20 años de cárcel por torturar a otro preso durante 72 horas: le violaron con una escoba, le rociaron agua hirviendo y le obligaron a ingerir sus excrementos
Ha ocurrido en la cárcel belga de Amberes justo cuando había una huelga de personal de 48 horas.

Una de las agresiones más brutales registradas en una cárcel belga ha terminado con varias condenas. Tres reclusos del penal de Amberes han sido sentenciados a 20, 20 y 15 años de prisión por intento de asesinato, violación y tortura, tras someter durante tres días a su compañero de celda a un auténtico calvario.
La víctima, Roy J., de 42 años, fue violada con una escoba, rociada con agua hirviendo y obligada a ingerir sus propios excrementos. Todo esto ocurrió entre el 10 y el 12 de marzo de 2024, justo cuando el personal penitenciario estaba en huelga durante 48 horas, dejando a los internos prácticamente sin vigilancia. A pesar de ello, no se ha responsabilizado a ningún funcionario del centro.
Además, otros dos reclusos que estaban en la misma celda, aunque no participaron directamente en las torturas, fueron condenados a 18 meses por no hacer nada para ayudar a la víctima y mirar hacia otro lado. El caso salió a la luz cuando las imágenes de las agresiones empezaron a circular por las redes sociales.
Según denunciaron recientemente varios directores de prisión en una carta abierta, tal y como recoge EFE, hay más de 350 presos durmiendo en colchones en el suelo, repartidos en 16 de las 37 cárceles del país. En la de Amberes, por ejemplo, hay 60 en esa situación.
Las celdas, de apenas 9 metros cuadrados, muchas veces se comparten entre tres personas. "Ya cuando son dos en una celda la convivencia es inviable: personas que no se han elegido, que no se conocen, con culturas y lenguas diferentes, con problemas psiquiátricos graves o de violencia... Añadir un tercero durmiendo en el suelo es el fin del mundo", lamentó a la cadena RTBF el director de la cárcel bruselense de Saint-Gilles, Vincent Spronck.
"Estamos creando fieras (...). Para el personal, abrir una puerta es peligroso. Los trabajadores no son carne de cañón", agregó el mismo, que considera que la sobrepoblación es uno de los grandes problemas en este aspecto para la salud de los presos.
