Dos sí hablan si otro quiere

Dos sí hablan si otro quiere

Estoy convencido de que el acuerdo de la mesa del Congreso va a ser el primero de muchos acuerdos que vamos a tener que lograr en una nueva etapa política que tiene la obligación de pensar más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones. Mientras unos viven preocupados por cuántos grupos parlamentarios tendrán, otros nos hemos puesto a trabajar desde el primer día para proponer y para tratar de llegar a acuerdos que beneficien a todos, incluidos los que critican el diálogo.

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Foto: EFE

"El diálogo no esloganiza", decía Paulo Freire. Y tiene razón. El diálogo no es un buen amigo del marketing político ni del eslogan cortoplacista. Es un compañero incómodo del que aspira a vivir en una eterna campaña. En definitiva, el diálogo es enemigo de los extremos. Sin embargo, Times are changing y, como avanzabaBob Dylan, se avecina una nueva era, en este caso política, donde las mayorías absolutas han quedado enterradas y ha emergido con más fuerza que nunca la necesidad de entendernos con los que no piensan igual.

Así ha echado a andar precisamente este nuevo Congreso de los Diputados, con un buen ejemplo de diálogo, con una Mesa del Congreso más plural que nunca. "¿Y cómo se hace eso?", me preguntaban algunos compañeros de la prensa estos días. Pues, básicamente, poniendo por delante de las siglas a los españoles. Eso es precisamente lo que ha hecho Ciudadanos, negociando a varias bandas entre los que no querían sentarse en la misma mesa. Hablando con unos y con otros, cruzando teléfonos y WhatsApps. Y al final, lo conseguimos. A pocas horas de poner por primera vez el pie en el Congreso, ya hemos logrado algo que no es poco: que el PP y el PSOE se pongan de una vez de acuerdo en algo.

Estoy convencido de que este va a ser el primero de muchos acuerdos que vamos a tener que lograr en una nueva etapa política que tiene la obligación de pensar más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones. Mientras unos viven preocupados por cuántos grupos parlamentarios tendrán, otros nos hemos puesto a trabajar desde el primer día para proponer y para tratar de llegar a acuerdos que beneficien a todos, incluidos los que critican el diálogo.

Imagino que no será fácil gestionar un grupo parlamentario formado por ocho partidos donde cada uno quiere, legítimamente, decir la suya. Donde cada uno, imagino yo, habrá formado parte de Podemos con alguna condición, legítima también. Pero no todo vale para lograr escaños a cualquier precio. Nosotros lo dijimos en la noche electoral del pasado 20 de diciembre: estamos muy orgullosos de haber obtenido cuarenta diputados con un solo proyecto común para todos los españoles, sin herencias y sin mochilas, y muchos menos de los que quieren trocear la unión y la igualdad de todos los españoles. Un proyecto donde los que confiaron en Ciudadanos saben a qué y a quién han votado. Porque no se puede aspirar a gobernar España sin tener un proyecto común para España.

Correremos el riesgo al que me refería al inicio de estas líneas, pero aunque el diálogo no esloganice, los españoles verán quiénes siguen preocupados por los eslóganes facilones y quiénes deciden ponerse a trabajar. Todavía queda mucho por hacer, y será difícil que los que han vivido plácidamente en los extremos, se sienten en la misma mesa y cedan parcelas que hasta hoy han creído poseer eternamente. Pero es también una oportunidad. La oportunidad de demostrar que, como dijo Nhat Hanh, al que Martin Luther King Jr. nominó para el Premio Nobel de la Paz en 1967, "Cuando hay un diálogo verdadero ambas partes están dispuestas a cambiar". No perdamos más tiempo.