El mundo se suma al reconocimiento del Estado de Palestina: ¿qué supone esto y qué consecuencias tiene?
Para algunos expertos es un gesto simbólico, aunque positivo, mientras que otros sostienen que no es la solución.

El mundo observa una nueva sacudida diplomática en un intento por frenar el genocidio que sufre la Franja de Gaza. Este lunes 22 de septiembre de 2025, la Asamblea General de las Naciones Unidas llevará a cabo una cumbre extraordinaria en Nueva York para abordar el problema.
Antes de esta cita, varios países se han sumado al reconocimiento oficial de Palestina como Estado soberano. Este domingo lo hicieron Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal, mientras que está previsto que Francia lo haga este lunes. Actualmente, son ya 150 países los que han dado este paso, que ha enfadado notablemente al presidente de Israel, Isaac Herzog, quien ha calificado la decisión como "un día triste para quienes buscan la verdadera paz".
Asimismo, ha advertido que este reconocimiento "no ayudará a un solo palestino, no ayudará a liberar a un solo rehén y no nos permitirá alcanzar ningún acuerdo entre israelíes y palestinos". "Solo envalentonará a las fuerzas de la oscuridad", escribió en su cuenta de X, refiriéndose a Hamás.
Sin embargo, los líderes internacionales defienden que la solución de dos estados es la única vía para terminar el conflicto. "Es el único camino a seguir que nos permite responder a las aspiraciones legítimas de los israelíes y los palestinos", afirmó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en julio. Pero, ¿qué supone realmente reconocer de forma legítima el Estado de Palestina y qué implicaciones puede tener?
¿Cómo se reconoce un Estado?
El reconocimiento de un nuevo Estado es una acción unilateral, voluntaria y declarativa mediante la cual se afirma de forma explícita (de iure) o implícita (de facto) la existencia de dicha entidad como Estado, y se expresa la intención de tratarlo como sujeto del derecho internacional, recogido en el Convenio de Viena, con capacidad para establecer vínculos con otros Estados.
La doctrina tradicional del derecho internacional establece que la facultad de llevar a cabo esta acción recae en los jefes de Estado y de Gobierno, así como en los ministros de Asuntos Exteriores. Por su parte, no se requiere la aprobación previa del Parlamento o de las Cortes.
Este reconocimiento conlleva, de manera inevitable, la aceptación de su Gobierno como legítimo. Aunque no existe un procedimiento universal para los reconocimientos, el Derecho Internacional establece cuatro condiciones esenciales para que una entidad sea considerada como tal:
- Una población fija y duradera.
- Un territorio claramente definido.
- Un gobierno que ejerza soberanía.
- La aptitud para relacionarse con otros Estados.
A estos criterios tradicionales, la doctrina contemporánea, especialmente tras la desintegración de Yugoslavia y el surgimiento de nuevos Estados, ha añadido otros requisitos complementarios:
- No haber sido creado mediante el uso o amenaza de la fuerza, ni por una declaración unilateral.
- Compromiso con el Estado de Derecho, la democracia, los derechos humanos y la protección de las minorías.
- Respeto por la integridad territorial y adhesión al principio de resolución pacífica de los conflictos.
¿Qué implicaciones tiene?: más que un gesto simbólico
El reconocimiento de un Estado no es un gesto simbólico, sino que supone la concesión de personalidad jurídica internacional, lo que habilita a esa entidad para ejercer derechos y asumir obligaciones en el marco del derecho internacional. Esta condición es esencial para participar en tratados, convenios y organismos multilaterales.
Uno de los efectos más visibles es la posibilidad de establecer relaciones diplomáticas plenas, lo que incluye, por ejemplo, la apertura de embajadas y el intercambio de diplomáticos, aunque estas medidas pueden estar condicionadas por factores políticos o de seguridad.
En el caso específico de Palestina, este acto puede otorgar más peso a las resolucioes de la ONU que exigan el fin de la ocupación, aunque no parece la solución definitiva al problema. "El reconocimiento es un sustituto erróneo de los boicots y las medidas punitivas que deberían tomarse contra un país que perpetúa el genocidio", afirmó en agosto el columnista Gideon Levy en el periódico israelí Haaretz.
"El reconocimiento es pura palabrería... Esto no detendrá el genocidio, que no se parará sin medidas prácticas de la comunidad internacional", añadió.
Para Hugh Lovatt, investigador sénior de políticas del programa de Oriente Medio y Norte de África del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), sí es un gesto simbólico, aunque defiende que puede ser bueno.
"El simbolismo no siempre es malo. Dados los países que realizan el reconocimiento —Francia y el Reino Unido, en particular—, se trata de una reafirmación importante de los derechos y la autodeterminación de los palestinos, el derecho a vivir libres de la ocupación, el derecho a la condición de Estado, etc", señala a DW.
Eso sí, Lovatt subraya que los gestos simbólicos deben ir acompañados de acciones concretas. En ese sentido, la jefa de política exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, propuso en Bruselas aumentar los aranceles a ciertos productos israelíes y sancionar tanto a colonos como a dos altos funcionarios israelíes, siguiendo recomendaciones previas del ECFR.
Lovatt también destaca el cambio de contexto: "Hace incluso tres años, el reconocimiento podría haber sido el fin de la historia. Pero creo que, dado que la situación ha cambiado drásticamente en términos de opinión pública y política, ya no se trata más de reconocer [a Palestina] o hacer otra cosa".
Aun así, insiste en que es el camino correto: "Debería considerarse como la trayectoria a seguir. Puede que no lo logremos mañana, pero la trayectoria es clara".
