Trump bautiza su propia flota de guerra: una armada 'dorada' de buques gigantes, armas láser e inteligencia artificial
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Trump bautiza su propia flota de guerra: una armada 'dorada' de buques gigantes, armas láser e inteligencia artificial

El presidente de EEUU anuncia una inversión de 26.000 millones de dólares para la construcción de hasta 25 navíos, en los que participará personalmente en su diseño.

Donald Trump, durante un anuncio junto al secretario de Estado, Marco Rubio, y el secretario de Guerra, Peter HegsethLA CSA BLANCA

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido que el próximo gran salto de la Armada estadounidense llevará también su firma personal. El actual inquilino de la Casa Blanca ha anunciado este lunes un ambicioso plan para construir la Golden Fleet, la nueva generación de buques de guerra con la que ha prometido reforzar la supremacía naval del país y con la que también pretende revitalizar su industria de defensa.

El proyecto para la construcción de la Clase Trump arranca con un presupuesto de cerca de 26.000 millones de dólares (aproximadamente 24.000 millones de euros), además del inicio inmediato de los trabajos para que dos grandes buques se hagan realidad, a los que en los próximos años seguirían hasta 25 navíos. El presidente de EEUU, desde su mansión privada de Mar-a-Lago, en Florida, ha descrito su nueva flota de guerra como los buques "más rápidos, los más grandes y, con mucha diferencia, cien veces más poderosos que cualquier buque de guerra jamás construido”, ha proclamado Trump.

Según ha detallado Trump, que participará personalmente en su diseño "porque soy una persona muy preocupada por la estética”, su peso podría estar entre las 30.000 y 40.000 toneladas. Además, contarán con sistemas de inteligencia artificial, misiles hipersónicos, cañones electromagnéticos y armas láser de energía dirigida, aunque varias de estas tecnologías siguen aún en fase de desarrollo, según la propia Armada estadounidense

El plan no se limita a los nuevos buques. Incluye también la construcción de tres portaaeronaves, destructores y al menos doce submarinos, además de inversiones destinadas a modernizar los astilleros nacionales. Trump defendió la iniciativa como una vía para crear empleo y recuperar una capacidad industrial que, a su juicio, se ha erosionado con el paso de los años. “Durante la Segunda Guerra Mundial construíamos cuatro buques al día. Lo que pasa ahora es una tragedia”, sostuvo.

  Imagen difundida de un nuevo buque de guerra de EEUU.EFE

Pero el anuncio llegó acompañado de una advertencia directa a las empresas contratistas de Defensa. Trump acusó al sector de ser demasiado lento y anunció una reunión la próxima semana con los principales fabricantes para acelerar los plazos de producción. También amenazó con penalizaciones para las compañías que acumulen retrasos o sobrecostes.

El presidente fue especialmente crítico con las retribuciones en la cúpula de la industria militar. “No queremos ejecutivos cobrando 50 millones de dólares al año, repartiendo grandes dividendos y haciendo recompras de acciones”, dijo, mientras programas clave como el del caza F-35 siguen acumulando demoras. Reuters informó recientemente de que la Administración estudia una orden ejecutiva para limitar dividendos, recompras y salarios en los contratos de defensa que incumplan plazos y presupuestos.

El anuncio, sin embargo, se produce en un contexto complicado para la Armada. Apenas un mes antes, el Pentágono canceló un programa de nuevos buques ligeros por retrasos y costes desbocados. Otros proyectos estratégicos, como los portaaeronaves de la clase Ford o los submarinos Columbia, también han sufrido problemas similares. Según AP, varias de las tecnologías citadas por Trump, incluidos los misiles hipersónicos y los cañones electromagnéticos, siguen aún en fase de desarrollo.

Históricamente, el término “acorazado” se asocia a grandes buques artillados que alcanzaron su apogeo durante la Segunda Guerra Mundial. Tras ese periodo, su papel quedó relegado frente a los portaaeronaves y los misiles de largo alcance, hasta su retirada definitiva en los años noventa. Trump, sin embargo, ha defendido en varias ocasiones mantener o recuperar conceptos clásicos y ha mostrado reticencias a algunos sistemas de modernización naval.

  Imagen difundida de un nuevo buque de guerra de EEUU.EFE

El anuncio consolida además un patrón personalista ya conocido. Trump ha criticado en repetidas ocasiones el aspecto de los buques de la Armada, se ha quejado del óxido visible en algunos navíos y ha reconocido haber intervenido directamente en diseños anteriores. El secretario de la Armada, John Phelan, llegó a relatar ante el Senado que el presidente le enviaba mensajes de madrugada preguntando por “barcos oxidados” o naves varadas en astilleros.

Acompañado en el acto por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, Trump presentó la “flota dorada” como una apuesta estratégica “contra todo el mundo”, minimizando que el plan responda de forma directa al avance naval de China, aunque altos cargos militares sí han advertido del desfase industrial estadounidense frente a Pekín.

Entre inversión pública, presión sobre los contratistas y una implicación personal inédita del presidente en el diseño de los buques, el proyecto sitúa el rearme naval en el centro de la agenda de la Casa Blanca, en un momento en el que la Armada sigue lidiando con retrasos estructurales y dificultades para cumplir sus programas en plazo y presupuesto.

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