Vox no es un tío normal al que tiramos a un tanque de ácido y sale Joker

Vox no es un tío normal al que tiramos a un tanque de ácido y sale Joker

Como si hablasen a niños gritan 'España está en peligro, aquí está VOX' y la gente compra el cómic.

5ddd1bbb210000787e34e179El HuffPost

Queremos que nuestro problema desaparezca ya, que nuestro miedo se diluya sin que lo afrontemos de verdad. El mundo evoluciona hacia una gente que compra naranjas peladas dentro de una bandeja de plexiglás.

Se nos ha educado en la posibilidad de la solución milagrosa al problema imposible y si estamos ciegos nos curará Santa Lucía. Batman no es otra cosa aplicada a los miedos infantiles. Los superhéroes son hombres extraordinariamente virtuosos, frecuentemente martirizados antes de su conversión sobrenatural, que vuelan, pueden hacer cosas extraordinarias y resuelven mágicamente problemas irresolubles: por eso la Iglesia española se negó a las publicaciones Marvel y DC en España mientras pudo.

Yo he creído en ambos y han reducido miedos en la infancia, han generado en mí un espíritu posibilista que, probablemente, me debió hacer afrontar retos, si bien con la edad adulta vamos optando por afrontar problemas complejos con soluciones elaboradas, porque Batman no va a venir a salvarnos de la ejecución de la hipoteca, la contaminación ni de la enfermedad de nuestro hijo.

El fanatismo es la incapacidad de ver que el logro implica un mal muy superior al daño provocado por el camino, es un ciego sin guía que destroza una cristalería para alcanzar un tenedor

Los problemas graves tampoco se suelen generar por arte de magia. El titular de esta columna, que me dio Gala Knörr hablando de la peli, lleva a esa idea. El proceso por el que Joker es Joker no es una sucesión de media docena de viñetas en un cómic. Joker existe por una deriva de problemas no solucionados pero, sobre todo, socialmente. Ese suele ser el camino de los grandes problemas, que casi siempre son pequeños cuando nacen, como todo.

Vox es el ejemplo de estos dos argumentos. Lo que proponen son falsas soluciones muy sencillas a problemas muy graves de gente que quiere tener fe en que hombres especialmente fuertes le den una tunda al Joker. Normalmente hablamos de personas que desean fervientemente que el problema desaparezca y asumen que hay daños colaterales pero creen que hay un bien mayor, como cuando Batman destruye media Gotham para cazar al Joker, o que gaste millones en alta tecnología para atrapar a uno de los muchísimos criminales de la calle.

El fanatismo es la incapacidad de ver que el logro implica un mal muy superior al daño provocado por el camino, es un ciego sin guía que destroza una cristalería para alcanzar un tenedor.

Como si hablasen a niños gritan 'España está en peligro, aquí está Vox' y la gente compra el cómic

Batman es hijo del miedo que tenemos a los malos, como los santos son la solución a la acción de los demonios. Como si hablasen a niños gritan ‘España está en peligro, aquí está Vox’ y la gente compra el cómic crece por el mismo proceso mental aplicado a esta sociedad en la que el miedo se ha convertido en el mensaje de una clase política que vive con el pánico a que la gente elija la pastilla roja y salga a la calle como en Chile. No es por amor a la patria, es porque perderían su trabajo y privilegios, de ahí el desengaño social.

Joker nace en una Gotham en la que el poder institucional es débil. Como respuesta aparece su némesis: Batman. Como si hablasen a niños gritan “España está en peligro, aquí está Vox” y la gente compra el cómic. Todo esto será bonito y sencillo hasta que Vox gane las elecciones fagocitando irremediablemente a PP y Ciudadanos en dos legislaturas. No actuarán como Joker, su fin es el control del estado con fines lucrativos. No son los fascistas de los años 30, por mucho que los admiren. No veremos manifestaciones con antorchas ni pistoleros, no se quitarán el traje.

Su violencia será administrada porque saben que sus votantes no son, en realidad, fascistas, sino gente asustada e indignada que quiere que Batman le dé una tunda a Quim Torra, como Torra quiere que VOX crezca porque es la única forma a de conseguir su plan de secesión sometiendo la voluntad de la mitad de gente que debería ser la suya pero que le importa menos que a Joker los habitantes de Gotham. Cuando lleguen pagaremos caros artículos como este.

El hombre grande no tuvo los cojones de mirarla. Sus preciosos dorados cojones, su mítica masculinidad, fueron ornamento ante esa mujer que le dijo lo que tantos queríamos decirle

Ayer, una mujer inmigrante en silla de ruedas por la agresión de su degenerado cuñado musulmán se acercó a un hombre de dos metros que dice que Franco ejecutó a sus víctimas con amor. A dos palmos de la cara le gritó que las mujeres asesinadas por hombres merecen un respeto.

El hombre grande no tuvo los cojones de mirarla. Sus preciosos dorados cojones, su mítica masculinidad, fueron ornamento ante esa mujer discapacitada que le dijo lo que tantos queríamos decirle. Normalmente a las críticas a Vox le suceden comentarios insultantes como los que los trolls están dejando bajo este artículo mientras lees, pero solo los devotos le llamaron histérica para pedirle educación a la mujer en silla de ruedas. Una tipa salió diciendo que acercándose tanto a Ortega Smith lo podía haber asesinado. No era posible discutir, pensaba que nadie podía ser tan inhumana. Horas después encontraban un antecedente penal. Había sido detenida hace 23 años con su marido, que manejaba un laboratorio de heroína. Extraño éxito para gente sin capacidad para el de perdón o la redención que se abalanzan hoy sobre ella.

Entonces me dí cuenta de que la verdadera Batman, no la del cómic, era la mujer de la silla de ruedas.