El jefe de la OTAN enciende las alarmas al hablar de los años que le quedan a Rusia para invadir este país fronterizo
1El neerlandés Mark Rutte pide pisar el acelerador en gasto militar si Europa quiere evitar que Putin vuelva a mover ficha en el flanco oriental.

“Si no invertimos, tendremos que aprender ruso”, ha advertido el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. En una entrevista publicada el 5 de julio por The New York Times y recogida por Euromaidan Press, el ex primer ministro neerlandés ha lanzado un mensaje contundente a los países europeos: Rusia podría invadir Estonia en un plazo de cinco a siete años si la Alianza no refuerza de inmediato su capacidad de disuasión.
Aunque Rutte ha reconocido que “no existe una amenaza inmediata”, ha insistido en que el Kremlin “se está reconstituyendo a un ritmo sin precedentes en la historia reciente”, produciendo “tres veces más munición en tres meses que toda la OTAN en un año”. Según Euromaidan Press, el secretario general ha vinculado este rearme al apoyo de aliados como Corea del Norte, Irán y China, subrayando que la amenaza rusa ya no se limita a Ucrania: se extiende al conjunto de la seguridad europea.
Los bálticos, en el punto de mira
Las declaraciones llegan tras un reportaje de The New Yorker sobre unas maniobras militares de la OTAN en Estonia, que dejaron al descubierto graves carencias en defensa aérea y capacidades navales. Rutte ha admitido las lagunas, aunque también ha lanzado un mensaje de firmeza: “Hoy, si Rusia atacara Estonia, nuestra respuesta sería devastadora”. Ahora bien, también ha dejado caer que eso podría no ser así dentro de unos años si no se pisa el acelerador en inversión militar.
Según Euromaidan Press, los servicios de inteligencia occidentales coinciden en el diagnóstico: Lituania, Letonia y Estonia son, a día de hoy, los países más expuestos a un eventual golpe ruso, con un Kremlin cada vez más impredecible y ambicioso.
Sobre Estados Unidos, Rutte ha querido despejar dudas: “Cien por cien”, ha respondido cuando le han preguntado si Washington defendería a Estonia si fuese atacada. A su juicio, la Casa Blanca no se está desentendiendo de Europa, pero sí espera que los aliados del continente asuman más carga mientras redirige parte de su atención hacia el Indo-Pacífico.
Poco músculo y menos manos
Además del dinero, el otro gran problema es el personal. “Simplemente no tenemos una base industrial capaz de producir lo que necesitamos”, ha dicho el jefe de la OTAN. Rutte no se ha mojado sobre la vuelta al servicio militar obligatorio, pero sí ha sugerido que los países deberían plantearse salarios más atractivos y medidas nacionales urgentes para evitar una crisis de reclutamiento.
Sobre las tensiones políticas internas en la Alianza —como la deriva prorrusa de Hungría, la ambigüedad de Turquía o las incógnitas sobre Trump— ha preferido no entrar al trapo. Se ha limitado a asegurar que la OTAN está “más unida y fuerte que en ningún otro momento de la historia reciente”.
Eso sí, el mensaje ha quedado claro: si los aliados no hacen los deberes ya, el riesgo de que Rusia vuelva a cruzar fronteras será cada vez más real. El reloj, dice Rutte, ya ha empezado la cuenta atrás.
