofe, y no hubo apenas transmisión en el interior.  

Puede ser que la variante delta, al ser mucho más contagiosa, nos obligue a reforzar algunas de las medidas de las escuelas. En cualquier caso, lo que no debemos hacer ahora es relajarlas. Las medidas sólo se podrían relajar si tuviéramos una incidencia comunitaria mucho más baja, por debajo de 100, y si la tasa de vacunación de los adolescentes fuera alta, y todavía con eso sólo estamos empezando. 

Creo que la vuelta en septiembre será como el fin de curso en junio; la única diferencia es que las mascarillas en el patio a lo mejor no son necesarias. Por lo demás, me temo que habrá que mantener unas medidas bastante estrictas. 

En cualquier caso, para entonces ya habrá un cierto porcentaje de adolescentes vacunados.

Sí, sí, y yo recomendaría a todos los adolescentes de 12 a 17 años que se vacunaran. Ahora ya se puede en la gran mayoría de comunidades autónomas. También aprovecharía la plataforma que ofrecen las escuelas para poner esta vacuna, igual que se hace con la del papiloma, por ejemplo. Si se vacunara en las escuelas, se garantizaría que en las dos o tres primeras semanas de septiembre todos los adolescentes que quisieran estuvieran vacunados.