¡Uf! ¡Salió Obama!

¡Uf! ¡Salió Obama!

En cuatro años pasamos de la "Obamanía" a la incertidumbre de una tarde noche de infarto. Gobernar es administrar expectativas y las que generó Obama -dentro y fuera de EEUU- en 2008 eran tan grandes, como difícil su administración razonable para dar satisfacción a sus electores. La corriente de "Obamanía" la provocaba la expectativa de que revertiría en plazo milagroso la catástrofe que encontró a su llegada.

En cuatro años pasamos de la "Obamanía" a la incertidumbre de una tarde noche de infarto.

Gobernar es administrar expectativas y las que generó Obama -dentro y fuera de EEUU- en 2008 eran tan grandes, como difícil su administración razonable para dar satisfacción a sus electores.

La corriente de "Obamanía" la provocaba la expectativa de que revertiría en plazo milagroso la catástrofe que encontró a su llegada.

Una implosión del sistema financiero que nos arrastró a la recesión mundial, destruyendo empleo en los países centrales y arrasando con el aparato productivo.

Una guerra basada en mentiras, como la de Irak, que se perdía irremisiblemente después de proclamada "la victoria".

Un desafío migratorio, unido a una gran debilidad en la cohesión social, con rentas cada vez más desiguales, que concentran la riqueza en una minoría -como la representada por Ronmey-.

Y una larga lista que los votantes de 2008 esperaban que Obama resolviera por arte de magia.

De ese momento "mágico" hemos pasado a ese ¡Uf! que hacía temer a muchos una oleada conservadora en un mundo que sigue en crisis.

Le queda tarea al presidente, de nuevo gigantesca en su dimensión y difícil en su implementación si vemos la composición de la Cámara de representantes.

Queda por resolver un marco regulatorio serio y eficaz para el funcionamiento del sistema financiero que nos llevó a todos a la crisis más grave del occidente desarrollado. Solo no lo podrá hacer. Sin él, no lo podremos hacer. Pero si no se hace y no se imposibilitan esa variedad de productos financieros que nada tienen que ver con la economía real, con el empleo, volveremos a otro fracaso.

También deberá enfrentar un ajuste fiscal que sea compatible con una economía que no retroceda hacia la recesión, como ocurre en Europa.

Pero, para mi sensibilidad, no debería olvidar, como en este mandato, que el voto latino le ha hecho presidente por segunda vez. Seguro que sin el entusiasmo de hace cuatro años, sino con un gran suspiro de alivio y un poco de esperanza.

¡Ah! Y es el primer presidente que gestiona la crisis y gana.