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Rusia apuesta por la incursión de las “motocicletas kamikaze” en el frente de guerra para sembrar el caos

Rusia apuesta por la incursión de las “motocicletas kamikaze” en el frente de guerra para sembrar el caos

Ucrania lidia ahora con una nueva amenaza sobre ruedas: motoristas suicidas enviados a toda velocidad contra sus líneas, con pocas probabilidades de sobrevivir.

Un soldado del ejército ucraniano conduce una motocicleta.Scott Peterson

Aparecen como una exhalación, cruzan el campo de batalla a toda pastilla y desaparecen entre el ruido de los disparos y los soldados ucranianos los llaman “kamikazes sobre dos ruedas”. Son los nuevos protagonistas de una táctica rusa tan suicida como desesperada: motocicletas que se lanzan contra la línea enemiga con la idea de desconcertarlo, romper las líneas y sembrar el caos en la retaguardia. Según ha publicado The Times y recoge The New Voice of Ukraine, estas incursiones se repiten cada vez con más frecuencia en zonas como Toretsk, al este del país.

A bordo de motos que alcanzan los 80 kilómetros por hora, los soldados rusos atraviesan la tierra de nadie con la misión de atacar equipos de drones y morteros, más expuestos que la infantería regular. Pero casi ninguno lo consigue. “No vuelven nunca”, resume un comandante de la 28ª Brigada. “La mayoría caen antes de llegar. Los cazan los drones, les cae artillería encima o se estampan solos contra algún cráter”, aseguran desde el frente.

La primera vez que los ucranianos vieron una de estas motos fue hace tres meses. En menos de un mes, ya eran parte del paisaje. “Empezaron a venir todos los días”, cuenta Yevhen, un soldado de 33 años que lleva en la zona desde noviembre de 2022. Su brigada asegura que solo uno de cada cuatro consigue cruzar las líneas. Y aunque muchos acaban rodeados y capturados, eso no frena los intentos.

La estrategia, por descabellada que parezca, tiene su lógica: moverse rápido, en grupos pequeños y por rutas impredecibles. Eso complica que los operadores de drones ucranianos puedan interceptarlos a tiempo. Y si logran llegar, el daño puede ser serio. Pero el coste humano también lo es. “Es una misión suicida y ellos lo saben”, insiste el comandante.