Marruecos ofrece atraque a un barco de la Armada del mayor traidor de Europa
El buque escuela ruso Kruzenshtern llega al puerto de Agadir rumbo a Sudáfrica con cadetes de Rusia, Cuba, Marruecos, Egipto y Kazajstán.

Los países occidentales le han hecho el cerco a Rusia, un bloqueo que supone un castigo por su invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2024, que ahora Estados Unidos se plantea ir derritiendo de cara a las negociaciones de paz con Kiev. Sin embargo, mientras ese proceso avanza o se encalla, la postura de los aliados de Volodimir Zelenski es la misma: a los de Vladimir Putin, cierre de puertas y sanciones.
No actúan igual otras naciones que, ya antes de la guerra, tenían buenas relaciones con el Kremlin. Por ejemplo, Marruecos. Justo el país en el que el buque escuela de vela ruso Kruzenshtern atracó la semana pasada, sin que la invasión ucraniana pese para vetarle el permiso. Según informa Vozpopuli, la nave llegó en concreto al puerto de Agadir, en la costa atlántica sur, donde pretendía reponer "sus reservas de agua y alimentos" en unos dos días.
"En el camino de Kaliningrado a Agadir, el velero ya recorrió más de dos mil millas náuticas, de las cuales más de 500 fueron recorridas a motor y más de 1.500 a motor y vela. Ya se han celebrado más de 10 carreras de vela", indica el citado medio.
El plan de navegación del Kruzenshtern era ir a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, de seguido. Allí llegará en 22 días, según la web de seguimiento de buques Vesselfinder.
Hablamos de un velero de clase A, con más de 140 cadetes de instituciones de educación superior y secundaria especializada de la Agencia Federal de Pesca de Kaliningrado, Kerch, Petropavlovsk-Kamchatsky y San Petersburgo. Junto a los cadetes de Rusia, en este viaje participaron 13 alumnos de Cuba, Marruecos, Egipto y Kazajstán, que realizan su formación en la Academia de la Flota Pesquera del Estado Báltico. Todos ellos, países que sigue teniendo una buena cooperación con Moscú, pese a las sanciones internacionales por su andanada en Ucrania.
La web especializada Sailtraing International detalla que el Kruzenshtern está registrado en el puerto de Kaliningrado y es propiedad de la Agencia Federal de Pesca y KSTU. Fue construido en 1926 en Bremerhaven (Alemania), como barco de carga. Es el segundo velero más grande del mundo, después del también ruso Sedov. Originalmente llamado Padua, era uno de los cinco clíperes de la "Flying P Line" que operaba en el Atlántico, el Índico y el Pacífico. Es el único que queda activo.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, el barco fue transferido a la URSS en 1946. El Kruzenshtern se llama así en honor al famoso hidrógrafo y navegante ruso. Es fácil de reconocer por sus distintivos costados en blanco y negro, comunes en los barcos que comerciaban con Oriente, donde el diseño imitaba las troneras para ahuyentar a los piratas.
A finales de la década de 1960 se convirtió en un buque escuela. La velocidad a vela es de 17 nudos y a motor, de 10 nudos. La altura de los mástiles desde la línea de flotación es de 56 metros, la tripulación es de 56 personas y se pueden llevar a bordo 164 cadetes.
Lucha por las aguas
El 7 de abril de 2022 España y Marruecos abrieron una "nueva página" en su relación con el encuentro mantenido por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI en Rabat del que salió una hoja de ruta que trazó los objetivos hacia el futuro. Entre ellos estaba la delimitación de las aguas territoriales en la fachada atlántica, que sigue hoy sin resolverse.
Esa delimitación es un asunto particularmente delicado. Marruecos aprobó en 2020 dos leyes por las que procedía a delimitar su mar territorial hasta 12 millas náuticas y la zona económica exclusiva (ZEE) de 200 millas náuticas, así como su plataforma continental, "hasta el borde exterior del margen continental o hasta 200 millas". Aunque esas leyes no han llegado a implementarse, a falta de un reglamento para su ejecución, esta delimitación chocaba con la que esgrime España en relación con respecto a Canarias, de ahí la necesidad de llegar a un acuerdo, para lo cual el Gobierno se ha remitido desde el primer momento a la Convención de la ONU desde el Derecho del Mar.
El asunto más espinoso es si en esta delimitación se incluyen las aguas del Sáhara Occidental, que la ONU considera que es un territorio no autónomo y que Marruecos insiste en reclamar como propio. Ninguno de los dos gobiernos ha aclarado en estos dos años los términos en los que se está llevando a cabo esta negociación ni tampoco han trascendido cuántas reuniones se han producido al respecto.
