Abandonan una isla soviética en 1990 y surgen imágenes escalofriantes de los animales que ocupan su estación meteorológica
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Abandonan una isla soviética en 1990 y surgen imágenes escalofriantes de los animales que ocupan su estación meteorológica

"Son depredadores extremadamente peligrosos, pero ¿por qué se ven tan adorables y amigables en las fotos?".

Estación rusa abandonada en la isla Kolyuchin.Gamma-Rapho via Getty Images

En medio de los paisajes helados del mar de Chukotka, al noreste de Rusia, un grupo de osos polares han encontrado un nuevo refugio: los restos de una estación meteorológica soviética abandonada hace más de tres décadas en la isla Kolyuchin

Las imágenes captadas por un dron muestran a los animales deambulando entre edificios derribados, asomándose por ventanas rotas y descansando en las habitaciones donde antes trabajaban meteorólogos y científicos. La escena, tan sobrecogedora como simbólica, refleja no solo la capacidad de adaptación de los osos polares, sino también los efectos del abandono humano y del cambio climático en el Ártico.

El fotógrafo ruso Vadim Makhorov fue quien descubrió la inusual escena mientras sobrevolaba la isla con un dron. "Los osos polares son depredadores extremadamente peligrosos, pero ¿por qué se ven tan adorables y amigables en las fotos?", escribió en una publicación de Facebook en la que adjuntaba varias imágenes de estos animales.

En otra publicación, Makhorov señala que "a los osos les gusta ocupar casas". "Creo que las ven como refugio del viento, la lluvia y otras cosas. En general, se llevan bien allí", precisa en declaraciones a Reuters. 

Otras imágenes muestran también a decenas de osos explorando el complejo, convertido en una especie de "aldea blanca" donde los humanos han sido reemplazados por los grandes carnívoros del Ártico. "No muy lejos de las casas hay un criadero de morsas, y unos 20 osos (si no más) corren activamente por la isla. ¡Qué barrio tan interesante!", afirma el fotógrafo.

Asimismo, detalla que no se trata de un hecho aislado, sino que "cualquier base polar con la puerta abierta corre el riesgo de conseguir nuevos habitantes peludos". "Por ejemplo, en el ZFI en la Bahía del Pacífico, donde se conserva la primera estación polar soviética, también hay muchas de estas casas. Y antes de que te sientas tranquilo en la base, tienes que caminar y mirar cada casa, además de hacer un poco de ruido para que los osos se alejen de la gente", detalla.

La presencia de estos animales ha llevado a las personas que siguen residendo allí a tomar medidas para mantenerlos alejados: "Colocan rejas con púas en las ventanas y ponen 'zapatillas de oso' (tablas con clavos) delante de las puertas. Por supuesto, los osos no pisan los clavos, no se lesionan. Los ven y simplemente no se acercan a la puerta".

De estación científica a santuario involuntario

La isla Kolyuchin, ubicada en el extremo oriental de Rusia, fue un punto clave para la investigación soviética. En 1934, la Unión Soviética estableció allí una estación polar para apoyar el trazado de la Ruta del Mar del Norte, la vía marítima que conecta el océano Ártico con el Pacífico. Durante décadas, la instalación desempeñó un papel importante en el estudio del clima, los ecosistemas y la biología marina del Ártico.

Sin embargo, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, la estación fue abandonada al año siguiente. Con el tiempo, los edificios quedaron vacíos y la isla, completamente deshabitada, se transformó en un refugio para la vida silvestre. Los osos polares, en busca de lugares donde descansar o cazar, comenzaron a utilizar las ruinas como refugio temporal durante sus desplazamientos por el hielo del mar de Chukchi.

Su presencia no es casual: la región alberga una de las poblaciones más importantes de osos polares del planeta, aunque su supervivencia se ve cada vez más amenazada.

Cambio climático: la verdadera amenaza

La pérdida de hielo marino en el Ártico, causada por el calentamiento global, es el mayor peligro para la especie. A medida que el hielo retrocede, los osos pierden sus zonas de caza tradicionales, obligándolos a pasar más tiempo en tierra firme y acercarse a áreas habitadas o, como en Kolyuchin, a estructuras abandonadas que ofrecen refugio.

Un estudio publicado en 2016 estima que la probabilidad de una reducción superior al 30% en la población mundial de osos polares durante las próximas tres generaciones (35-41 años) es del 71%. El riesgo de pérdidas aún mayores, del 50% o más, se considera bajo, pero no despreciable, en función de cómo evolucione el clima y las políticas de conservación.

Ante esto, el Grupo de Especialistas en Osos Polares (GEP) trabaja para coordinar y difundir información científica para garantizar la viabilidad a largo plazo de los osos polares y sus hábitats. Bajo el mandato de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), está integrado por científicos que colaboran con los cinco Estados del área de distribución del oso polar: Canadá, Groenlandia, Noruega, Rusia y EEUU.

"La labor del grupo es tan importante ahora como lo fue en la década de 1960, cuando se fundó el PBSG", señala el organismo. "La investigación científica, la mejora de la gestión de las capturas y el Acuerdo sobre la Conservación del Oso Polar de 1973 han abordado algunas amenazas, pero el principal desafío del siglo XXI sigue siendo la pérdida de hielo marino", añade.

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